Por Ricardo Vicente López
Es necesario entrar al análisis de este fenómeno, que presenta una originalidad muy interesante ya que muy pocos casos pueden ser encontrados como para trazar algún paralelo. Sin embargo, esta particularidad fundamental no ha merecido mayor estudio. Veamos. Existe una dimensión subjetiva, podría decirse en un sentido amplio, una tradición espiritual cristiana en nuestro pueblo, que consolida la conformación del movimiento obrero argentino y le otorga ese carácter excepcional: la emergencia del peronismo como Movimiento Nacional, está apoyada en una doctrina de matriz cristiana. Esto dificultó, en nuestra historia, el desarrollo de una izquierda internacionalista que nunca logró echar raíces en el Movimiento Obrero. Esto funcionó como una marca de origen que identificó y consolidó la organización de los trabajadores en los albores del peronismo.
Los investigadores se han preguntado por la incapacidad y la escasa eficacia del Socialismo argentino para interpelar al Movimiento Obrero. En sus conclusiones esgrimen una serie de argumentos que no alcanzan a dar una explicación clara. La dificultad de esos intentos radica en que son incapaces de encontrar un argumento claro y básico: el movimiento obrero se construyó sobre las bases de las peculiaridades del peronismo.
Para esta nota tomo como referencia una publicación de Emmanuel Bonforti [1], sociólogo, como una especie de puerta de entrada a este tema.
Un poco de historia.
El vínculo entre peronismo y Movimiento Obrero nace de la voluntad de un coronel con vocación de trabajador, que se entrelaza con su vocación militar [2]. En diciembre de 1943, pocos meses después de la Revolución, el general Edelmiro Farrell, creó la Secretaría de Trabajo y Previsión, bajo dependencia directa de la Presidencia, siendo designado al frente de la misma el coronel Juan Domingo Perón. El vínculo entre peronismo y Movimiento Obrero nace de la voluntad de ese coronel con vocación de emancipar a los trabajadores de las duras condiciones laborales imperantes. Es él quien solicita el cargo para él, ante la sorpresa y la sonrisa burlona de los generales. El General Ramírez dijo entonces: “Denle el cargo al loco de Perón, que se interesa por esas cosas”.
En poco tiempo se convierte en la plataforma de lanzamiento político que abrió camino a la construcción del vínculo entre Perón y los trabajadores. Quien confirma esto es la palabra de Eva Perón que dice: «El peronismo nació en la Secretaría de Trabajo y Previsión en el momento en que un obrero sorprendido dijo: ‘me gusta este coronel’». La tarea de Perón en la Secretaría se desdobla, en dos líneas de trabajo: por un lado se empeña en la ampliación de derechos, largamente soñados por todo el arco militante; y por otro, diseña la organización del Movimiento de los trabajadores. El coronel había estudiado y diagnosticado que el problema central del sindicalismo era su ser anárquico, con tendencias a resolver los conflictos con metodologías intransigentes. Perón les fue proponiendo una nueva concepción orgánica que involucraba un nuevo tipo de reconocimiento de la organización de los trabajadores, basado en una concepción de comunidad sostenida en un Proyecto de Justicia Social.
La raíz de esta dificultad se encuentra en el agotamiento de la matriz liberal de la democracia (demo-liberalismo lo calificaba Perón), ello exigía la construcción de una democracia social: los sindicatos adquieren un lugar central por ser espacios de nucleamiento de un nuevo sujeto social que ingresa en la escena política argentina. Esta democracia social – que supera a la democracia liberal– comenzaba a ser diseñada en la Secretaría de Trabajo y Previsión. Todo ello, le permitió a Perón consolidar su relación con el sindicalismo en un marco político nuevo.
Escribe Emmanuel Bonforti, cuáles son las nuevas líneas de la concepción que el coronel proponía:
«En el Proyecto de la Justicia Social la economía se encuentra al servicio del ser humano: el cambio de paradigma era una señal para la organización gremial. Al ponerse la economía como un vehículo para alcanzar el bienestar social, los trabajadores advierten que pronto su organización sindical debe ser modificada. Más allá de lo cualitativo de la relación entre Perón y el sindicalismo, los números indican, de todos modos, que en 1945 la Confederación General del Trabajo tenía un millón de afiliados, en 1955 había llegado a seis millones».
