Sobre el papel del Estado en situación de pandemia

Por Ricardo Vicente López

¿Cuál es el Estado que necesitamos, ahora y de ahora en adelante?

La sapiencia del doctor Victorio María José Taccetti [1] (1943) – Diplomático de carrera argentino, con largas experiencias en el exterior, ha acumulado una cierta sapiencia que intenta volcarla como una colaboración para pensar la política en nuestro país. Con una parábola sobre el papel del virus, que ha obligado a un replanteo obligado, aquí y en gran parte del mundo nos dice:

«El coronavirus nos está dando algunas lecciones, aceptadas por muchos aunque no por todos. Una primera lección es que habíamos olvidado la importancia del rol del Estado, y ahora nos damos cuenta de la relevancia que tiene la acción gubernamental en esta circunstancia. Vemos claramente una diferencia en el éxito en enfrentar a la pandemia en aquellos países con un Estado activo, equipado y conductor, y el fracaso de aquellos donde el Estado, tan vilipendiado desde el acceso del neoliberalismo, está ausente».

Esta afirmación exige una explicación acerca de por qué se ha dado en esos términos. Por lo pronto cuáles son esos países de éxito, cuáles han caído en el fracaso, y ¿por qué unos y otros?

Propone una reflexión para orientar la búsqueda de algunas respuestas: ¿Cuál es el Estado que  necesitamos, ahora y de ahora en adelante? Se puede decir de este modo: el gran triunfo del neoliberalismo, impulsado por los mayores capitales del mundo, formulado intelectualmente por la Escuela de Chicago y llevado a la práctica por Pinochet, Thatcher y Reagan, condensado en el Consenso de Washington, está demostrando sus enormes falencias frente a la pandemia.

¿Qué fue el Consenso de Washington? Según nos informa Wikipedia:

«El término Consenso de Washington fue acuñado en 1989 por el economista John Williamson. Su objetivo era describir un conjunto de diez fórmulas relativamente específicas, las cuales consideró que constituían el paquete de reformas «estándar» para los países en desarrollo azotados por la crisis, según las instituciones bajo la órbita de Washington D. C. como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos».

Le ruego, amigo lector, que relea cuidadosamente las instituciones internacionales que proponían, según sus criterios, cuál era la crisis, cuáles eran las causas que las habían provocado y cuáles eran las medidas necesarias para resolver la cuestión. Ud. se preguntará cuáles eran los propósitos, aparentemente honestos y desinteresados, que ponían en movimiento esa ayuda.

Dice el doctor Taccetti:

«Hoy escuchamos auspiciosamente muchas voces que se levantan para reivindicar el rol del Estado. Pero aquí es pertinente plantearse la “pregunta del millón”: ¿Cuál es el Estado que necesitamos, ahora y de ahora en adelante? No es sencillo avanzar sobre la propuesta de un modelo de Estado determinado, hasta no tener un cuadro certero del panorama de pos-pandemia. No es disparatado pensar en una situación de posguerra con sus correspondientes desastres de toda índole, incluido el estado anímico, cultural, político y económico de la población».

El doctor sigue sus reflexiones dando por terminada la catástrofe, por eso escribe: «una vez pasada la emergencia del presente» sobre cuyo estado y consecuencias no arriesga ningún comentario.

«La intención es proponer un diseño de Estado y las características que debería tener la acción gubernamental, de modo habitual, gestionar los avatares normales de la vida en sociedad,  tales como: 1.- un trabajo digno para todos; 2.- acceso a los bienes básicos de una vida digna: salud, educación, vivienda, esparcimiento, un nivel aceptable de seguridad, protección para la etapa post-laboral en la ancianidad, etc.; 3.- libertad de expresión, no sólo por la falta de coacción afirmativa sino también asegurando la posibilidad de acceso efectivo a los medios de prensa y las redes sociales; 4.- practicar una política activa de inclusión social, a través de programas que fomenten el trabajo de los excluidos del mundo productivo, capacitándolos de modo rápido y eficiente. Etc.»

El logro de estos objetivos no puede ser declamatorio sino efectivo. Agrego yo: «Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar» decía el general Perón. No agrego esto porque piense que el autor de estos comentarios tenga afinidades peronistas. Yo quiero decir que en los tres gobiernos del peronismo gran parte de lo que está proponiendo estaban enunciados y practicados. Agrega el autor:

«Es bastante común observar a prestadores de servicios, públicos o privados que, por bajo que sea su nivel, creen que deben hacer sentir a los usuarios su poder, con el propósito inconsciente de humillarlos. Esto es observable en algunos policías, guardas de trenes, dependientes de oficinas públicas, etc. Cuanto más insegura de su valía sea la persona, mayor es su tendencia al autoritarismo. [Sería interesante preguntarle al Señor Embajador si fue a visitar los comedores comunitarios, si visitó los hospitales que atienden a los contagiados de la pandemia, para ver si encontró allí lo que describe]. En este sentido, es maravillosa la enseñanza de vida que está dando el Papa Francisco, que predica con la palabra y el ejemplo, con una actitud misericordiosa, tratando de comprender y ayudar al semejante,  desde una posición humilde y no altisonante, muy bien graficada en el habitual pedido final de todas sus alocuciones: “recen por mí”». [No debe haber leído las felicitaciones y el apoyo a todos los que están y estuvieron en la primera línea de fuego frente a la pandemia].

Las buenas intenciones son muy importantes, son bienvenidas, y quiero suponer que el Doctor Taccetti, no carece de ellas. Pero sospecho un aire ideológico del progresismo europeo, pero de una Europa de los años dorados. ¿Dónde están hoy esas ideas maravillosas deseables? No es esa cultura un buen punto de referencia para la reconstrucción del Estado en nuestra Argentina. Es esperable que en el futuro haya más argentinos que piensen en argentino.

[1]   Abogado por la Universidad del Salvador (Buenos Aires); Diplomático de carrera argentino; Instituto del Servicio Exterior, Medalla de Oro del Curso de Especialización en Relaciones Económicas Internacionales; Maestría en Ciencias Políticas – University of Houston, Texas. Se desempeñó como embajador en México, Italia y Alemania, y Secretario de Relaciones Exteriores de la Nació; fue Vicecanciller, Embajador en Italia, Alemania y la OEA.

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