La pobreza extrema es consecuencia de la riqueza extrema. Por Ricardo Vicente López

Por Ricardo Vicente López

Parte I

Una primera aproximación: Consideraciones sobre la riqueza y la pobreza en la antigüedad

«La pobreza extrema es mala en sí misma y es origen de otros males, por ello es necesario buscar los modos para contenerla… constituye un mal social por diversas razones, en general, por el hecho de que puede producir revueltas y crímenes… la revolución, por tanto, tiene dondequiera por causa la desigualdad… La Política no puede permanecer indiferente ante el grave problema de la pobreza…  la economía como tal, sólo usa lo necesario para la vida buena… La estimación de la demanda necesaria no debe ser arbitraria, sino justa, pues es parte de la virtud de la justicia… Así ha surgido la segunda forma de crematística [1] porque al perseguir el placer excesivo procuran también lo que pueda proporcionar ese placer y si no pueden procurárselo por medio del dinero, lo intentan por otro medio usando todas sus facultades de un modo antinatural». Aristóteles La Política

 

Dijo Jesús de Nazaret [2]: “¡Cuán dificultosamente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque es más fácil pasar una soga por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de los cielos… ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?… Un joven rico le plantea a Jesús la cuestión de saber cómo alcanzar la vida eterna. Jesús le recuerda el decálogo y cuando su interlocutor responde que lo ha observado desde su juventud, le dice: “Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes, y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; ¡después ven, sígueme!”. Conceptos de los Evangelios

 

Se habla de la pandemia del corona virus 19 que está amenazando a la población mundial. Sin embargo se oculta la existencia de otra pandemia, de mucha mayor antigüedad: el hambre extrema que azota a una tercera parte de la población actual y sigue avanzando. Estamos ante un viejo problema que pareciera no tener solución. Sin embargo, lo primero que se nos presenta ante una exploración es que el problema del hambre no es nuevo y desde la antigüedad se lo relacionó con la riqueza. Si reflexionamos sobre los términos y los modos en que se lo plantea, y la lógica empleada en las investigaciones de las ciencias sociales, llama la atención la separación de ambos temas como problemas independientes. Más aún, la riqueza desaparece como problema. Todo pareciera indicar que no hay solución posible.

Es más probable que en el corto plazo aparezca una vacuna contra el virus antes de que se encuentre solución al hambre. Veamos qué nos dice sobre esto Oxfam [3].

La desigualdad extrema está fuera de control. Cientos de millones de personas viven en la pobreza extrema mientras las élites más ricas reciben enormes ganancias. Nunca ha habido tantos milmillonarios, y su riqueza ha alcanzado un récord histórico. Mientras tanto, las personas en mayor situación de pobreza del mundo se han empobrecido aún más. Oxfam cree que la pobreza y la impotencia son evitables y pueden ser eliminados por la acción humana y la voluntad política. En la cúspide de la pirámide económica, un reducidísimo grupo de personas, acumulan billones de dólares. Sus fortunas y su poder crecen de forma exponencial. Actualmente, los milmillonarios poseen más riquezas que 4.600 millones de personas (el 60% de la población mundial). Mientras, aproximadamente 735 millones de personas siguen viviendo en la pobreza extrema.

Frente a este escandaloso panorama se nos impone reflexionar sobre las posibilidades a nuestro alcance para modificar este estado de bestialidad. Se dice que el mundo puede ser distinto después de la pandemia [4]]. Frente a una sencilla mirada sobre el tratamiento del tema aparece con claridad, que los planteos e investigaciones que se ocupan de estos temas lo hacen a partir de un divorcio entre la riqueza y la pobreza, como si no fuera posible establecer entre ellos algunas relaciones. Gran parte de la bibliografía sobre economía y/o finanzas parece aceptar como un hecho irrefutable la inexistencia de alguna correlación.

