En un debate televisado en el que contrapusieron sus proyectos de país el dirigente peronista, Guillermo Moreno, y el dirigente trotskista, Jorge Altamira, el ex secretario de Comercio explicitó cuál sería la política a llevar adelante por un futuro gobierno peronista con respecto a la cuantiosa deuda externa acumulada por Mauricio Macri: “El que las hizo las paga. La deuda que tomó la Oligarquía la debe pagar la Oligarquía. De los bienes y la renta de los oligarcas saldrán los recursos para pagar la deuda. Altamira propone no pagarla, pero eso descargaría las consecuencias negativas de un default a todo el pueblo argentino. No debemos entrar en default, que paguen la deuda las 1000 familias oligarcas”.
Con respecto a qué hacer con las tarifas, Moreno manifestó: “El problema no es si nacionalizamos o no. El problema es si las tarifas van a estar adecuadas a los costos. El costo de producción de un barril de petróleo en la Argentina es de U$S 35 dólares, con ese costo más una ganancia razonable hay que adecuar todas las tarifas, eso en la práctica recortaría las actuales tarifas a la cuarta parte”.
Para recuperar la industria propuso volver a “controlar el comercio exterior, los precios de los alimentos y los de la energía, que son los precios de los precios. Trump empezó a hacer esto en 2017, que es lo que nosotros ya hicimos en el 2012”.
Contra la propuesta marxista de la lucha de clases, Moreno apeló a la idea peronista de comunidad organizada: “Primero la Argentina, los trabajadores argentinos, las empresas argentinas.”
Finalmente, Moreno le pidió a Altamira que recapacite del error de 2015 de pedir el voto en blanco: “El PRO está en el gobierno porque ellos votaron en blanco. No vuelvan a hacer lo mismo, en la pelea contra la oligarquía debemos estar juntos. No vuelvan a tomar esta decisión. No vuelvan a cometer ese error. Lo que hicieron en 2015 fue un crimen contra el pueblo. No sean idiotas útiles”.
El trotskismo, como toda interpretación fundamentalista del marxismo-leninismo, enarbola una discurso muy fácil de decir, con consignas como “hay que expropiar a todos los bancos, no hay que pagar la deuda externa, que la crisis la paguen los capitalistas”, etc., pero no explica quiénes serían los sujetos concretos que llevarían adelante esas medidas cuando el 96% de los argentinos jamás siquiera las vota, desconociendo así no solo la relación de fuerzas políticas en el país real, sino incluso la idiosincrasia del propio pueblo argentino. La irresponsabilidad con la que se propalan estas consignas al aire es directamente proporcional a la lejanía de una experiencia concreta de gobierno. Tampoco se explican debidamente las consecuencias que tendrían para el pueblo el llevar adelante su ideario de lucha de clases, que en su simplificación binaria termina mostrando como enemigos públicos tanto al capital financiero internacional como a un pobre dueño “capitalista” de un kiosco de barrio. De llevarse a la práctica esta idea, en la remotísima posibilidad futura de un gobierno trotskista, lógicamente se conduciría al país a una guerra civil que duraría muchos años y que dejaría a una Argentina devastada y con miles de muertos, para finalmente desembocar en una “dictadura del proletariado” que a lo largo del siglo XX supo tener mucho de dictadura y poco de proletaria.
Por eso, frente al proyecto de miseria planificada del Capitalismo y el proyecto colectivizante e insectificante del Comunismo, el general Perón planteó una necesaria Tercera Posición basada en la Comunidad Organizada, con respeto a las necesidades materiales y espirituales tanto de la comunidad como del individuo. Eso en la concreción práctica significó históricamente en la Argentina liberarse del yugo de la deuda externa, controlar el comercio exterior, nacionalizar los sectores estratégicos de la economía nacional, desarrollar la industria nacional, hacer avanzar la ciencia y la tecnología y tener al movimiento obrero organizado como columna vertebral, permitiendo la propiedad privada de los medios de producción allí donde sea útil para el conjunto, en función social.
Puede verse el debate completo entre Moreno y Altamira acá: