Guerra informativa y acción psicológica en Occidente en un nivel sin precedentes – Por Marcelo Ramírez

Por Marcelo Ramírez

Definitivamente se ha instalado la guerra informativa en un nivel sin precedentes en tiempos de paz, o al menos de una guerra no declarada.

Las acciones de Putin han sido firmes, sin embargo, hoy vemos una ofensiva comunicacional en la cual se intenta fijar en las mentes de las sociedades occidentales un doble concepto: Putin es un líder dictatorial, sanguinario, pero a la vez torpe e improvisado que da pasos sin calcular las repercusiones que tienen sus acciones.

Vemos entonces una dualidad incongruente pero repetitiva, de ahí la insistencia en la improvisación del ejército ruso en su avance sobre Ucrania resaltando problemas logísticos y destrucción de equipamiento, llegando a plantear hasta que las raciones de alimentos para las tropas tienen casi una década de vencidas.

Por supuesto que las fuentes de estas historias son vídeos subidos a las redes sociales de fuentes ucranianas entre las que se destacan los materiales del SBU, el servicio de Inteligencia de ese país o de los EEUU y el Reino Unido.

Estos materiales son tomados como ciertos aun cuando se trate de vehículos sin identificación aplastados por las explosiones, dónde canales de YouTube especializados han llegado a afirmar que más de mil vehículos rusos han sido destruidos por las fuerzas ucranianas tomando como ciertas estas fuentes.

Una situación que acompañan con descripciones apocalípticas de las perspectivas económicas rusas en función de sanciones durísimas e inesperadas. Allí vemos el doble estándar, Putin es un demente que ni siquiera ha estimado el daño de Occidente a su economía vía sanciones, lo que, sumado a la espantosa planificación militar, pone un signo de interrogación sobre las perspectivas futuras de Putin al frente del gobierno ruso.

Si no te disgusta Putin por ser un tirano sangriento, no importa, al menos no lo apoyes porque es un inepto que está destruyendo Rusia.

Uno de los errores ahora atribuidos es que el líder ruso está enfrentando una creciente oposición en su país por las manifestaciones en su contra. Putin cuenta con el 73% de aprobación en sus iniciativas militares sobre Ucrania y las protestas son de un pequeño grupo alineado con Occidente, favorable a las políticas culturales de Washington y financiado por los occidentales.

Es lo mismo que sucedió con Navalny, quien fue presentado como una amenaza al poder de Putin y sin embargo su popularidad nunca superó el 2%.

Otro ejemplo de la manipulación de la información es que, aprovechando el desconocimiento general en Occidente, se informa que los medios independientes son censurados citando lo sucedido con la radio Eco de Moscú, presentada en estas tierras como una voz libre que se opone a Putin, omitiendo decir que es simplemente un medio de capitales estadounidenses. 

Rusia ha limitado la participación de la propaganda cultural del globalismo occidental, pero no ha conseguido que sean callados. Más aún, lejos de lo que se hace creer a las sociedades occidentales, Putin es un líder muy popular, pero está lejos de ser el dueño de su país. 

En una nación de líderes históricos de fuerte personalidad, Putin ha debido lidiar con los llamados oligarcas, quienes verían seguramente con agrado alguien que le permitiera controlar el poder político a través de sus millones y no interfieran con cuestiones “patrióticas”.

Esa es la gente que hoy está sancionando occidente, incautándoles yates de lujo y esperando que eso signifique que estos oligarcas busquen derrocar a Putin, sin embargo el equilibrio de poderes internos no les permite avanzar como sucede en nuestros países acostumbrados a golpes económicos.

Rusia es un país complejo con más de 150 nacionalidades y diferentes intereses, por ello es necesario conocer su historia y sus referencias políticas para comprender que Putin solo expresa lo que el conjunto de la sociedad rusa demanda.

Solo la ignorancia puede hacer creer que asesinar a Putin, como propuso el senador de EEUU Lindsey Graham, haría cambiar la posición de Rusia ante la OTAN.

Quienes piensan así deberían prestar atención a algunos detalles como los repetidos pedidos de Ranzam Kadyrov, el líder checheno cuyos hombres están combatiendo al gobierno de Kiev, quien solicitó públicamente al presidente las manos libres para controlar la situación en 48hs.

En esto vemos qué está pasando en realidad, Rusia no ha tomado Ucrania simplemente porque la intención de Putin es destruir el aparato militar de Kiev y sacar a los neonazis del poder, pero no anexar a Ucrania ni aniquilar a su población pro occidental.