Agrega más adelante, respecto de cómo se iba manifestando y consolidando lo que Perón denominaba la Revolución Justicialista:
«La consolidación de la relación entre Perón y el Movimiento Obrero la ubicamos en la presentación del Plan Quinquenal de 1947 y en la celebración de los Derechos del Trabajador. En un contexto de posguerra donde surgen organizaciones internacionales que pensaban distintas agendas de derechos (con la presencia de intereses del capitalismo internacional), Perón sanciona, con vocación nacional, y sensibilidad cristiana, los Derechos del Trabajador, norma que implicaba derechos y obligaciones, además de la mejora en las condiciones de trabajo. A la agenda internacional de derechos basados en una racionalidad universal, la Declaración le imprimía un elemento comunitario y situado. Dos años después se asistirá al mayor evento de institucionalización de esos derechos: la sanción de la Constitución de 1949, con toda su impronta laboral ».
Perón había identificado el principal elemento: el anarquismo de la realidad sindical, su falta de centralización. Esto se debía a que la organización gremial había estado hasta entonces muy influenciada por el sindicalismo estadounidense, sostenido sobre la base de federaciones. Aparece un elemento central y poco trabajado hasta su llegada y enseñanzas respecto de qué es la soberanía gremial y la construcción de una nacionalidad obrera.
Otro elemento en la Nueva Argentina fue la relación cotidiana entre Perón y la flamante CGT, por la regularidad de las visitas semanales la casa de los trabajadores, y el lugar que Perón la confiere a ellos. De esta manera, en la Nueva Argentina el trabajador ocupaba un lugar diferente, de una importancia que sólo se fue dimensionando con el tiempo. Perón estaba proponiendo una transformación de los trabajadores convertidos ahora en protagonistas. El viejo sindicalismo separaba lo gremial de la política. Ahora los trabajadores pasaban a ser los actores principales de las gestas emancipatorias. Continúa Emmanuel Bonforti:
A la centralidad se la dará el nombre de columna vertebral del Movimiento Nacional. Es un intento de síntesis y conducción en la heterogeneidad de un mundo del trabajo cada vez más moderno y urbano. En todo este proceso surgen dos conceptos: el primero es la soberanía gremial, desarrollada anteriormente; el segundo es la idea de un nuevo contrato social, no bajo los términos clásicos liberales del contractualismo europeo, sino que implicaba un salto evolutivo y cualitativo basado en la institucionalización de los derechos con la sanción de la Constitución de 1949: la convocatoria a formar parte del proyecto de Justicia Social. El resultado de esto es la centralidad que adquieren millones de obreros, que por primera vez en la historia nacional serán reconocidos».
Los diez primeros años fueron sentando las bases de la Revolución Peronista en Paz, que se oponía a las propuestas de las izquierdas internacionalistas. Esto permite comprender con más claridad la afirmación de Perón, cuando en los años setenta se pretendía imponer “la lucha armada para la toma del poder”. La respuesta certera y profundamente cristiana fue: «Nosotros, entre el tiempo y la sangre, optamos por el tiempo». La historia había demostrado que el camino de la sangre sigue exigiendo más sangre.
Aquel 17 de octubre de 1945, los trabajadores reunidos en asamblea popular, lograron imponer su voluntad a las autoridades militares: «Liberar al Coronel Perón de su prisión en la Isla Marín García, colocando en la Plaza de Mayo la Piedra fundamental de la Revolución peronista»
[1] Docente del Seminario de Pensamiento Nacional y Latinoamericano: Peronismo y mundo obrero – la creación de la columna vertebral en la UNLA.
[2] Es necesario aclarar, para lectores nacidos después de 1960, que vivieron la sucesión de golpes militares, que estoy hablando de la herencia sanmartiniana.