¿1er. año de Alberto Fernández o 5to. año de Mauricio Macri? promesas incumplidas, ajustes, aumento de la pobreza y ganancias para grandes agroexportadoras y bancos

“El 10 de diciembre voy a recomponer las jubilaciones un 20%”, sostuvo Alberto Fernández el año pasado al periodista Roberto Navarro. “Vos decís que el 10 de diciembre vas a subir las jubilaciones un 20 %?”, le preguntó el periodista. “Por supuesto, a la gente y a los que trabajan”, redobló la apuesta el entonces candidato. Durante todo el primer año no solo no llegó ese aumento sino que fueron recortados la casi totalidad de los haberes, los que se mantienen por el piso, como parte de los ajustes pautados con el Fondo Monetario Internacional.

En el debate electoral, Alberto Fernández le dijo al nefasto presidente anterior, Mauricio Macri: “Cuando usted termine su mandato, la Argentina va a tener un 40 % de pobres. Vamos a ocuparnos de que el hambre se termine”, sin embargo, la pobreza aumentó a un 44% promedio y a un 60% de los niños, la indigencia subió del 8,9 % al 10,1 %. “Nos debe avergonzar que en este país, que produce alimentos para 400 millones de habitantes, no seamos capaces de alimentar a 15 millones de argentinos“. Difícil saber qué hará con la vergüenza ahora Fernández cuando la pobreza alcanza a 20 millones de personas.

“Necesitamos darles a los argentinos una vivienda y vamos a construirlas”, afirmó en el debate. “Es mi compromiso”, dijo. Sin embargo, la encargada del área de Vivienda, María Eugenia Bielsa, terminó renunciando por su inutilidad en el cargo. Un claro caso de “funcionarios que no funcionan”.

“¿Asumis y congelas tarifas?”, le preguntó Luis Novaresio a Fernández, quien respondió: “No se si hay que congelar tarifas, lo que sí hay que hacer es pesificarlas nuevamente”, sin embargo, al día de hoy, las tarifas siguen dolarizadas, la promesa de sigue postergando, y el Gobierno no solo nunca retrotrajo los valores a los precios anteriores a los “tarifazos”, sino que además para el año que viene, se prevén nuevos aumentos por la decisión de “descongelar” las tarifas de empresarios amigos como Marcelo Mindlin.

Pero no todos pierden, al igual que con Macri, el sector energético pasa a ganar fortunas con el Plan Gas de subsidios 2020-2023 para pagar sus deudas con la AFIP. También Fernández les garantiza ingresos por encima del precio internacional de la producción del gas así como muy por encima de sus costos, que las empresas incluso se niegan a informar.

Los despidos continuaron creciendo desde la destrucción de la era Macri, ya se habla de una perdida de 3,7 millones de puestos de trabajo, especialmente no registrado. No hay problema: esa situación ya está prevista desde el “socialismo” y “economía popular” que propone el Banco Mundial y el FMI: planes de todo tipo para evitar los alzamientos sociales pero mantener a todos en la subsistencia y la dependencia.

La clase media, al igual que con Macri, fue una de las más golpeadas: difícil para muchos tramitar un IFE, con decenas de trabas burocrácticas, un paupérrimo cupón de $5000 por mes para personas que tuvieron que cerrar sus comercios y tiendas por las medidas de cuarentenas en todo el país. Para los pocos que quizá creyeran poder ahorrar el mínimo vuelto que les quedaba, el Gobierno reforzó el cepo al dólar que había dejado Macri.

Mientras tanto, los agroexportadoras no pararon su actividad en las cuarentenas, sino que resultaron premiados en su especulación con bajas de retenciones. ¿De qué gobierno suena eso? Sí, el de Mauricio Macri. Esos sectores igual siguen presionando con una devaluación.

También resultó ganador el todopoderoso Grupo Clarín, recibiendo en el año varios cientos de millones de pesos en pauta oficial, mientras miles de pequeños medios resultaban asfixiados con la caída de la publicidad. No es raro, la amistad de Alberto Fernández con Héctor Magnetto es de larga data.

Al igual que en los gobiernos de Macri y Vidal se sigue insistiendo y financiando con miles de millones de pesos las agendas de género, con kioscos de todo tipo para la militancia rentada y en sumisa obediencia a organismos internacionales y hasta la Embajada de Gran Bretaña, por donde múltiples funcionarios y legisladores volvieron a mantener amistosas reuniones con un sonriente embajador Mark Kent. Similares pleitesías reciben las embajadas de EEUU e Israel. Las muertes de mujeres, siguió aumentando, mostrando el error del enfoque.

La excusa que sirve como comodín a la militancia albertista es “la pesada herencia” (¿suena de algún lado?, ¿no habían asumido para mejorar esa herencia, sabiendo del desastre?) y la caída de la economía por la pandemia. Sin embargo, a pesar de llevar adelante una de las cuarentenas más prolongadas del mundo, la que incluyó muertos en controles policiales y el cierre de miles de comercios, la Argentina contabiliza más muertos por millón de habitantes que países que supieron combinar economía y salud.

Difícil cumplir alguna de tantas promesas por parte de un gobierno socialdemócrata disfrazado de peronista, más aún mientras negocia ajustes con el FMI y la Asociación Empresaria Argentina y luego de ceder a los acreedores privados de la usura internacional y de una deuda absolutamente ilegítima 17 mil millones de dólares de su oferta original. Desde este punto de vista, ambos gobiernos son incluso complentarios, unos pagan lo que otros endeudan en un ciclo sin salida. La posibilidad de que la paguen las agroexportadoras con sus ganancias extraordinarias jamás es siquiera pensada. Incluso hubo emisión de nueva deuda por parte de Martín Guzmán para que fondos buitres, como Templeton, pudieran salir con comodidad de la Argentina.

En este contexto trágico, el Gobierno apuesta a festejar la aprobación de la ley de aborto el 29 de diciembre, a pocos días de la Navidad y casi el Día de los Santos Inocentes, que recuerda la matanza de niños en los tiempos de Jesús.