Soltar a Kadyrov tendría rápidos resultados, pero significaría muchos civiles muertos y la destrucción de la infraestructura, esa política, similar a la de la OTAN, es decir, meses de bombardeos hasta destruir todo lo que se mueva para luego entrar sobre las cenizas bien podría ser hecho, Rusia tiene cómo ejecutarlo, sin embargo, el resentimiento con los ucranianos se ahondaría y además Rusia debería hacerse cargo de los gastos posteriores de reconstrucción.

Esto para EEUU no es un problema porque es una economía mucho mayor, pero sobre todo porque un negocio es destruir y otro adicional es reconstruir, las corporaciones de EEUU se hacen cargo de la tarea con precios inflados y calidades dudosas, dejando un agujero en los bolsillos del fisco estadounidense y en las maltrechas economías de los países devastados.

La prensa, y los comunicadores en redes sociales, toman esto como un signo de debilidad e incapacidad, es inconcebible esa estrategia y eso tiene que ver con los distintos modelos que cada bando tiene en mente.

La acción psicológica es tan grande que finalmente termina por mostrarse que el país que ha visto en horas perder su Marina, su Fuerza Aérea, casi todas las bases militares, buena parte de su ejército terrestre y tiene todas sus principales ciudades cercadas, incluyendo su capital, está ganando.

Han edificado además una ilusión que consiste en creer que Rusia va a tener una resistencia del pueblo ucraniano como sucedió en Afganistán, desconociendo que en realidad las características del pueblo ucraniano son muy diferentes al afgano. No hay una diferencia religiosa sustancial y son todos eslavos, aunque la mitad son pro occidentales por cuestiones históricas y la otra mitad pro rusos.

Por esta razón, la población ucraniana se encuentra dividida aproximadamente en mitades con respecto a la simpatía hacía Rusia, y todo hace pensar que entre aquellos eslavos occidentales una buena parte no debe estar muy contento con la destrucción de su país por el desafío de Zelensky y su soporte político neonazi.

Una mentira si se repite miles de veces se transforma en verdad, es un principio de la propaganda que ahora se aprecia en Occidente.

Una simple pregunta expone la realidad, si la OTAN es tan poderosa y el ejército ruso es tan débil y mal preparado ¿por qué razón Rusia desafía a quienes se interpongan y anuncia que va a destruir los convoyes de armas occidentales hacia Ucrania mientras la OTAN solo retrocede y evita el contacto directo?

En este punto vemos que si hoy las ciudades ucranianas tienen agua, electricidad e internet es simplemente porque Rusia lo permite, algo que debería poner a pensar las razones finales y no parece que sea compatible con el líder desalmado.

No faltan versiones que llevan a creer que Rusia planifica ataques a centrales nucleares en sus propias fronteras y las de Bielorrusia, ¿qué lógica tiene generar un escape radioactivo en sus proximidades?

Pero no solo eso, también vemos cómo acusan a Rusia de preparar un ataque de armas químicas contra los ucranianos, eso mientras le mantienen el agua corriente y la electricidad, ¿nadie nota el absurdo acaso?

No debería asombrarnos mucho cuando vemos las denuncias que desde hace años Rusia viene realizando, denuncias que se hacen ciertas con los 26 laboratorios biológicos en Ucrania, que se suman a la media docena encontrados en Kazajistán y los más de un centenar que están en otras naciones fronterizas con Rusia.

EEUU ignora las denuncias y ante las pruebas que aporta Moscú, opta por explicar que están preocupados porque Rusia pueda acceder a esos patógenos letales.

Nadie en Occidente parece mostrarse preocupado porque EEUU y la OTAN tengan más de un centenar de laboratorios aptos para guerra biológica, que se desarrollen programas que buscan captar material genético ruso y chino para poder realizar armas étnicas que sean letales sólo para los grupos objetivos.

No, para Occidente es normal que se hagan estas investigaciones en la frontera rusa (y china), y el peligro es Rusia que pueda alzarse con estas informaciones.

El nivel del planteo es realmente infantil, sin embargo, debemos apreciar con cierta tristeza que buena parte de la sociedad occidental está tan alienada por la propaganda que es incapaz de comprender algo tan básico como lo que estamos describiendo.

Un último tema a mencionar en estas líneas es la cuestión económica y financiera, una vez más en la esfera occidental se presenta como sanciones superpoderosas (la desconexión del Swift se anunció como una bomba nuclear económica). A poco del golpe inicial, vemos datos que deberían hacerle preguntar a Occidente si este es el camino correcto para derrotar a Rusia.

En primer lugar, hemos visto una disparada de los precios de la energía, metales y alimentos que genera una presión inflacionaria sobre las economías. Pero es solo el inicio, la desconexión del Swift terminó siendo parcial porque la UE, como reconoció Josep Borrell, no puede prescindir del gas ruso y reemplazarlo le llevará varios años, si es que lo logran, y a un costo exorbitante.

