Macron ha recibido una muy mala noticia en Níger: la lucha contra Rusia tiene un precio a pagar – Por Marcelo Ramírez

Por Marcelo Ramírez

Los sucesos de Níger han puesto sobre la mesa una serie de movimientos en el continente africano que se han venido agudizando, pero han sido opacados por Ucrania. No obstante, antes de comenzar el análisis, debemos establecer algunos parámetros básicos debido a que el tema del África ha sufrido perturbaciones ideologizadas que no ayudan a la comprensión real de los sucesos.

En primer lugar, debemos alejarnos de los argumentos reduccionistas como es la cuestión racial. África no es un continente homogéneamente negro, la presencia árabe en el norte del mismo es un factor clave a tener en cuenta, puesto que sus intereses son fundamentalmente distintos.

Las rivalidades entre árabes y negros, ambos africanos, es un hecho dada las historias muy diferentes de ambos grupos. Los africanos negros ven a los africanos árabes como invasores, mientras que estos últimos los señalan como inferiores culturalmente.

Esto es algo natural dentro de los seres humanos, la idea de señalar al diferente o al extranjero. A los pueblos mestizos como los iberoamericanos les cuesta comprender esta realidad, pero la historia da sobrados ejemplos de “razas superiores” que se autoconstituyen como tales, y su origen no siempre es blanco.

Por lo tanto, abordar el análisis coyuntural actual como un factor de opresión racial solamente aporta confusión y permite que las verdaderas razones queden sepultadas en una montaña de declaraciones emotivas. 

Declaraciones, dicho sea de paso, con las que todos más o menos acuerdan, puesto que no hay fuerzas políticas significativas que sean racistas abiertamente. Sin embargo, sí hay fuerzas poderosas que defienden modelos económicos socialmente injustos.

Aclarado este punto sobre un continente que presenta conflictos raciales e interraciales, como así también religiosos y políticos, todos aderezados por intereses económicos, podemos avanzar en ver qué es lo que pasa en realidad y cuáles son los escenarios futuros más probables.

Lo que sucede en Níger es la rebelión de los nuevos poderes ante el viejo esquema de explotación. Francia, otrora potencia regional, es parte indisoluble de la decadencia occidental que se observa en todos los órdenes, se ha visto arrastrada por las políticas de sanciones búmeran que ha impuesto el mundo anglosajón.

La matriz energética es uno de los campos de batalla, la falta de hidrocarburos rusos ha encarecido y complicado el abastecimiento general.

Los franceses parecían menos dañados porque su energía proviene principalmente de la producción nuclear.

Níger es su mayor proveedor, con casi el 25 % de la totalidad, lo cual representa un complejo desafío para el país europeo. Los nigerinos no significan más del 4 % a nivel global porque concentran su producción y venta en Francia.

El presunto golpe de Estado, en contra del presidente alineado con los galos, amenaza la estabilidad del país y refuerza los intereses rusos que presionan precisamente en esta área. No es casualidad que las industrias europeas están cayendo en sus niveles de producción. La falta y costo de la energía comienza a pasar factura.

Las acciones del grupo de militares, que reclaman una lucha transparente contra el terrorismo islámico, han desatado un vendaval que puede traer serias consecuencias. Los reclamos son muchos, y han sido sistemáticamente ignorados por la prensa Occidental. Hoy, 14 países de África, siguen estando obligados a utilizar el franco francés como su moneda y pagar impuestos coloniales a la antigua metrópoli, de acuerdo a los compromisos establecidos en los procesos de independencia.

Francia amenazó con tomar represalias, inclusive militares. La Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO), bajo su influencia, se alinea con las amenazas de usar la fuerza y da una semana de plazo antes de intervenir. Burkina Faso y Mali advierten que apoyan a los sublevados. Como vemos, la situación amenaza a extenderse a la región.

Sin embargo, hay más actores dispuestos a asumir un papel protagónico. Nigeria, la mayor potencia económica africana con más de 200 millones de habitantes, puede ser el brazo armado de Macron.

Para el presidente francés, asumir una intervención militar es algo sumamente delicado. En primer lugar, las fuerzas de su país tendrían dificultad para intervenir en una nación de 25 millones de habitantes, bajo control de militares que cuentan con apoyo social según se aprecia en las movilizaciones populares a su favor.

Francia puede entrar en un callejón sin salida, con fuerzas ya menguadas por la guerra en Ucrania. 

Un segundo punto es sopesar las repercusiones internas. Luego de las protestas masivas y violentas, una expedición militar a un país africano podría desatar nuevamente reacciones de la población local.

Por ello es esperable que París empuje a Nigeria a que actúe con su apoyo tras bambalinas. Pero allí tampoco la situación es simple. Nigeria tiene sus propios problemas.

Sus fuerzas militares, si bien numerosas, no parecen estar a la altura de una invasión a un extenso país como Níger y el general del ejército Abdouramane Tchiani, actual gobernante, puede deparar sorpresas, sobre todo si los locales cuentan con el apoyo de la PMC Wagner.

Los músicos de Prigozhin siguen tocando y sus conciertos africanos siguen presentes.

