Por Ricardo Vicente López
“Los periódicos comenzaron para decir la verdad
y hoy existen para impedir que la verdad sea dicha”.
-Gilbert K. Chesterton (1874-1936)
Parte I
En diversas notas anteriores he abordado el tema de la información pública, poniendo el acento en el uso perverso que practican los grandes medios concentrados [1]. Este es un proceso que comenzó en las primeras décadas del siglo XX, en los Estados Unidos. Fue una etapa de grandes definiciones sobre el destino de ese país. Una de las respuestas posibles a las necesidades que percibía el establishment de entonces: ordenar, educar y construir un pueblo lo más unido posible. El problema que se les presentaba era la diversidad cultural, ideológica, política, espiritual, religiosa, de una población con perfiles contradictorios, con una carga de inmigración muy grande, dispersa sobre un muy extenso territorio.
A esto se le agregaba las consecuencias de la guerra civil, entre el Norte y el Sur, de ribetes muy sangrientos (dejó cerca de un millón de víctimas, aunque esta cifra no se confiesa). La violencia política y militar continuó, una vez resuelta la confrontación interna, con la Conquista del Oeste, mediante la cual extendió su territorio inicial siete veces. La violencia armada se fue convirtiendo en una cultura política, que todavía hoy se puede comprobar en la cantidad de armas que está en manos de una población proclive a los enfrentamientos.
Unificar y homogenizar, en la medida de lo posible, las diversidades poblacionales, con culturas que naturalmente conservaban los inmigrantes de sus países de origen, no era un tema sencillo. A fines del siglo XVIII tenía ya una población de alrededor de cuatro millones de habitantes, un siglo después, fines del siglo XIX, había crecido más de diez veces, alcanzando los cincuenta millones. Estas cifras permiten evaluar la dimensión del problema que debían enfrentar. Los análisis geopolíticos les advertían, a los miembros más importantes del establishment, la posibilidad de convertirse en una gran potencia internacional. Esta posibilidad alimentó esa idea, la cual les planteó la urgencia de resolver los impedimentos que sobre fines del siglo XIX presentaba la población estadounidense. Para ello, la unificación mencionada era una meta fundamental a lograr.
Algunos de los miembros políticos más destacados elaboraron una doctrina que sostenía una línea de acción con una propuesta de convertir a ese pueblo en una unidad política y cultural, en un corto plazo. La tarea era enorme, por lo que el programa no escatimó esfuerzos para ese logro [2].
Le propongo esta reflexión, amigo lector, como una introducción al análisis de un tema actual de extrema gravedad. Para el cual creo que estamos todavía en una posición muy débil para resolverlo. Sin embargo ello no debe ser un impedimento para su análisis y reflexión. Para ello vamos a analizar una nota importante por la calidad de sus autores y su versación sobre el tema.
La nota lleva por título un tema trascendente en el mundo actual: Fake news, medios y Estado – Cómo desarmar la infodemia. Debo decir que considero a este tema uno de los más importantes a resolver para poder pensar una salida satisfactoria hacia un mundo más equitativo y solidario en un tiempo pos-pandemia. Diagnostica la nota:
«Durante la pandemia las fake news potenciaron su capacidad de daño y hoy son uno de los mayores riesgos que deben enfrentar las sociedades. ¿Qué vías de acción son eficaces para combatir la desinformación? ¿Cómo deberían intervenir los Estados? ¿Qué formas consensuadas y eficaces de política pública de comunicación pueden surgir a partir de esta crisis? Un análisis sobre medios, plataformas y las formas futuras de habitar la vida en democracia».
Los autores aseguran que este es un tema que, durante los últimos años monopolizó las discusiones académicas. No han faltado los aportes del periodismo serio (que no abunda). La combinación de nuevas tecnologías que han revolucionado el sistema, lo cual ha tenido un fuerte impacto, tanto en los medios como así también ha golpeado muy fuerte en la política de las sociedades contemporáneas:
«Todo ello ha incidido en el conjunto conformado, según ciertas denominaciones: el paso de un “ecosistema comunicacional industrial” al “ecosistema comunicacional informacional”. Posverdad, fake news y ahora también infodemia conservan marcas de continuidad con prácticas precedentes y, a la vez, expresan novedades que adquieren una nueva dimensión al incorporarse a la jerga cotidiana y de sentido común. La noticia falsa o construida sobre hechos inexistentes apunta, en cierto sentido, a la idea de la desinformación [3]».
Se podrá argumentar que nada de esto es novedoso, su empleo como herramienta política o de manipulación tiene larga historia. Sin embargo, no debe desconocerse que dentro del cuadro político y tecnológico nuevo, de las relaciones complejas que ofrecen esas tecnologías y la utilización que los nuevos actores hacen de todo ello ha alterado el espacio estratégico:
«Incluso pueden comprometerse en su diseño: un contenido que aparece en las redes digitales es, muchas veces, levantado, difundido y explotado por los medios tradicionales. Y viceversa: un contenido nativo de los medios puede viralizarse exponencialmente a partir del accionar de las redes».
A continuación abordan un análisis de un nuevo concepto, manejado en los medios públicos concentrados con cierta liviandad:
«La infodemia, una práctica informativa que genera pánico o promueve conductas incorrectas, es el fenómeno contemporáneo que mejor expuso estos riesgos».
Todo ello demuestra que los actores públicos percibieron la gravedad del fenómeno y el riesgo de que la información sobre la salud de la población mundial comenzaba a correr. Agrego yo que se percibe una falta de responsabilidad del periodismo, sobre todo la de los medios concentrados, en el manejo de la información. Intentan hacer gala de una sapiencia estadística (que no poseen) en la interpretación de los gráficos y en la manipulación de los esquemas, cuadros y gráficos complejos. Todo ello completaba (consciente o inconscientemente) un cuadro de confusiones peligrosas, jugando con la salud psíquica de un público muy alejado de esos manejos. Las consecuencias no son menores:
«Sus efectos profundizaron la erosión de los sistemas y gobiernos democráticos. Expliquemos por qué: las democracias liberales y los Estados modernos descansan en un complejo entramado de relaciones que no podría sostenerse si la ciudadanía no tuviera la certeza de que el poder político actúa respetando las normas. Ese es el principio básico del contrato social que las fake news y la infodemia corrompen».
[1] Se puede consultar sobre el tema en la página www.ricardovicentelopez.com.ar mi trabajo El control de la opinión pública.
[2] Se puede consultar el trabajo del profesor Noam Chomsky El control de los medios de comunicación, en la página rebelion.org (3-7-2004).
[3] Según RAE: «Dar información intencionadamente manipulada al servicio de ciertos fines; dar información insuficiente u omitirla». La precisión es muy importante dado que el lenguaje coloquial le ha quitado la severidad que la definición académica le otorga.