Evolución histórica y distintas miradas sobre el Capitalismo. Parte II – Por Ricardo V. López

Por Ricardo Vicente López

Parte II
(Puede leer la parte I, acà)

(Una especie de advertencia, para Ud. amigo lector: en algún momento de esta serie de notas puede encontrarse con temas que le pueden parecer repetidos. Lo remito al título: “distintas miradas”, ello significa que, aunque aparezcan algunas repeticiones la diferencia radica en el análisis que haga de esos temas).

Ha pasado demasiado tiempo durante el cual las verdades del Consenso de Washington [1] demostraron su perniciosa eficacia. La profunda crisis que nos dejó el estallido de la burbuja inmobiliaria de 2008 no ha encontrado solución todavía. Están comenzando a aparecer los analistas que proponen revisar los postulados básicos de las viejas verdades. Entonces ¿por qué se sigue insistiendo con las verdades únicas de resultados nefastos? Una de las instituciones de los acuerdos de Bretton Woods, el Fondo Monetario Internacional, que empezó a funcionar en 1946, no registra en su historial ningún éxito como resultado de sus recetas. ¿Por qué volvemos a insistir con sus “consejos”? ¿No deberíamos escuchar a Albert Einstein cuando nos advertía: “No podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos”.

Entonces, sugiero una posible conclusión: ¿Podríamos pensar que ocultarnos las dudas que, desde ya un largo tiempo, aparecen en las mentes más lúcidas de los investigadores de los “países modelos” del “capitalismo avanzado”, es una manera de mantenernos en la ignorancia?  ¿sería ese un modo de la Fabricación de Consensos  de la que habla Chomsky?:

«De acuerdo con Chomsky, la fabricación del consentimiento se articula fundamentalmente a través de los medios de comunicación de masas que, configurados empresarialmente para la búsqueda del “beneplácito de la publicidad” y las audiencias, actúan como generadores de propaganda por las elites gubernamentales y empresariales y como diseñadores de agendas públicas que ya no requieren de la anacrónica censura gubernamental, pues esta es asumida voluntaria y gustosamente por los medios».

Esto nos permite encontrar una punta a partir de la cual podemos comenzar a pensar la necesidad del sistema de seguir manteniendo una prensa que sólo permite el pensamiento único. Es decir, una prensa controlada por los grandes intereses financieros concentrados. En todos estos  debates el vocablo capitalismo se menciona constantemente pero, en realidad ¿De qué se habla?

Un poco de historia

Desde el siglo XIX, fundamentalmente, el enfrentamiento social, político, económico, que representó la Revolución francesa (1789) dividió el espacio político-ideológico en dos bandos, cediendo a la fuerza que emergía de la Asamblea Francesa. Una corriente que estaba representada por los que se resistían a derrocar totalmente la herencia monárquica (la derecha, definida así por su posición frente a la presidencia de la Asamblea) y los revolucionarios (ubicados a la izquierda). Esa división, un poco difusa como concepción política, tuvo mucho éxito y ha llegado hasta nuestros días. Aunque hoy las diferencias entre ambas posiciones se han ido diluyendo, sobre todo en Europa, su tierra de nacimiento. Veamos un poco la historia anterior.

Las formaciones sociales que se fueron diseñando y organizando, como resultado de sus prácticas socio-políticas, a partir de los siglos X y XI, sobre todo en el territorio del norte de Europa, fueron calificadas por investigadores medievalistas [2] del calibre del belga Henry Pirenne (1862-1935) del francés Jacques Le Goff (1924- 2014) y, entre nosotros  el Profesor José Luis Romero (1909-1977), como comunas urbanas. Lo que puede resultar sorprendente para nosotros es que implementaron formas comunitarias de organización social. Éstas privilegiaron la práctica de lo común por encima de los intereses individuales. (Este tema merecerá una nota especial que publicaré más adelante). Con esto quiero decir que hay una historia de más seis siglos que no ha merecido mucha atención, porque serían un mal ejemplo para el capitalismo del siglo XIX en adelante.

El cambio drástico que padecieron esas comunas, partir de lo que se conoció como la Revolución industrial inglesa, de mediados del siglo XVIII hasta comienzos del siglo XIX, arrasó con esas experiencias al introducir lo que hoy conocemos como un orden capitalista. En realidad se puede hablar primero de un capitalismo mercantil a partir del siglo XVI (expansión colonial) y, con mayor precisión de un capitalismo industrial, a partir de fines del XVIII.

«El capitalismo industrial o industrialismo surgió con la Revolución Industrial en el siglo XVIII, a partir de la transformación del sistema de producción. En ese momento se produjo un cambio en el modo de fabricar, hasta entonces, manufacturados. [Hechos con las manos]. Anteriormente, esos productos se realizaban por medio de procesos artesanales y en pequeñas cantidades. Con la creación del motor a vapor y de las máquinas con mayor capacidad de fuerza, se pasó a la producción en gran escala. De esta manera, el capitalismo se concentró en el desarrollo del sistema industrial de producción, el cual necesitaba de mayor mano de obra y, de esta manera, surgió la clase obrera».

Es necesario, en honor a la verdad histórica, reordenar las posibles causalidades: debe ser invertida la relación expuesta en los manuales. No fueron las invenciones las que generaron la Revolución Industrial. La causa es anterior y mucho más profunda. Fue la expansión colonial del Imperio británico la que requirió una producción a escala internacional. Esta presión estimuló la inventiva que respondió con nuevas formas tecnológicas (aprovechamiento de las fuerzas naturales) que catapultó las cantidades de mercancías producidas.

«El colonialismo europeo tuvo dos etapas principales: una primera en el siglo XVI llevada a cabo por los imperios español y portugués, y una segunda oleada que culminó, fundamentalmente, en el último tercio del siglo XIX y primera mitad del siglo XX. Durante este período diversos países europeos conquistaron otros continentes de forma muy rápida. Los principales países colonialistas en esa época fueron Bélgica, Francia, Reino Unido, España, Portugal, Alemania, Italia, Rusia, Dinamarca y Países Bajos. Las causas de este colonialismo fueron principalmente tecnológicas y económicas y, secundariamente, influyeron también factores políticos y culturales».

Debemos entender que esa última etapa se caracterizó por el saqueo de las colonias, tema que en los manuales aparece como parte del comercio internacional. Lo que, por regla general, se oculta es la conquista militar que aseguró una relación de “amo-esclavo” de las metrópolis con las colonias. Si esta expresión, amigo lector, le sorprende esa es una prueba del ocultamiento que los vencedores han realizado con mucha inteligencia y complicidad de las burguesías locales.

[1] El término Consenso de Washington fue acuñado en 1989 por el economista John Williamson. Su objetivo era describir un conjunto de diez fórmulas relativamente específicas, las cuales consideró que constituían el paquete de reformas «estándar» para los países en desarrollo azotados por la crisis, según las instituciones bajo la órbita de Washington D. C. como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos.

[2] Se denomina medievalismo no solo a la cualidad o carácter de medieval,​ sino al interés por la época y los temas medievales y su estudio. Medievalista es el especialista en estas materias.