Para tener una idea de lo que estamos diciendo, el gas que un año atrás cotizaba en torno a los 300 dólares los 1.000 m3, hoy su valor tocó los 3.900 dólares, impactando no solo en los bolsillos de los consumidores europeos que necesitan calefaccionarse sino en la industria, ya cara de por sí, y que perderá competitividad en el mundo.

Europa se suicida y lo hace de la mano de sus propios dirigentes que han constituidos una cruzada que los lleva a prohibir todo lo ruso, con absurdos como una orquesta sinfónica que llegó a negarse a interpretar a Tchaikovsky porque era ruso.

Las políticas de cancelación que veíamos hace unos meses en el absurdo progresista ahora tienen una utilidad geopolítica.

China es la gran ganadora obteniendo gas adicional para su economía, y beneficiándose con el absurdo del Swift porque simplemente EEUU y sus socios están demostrando que el dólar no es un refugio seguro, que las reservas pueden ser confiscadas cuando les plazca y que la mentada seguridad jurídica es solo un bluff.

Todo listo para que el yuan, ya con una versión cripto, con respaldo en oro y apoyado en el CIPS, el equivalente chino al Swift, lo suplante al menos en dos tercios del mundo no occidental.

Ojalá para occidente esto sea lo peor, si se avanza hacia una división global en dos sectores en una repetición de la Guerra Fría, se encontrará con la peor parte, la de una economía especulativa mientras el campo rival tiene el sector productivo, con diseño y tecnología como agregado.

Occidente ha sopesado mal la realidad, Rusia no se ha atemorizado por las sanciones, que lejos de ser sorprendentes o arrasadoras como nos hace creer la prensa, las ha aprovechado a su favor adquiriendo a precio de saldo las empresas que abandonan su país y nacionalizando la economía, socavando el poder real de EEUU que era el dólar como moneda de reserva y comercio y demostrando a Occidente que sus empresas dependen de las materia primas rusas o acaso ¿cuántos aviones podrá construir Boeing sin el titanio ruso? ¿cuánto tiempo les demandará sustituirlo y a que costo?, y este es solo un ejemplo.

En realidad, las sanciones de Occidente solo son un catalizador para la emergencia de un poder alternativo al anglosajón y sus socios menores, que tiene como correlato la pérdida de mercados como los 140 millones rusos más sus aliados, al que se les puede sumar China si la siguen presionando.

La UE queda fuera de combate, reducida en sus capacidades y dejando aflorar sus contradicciones internas, lo que la llevará al estallido en corto tiempo. EEUU pierde un socio como es esta decadente UE y se cierra sobre sí mismo, pero no desde la fortaleza como quería Trump sino desde la debilidad.

Si prestamos atención a los actores globales más relevantes, solo los más cercanos han seguido a EEUU, prueba de ellos son los países que señaló Rusia, la UE más otros 14.

India, los 15 de la ASEAN, China, los africanos, los iberoamericanos y los de Asia Central entre otros, han decidido no plegarse a los EEUU y sus sanciones.

Si es tan equivocado el cálculo de Putin, si todo le ha salido tan mal, ¿por qué razón no se pliegan a las acciones occidentales? Seguramente no ven tan claro el triunfo occidental como la prensa y los comunicadores de redes nos inducen a creer.

Estos manipuladores de noticias hablaron del desplome del rublo, sin embargo, el lunes pasado abrió a 153 rublos por dólar y el viernes cerró en baja a 114 rublos por unidad de la divisa estadounidense.

Esconder estas noticias genera una realidad paralela, una sensación de euforia por el triunfo que intenta mantener el apoyo de la opinión pública y arrastrar a los Estados dubitativos para que se vuelquen hacia el bando ganador.

El problema subyace en que las élites occidentales saben bien la realidad y que su derrota a mediano plazo está sellada, solo pueden evitarla con una acción militar que detenga la deriva natural de los acontecimientos.

Claro, eso, y aún en el hipotético y dudoso triunfo militar, el mundo quedaría destrozado y miles de millones perderían la vida en forma directa e indirecta. El hemisferio norte quedaría virtualmente inhabitable y allí se concentran la mayor parte de las personas que habitan este mundo.

Una pregunta: 

¿Quién puede desear un mundo reducido a un 10% o 20% de su población? porque ese sería el resultado de una guerra entre las principales potencias. Hay grupos que trabajan esa hipótesis.

Coincidentemente se han disparado las operaciones inmobiliarias donde megamillonarios occidentales, especialmente del mundo anglosajón, invierten en tierras en el hemisferio sur como las de Sudamérica o islas en el Pacífico.

Tal vez allí encontremos un indicio de quienes están jugando y que cosa buscan, utilizando para sus propósitos naciones que han parasitado para imponer su voluntad de suicidio a fin de lograr imponer su modelo.