Por ello, y con un desentendimiento totalmente justificado por la academia y los profesionales de estas disciplinas, se sobrentiende que los trabajos que se han intentado demostrar lo contrario carecen de validez científica. Yo me voy a permitir, amigo lector, cometer una herejía: comentar una nota que refuta esas certezas. En una revista electrónica, de importancia internacional, (2/07/2020) la economista y filósofa belga, Ingrid Robeyns, Doctora en Economía por la Universidad de Cambridge; Profesora e Investigadora en el área de la Filosofía en la Universidad de Ultrecht, publica una nota en la que propone la posibilidad de un mundo donde la acumulación de la riqueza tenga un límite y donde los superricos sean vistos como un problema.

No lo propone aplicando impuestos, siempre mal vistos. Su propuesta es convocar a los especialistas a un gran debate que plantee un tema muy sencillo: «¿Cuál es la diferencia aceptable entre el sueldo del gerente y el cajero?. Es decir, hacer que el proceso entero sea parejo». Lo importante del planteo de esta Investigadora es no dejar afuera una de las causas fundamentales del problema: ella denuncia que es la presencia de los superricos. El riesgo presente es que la acumulación de dinero deteriora el correcto funcionamiento de la democracia. Afirma:

«No es posible que la democracia funcione bien si algunos ganan un millón de veces lo que gana una persona común… Durante décadas ha dominado la idea de que los súper ricos triunfan porque trabajan duro y son inteligentes. El economista de la Universidad de Harvard, Gregory Mankiw, lo sintetizó en un artículo del año 2013, titulado En defensa del uno por ciento: “el grupo más rico ha hecho una contribución significativa a la economía y en consecuencia se ha llevado una parte importante de las ganancias”. De esa mirada se derivan dos ideas que están muy presentes en la discusión pública: que la riqueza es un premio justo al esfuerzo (de lo que se sigue que el rico se merece su riqueza y los pobres tienen responsabilidad por su situación); y que el rico es un actor valioso para nuestra sociedad, porque estos “altamente educados y excepcionalmente talentosos individuos”, como los describe Mankiw, generan su propio bienestar y el del resto».

La crisis financiera de 2008, cuyas consecuencias las estamos padeciendo todavía más de diez años después, tuvo la particularidad de poner en duda muchas de las ideas que la biblia de la Universidad de Chicago había proclamado como verdades eternas para todo el mundo. Continúa la Doctora Robeyns:

«Investigaciones en el área de la educación han mostrado que los ricos no son excepcionalmente inteligentes  sino, más bien, personas normales que por el azar de nacer en familias adineradas, accedieron a una educación que les garantizó pertenecer al 10% de más altos ingresos; otros autores no solo cuestionan el “excepcional” talento del rico, sino también la calidad de la educación que reciben, afirmando que lo que realmente aprenden en la escuelas de elite es a comportarse como privilegiados: interiorizan los gustos, las maneras y los contactos que permiten ser reconocidos como parte de un club. Es decir, aprenden a “encarnar” el privilegio. En otras palabras, no serían personas de inteligencia sobresaliente o muy bien preparadas, sino seres normales con una excepcionalmente buena red de contactos».

Quiero subrayar, amigo lector, cómo el planteo ha girado hacia un modo de pensar con una propuesta más abarcadora, que permite incorporar factores que refutan totalmente las conclusiones clásicas, que se han convertido en sentencia bíblica. Por ello yo decía más arriba que el problema radica en el modo de abordar el problema de la riqueza y el de la pobreza, que son primos-hermanos.

[1] En la economía política, especialmente la parte de esta que se refiere al dinero.

[2] El Jesús histórico, de quien ya no hay dudas de su existencia terrena, conmovió a su época.

[3] Oxfam fue fundado en Oxford (1942) durante la II Guerra Mundial para “luchar contra la hambruna” de ahí su nombre: “Comité de Oxford para aliviar la hambruna” (Oxford Committee for Famine Relief). Es una confederación internacional formada por 19 organizaciones no gubernamentales, que realizan “labores humanitarias” en 90 países.

[4] En mi página www.ricardovicentelopez.com.ar., en la sección Reflexiones políticas publiqué la nota nº 87.- que lleva este título ¿Habrá que agradecer al virus su llegada?

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