Pero antes de fijarnos con más detalle en Wagner, debemos señalar que Nigeria tiene grandes problemas. El más conocido es el grupo terrorista Boko Haram; que se suman a los enfrentamientos entre sus milicianos y la rama local del Estado Islámico en África Occidental conocida como ISWAP, un grupo escindido en 2016 del propio Boko Haram por diferencias ideológicas. 

Nigeria amenaza con intervenir militarmente, pero puede empantanarse si los partidarios del nuevo gobierno utilizan tácticas de guerrilla y se refugian en el interior de su vasto país.

En este punto imaginemos que Rusia, que está en una guerra no declarada con la OTAN, mira con simpatía los problemas en el patio trasero occidental. Si los franceses pierden su uranio van a presionar en el mercado de los combustibles al alza.

Asimismo, instalarán visiblemente la idea de un desmoronamiento del frente occidental en África.

Moscú ha repudiado el golpe, pero eso en términos prácticos puede significar poco. Putin no puede conceder espacio a actitudes golpistas que mañana pueden ser precedentes usados en contra de su país. De igual manera, Rusia ya ha comenzado a hacer advertencias sobre la situación en el país africano, reclamando la no injerencia extranjera.

A pesar de ello, esos intereses pueden ser favorables y pueden ser apoyados sotto voce. No hay que asombrarse cuando hemos visto en incontables oportunidades cómo EE. UU. y sus socios europeos han hecho la vista gorda ante golpes que patrocinaban por debajo de la mesa, mientras que públicamente condenaban.

No podemos más que sospechar que Rusia bien puede simpatizar con el movimiento en Mali. Wagner, que públicamente ha caído en desgracia ante Putin, puede actuar sin comprometer al Kremlin.

Esto es la guerra y en la guerra las reglas reales son distintas a las públicas.

Wagner puede llegar a intervenir desde Libia o desde otros países vecinos a Níger. 

Libia, Mali, Sudán, Siria, República Centroafricana, Eritrea, Zimbabue, Uganda y Mozambique son algunos puntos donde opera la compañía hoy ¿bielorrusa?

Inclusive se sospecha en Occidente que puede estar presente en el Chad. Wagner habría proporcionado material y apoyo operacional a los rebeldes, buscando deponer al gobierno interino presidido por Mahamat Idriss Déby Itno. Aunque, por supuesto, todos son trascendidos, o al menos la mayoría, sin que podamos saber a ciencia cierta que sucede en verdad.

Rusia ha encontrado una brillante solución para hacer crecer su influencia en el exterior, a pesar de que su presupuesto es infinitamente menor al de EE. UU. y sus aliados combinados. El ingenio ruso parece haber encontrado la forma de crear una fuerza militar que se autofinancia y le da presencia en África.

No solo consigue esto, sino que esa fuerza no compromete oficialmente a Moscú y sabe bien que Wagner no puede operar sin Rusia detrás. El apoyo logístico es ruso, sin la Madre Rusia, la PMC de Prigozhin no podrá operar más allá de cuestiones menores.

Francia entonces se enfrenta a un gran problema. Macron ha recibido una muy mala noticia con los sucesos en Níger. La lucha contra Rusia en Ucrania, y las torpes sanciones aplicadas contra esta, tienen un precio a pagar.

Pero esto no es todo lo que hace complejo el panorama en el Sahel y en el vecindario africano. Hay otro jugador que puede estar presente en los acontecimientos en forma insospechada.

Para comprender esta hipótesis deberemos ponernos en un modo más conspiranoico, pero ya sabemos que la realidad actual desafía todo lo esperable. 

En el enfrentamiento entre el Occidente Colectivo y Rusia/China, podemos observar que el gran perdedor es la Unión Europea (UE) y Europa en general. Las sanciones han minado al Viejo Continente y sus expectativas futuras han caído.

Alemania, el gran motor europeo, enfrenta un proceso de desindustrialización acelerado. Habiendo salido los británicos sospechosamente a tiempo de la UE, casi fuera de carrera París, el resto de la alianza es papel pintado, y para colmo, lleno de contradicciones internas que estallan al no haber un actor disciplinador como era Berlín.

El único Estado capaz de ensombrecer el plan anglosajón de utilizar a toda Europa para desgastar a Rusia, es Francia, por historia y magnitud. Las recientes protestas fueron un golpe demoledor a la imagen francesa y extrañamente funcionales a la necesidad del sacrificio póstumo para beneficio anglosajón.

Ahora bien, la mayor potencia africana es Nigeria, cuyo pasado colonial responde al Reino Unido. Nigeria es la fuerza militar a emplear, desestabilizando la región, si Níger resiste y si el gran socio africano de Rusia, y el más poderoso ejército de la región, Argelia, también interviene.

Los angloamericanos, una vez más, son los que menos pierden si la región espiraliza la violencia. Más aún, eso puede darles la oportunidad de desplazar a París de sus zonas de influencia. 

Una misma estrategia que parece ser seguida en Europa. ¿Por qué no en África? Solamente Rusia puede interponerse, tal vez inesperadamente, con Wagner en este camino y sacar ventajas propias.

Aún es prematuro para trazar conjeturas sobre el futuro. Lo que sí podemos especular sin temor a equivocarnos es que lo que está sucediendo poco tiene que ver con el racismo y mucho que ver con distintos intereses.