Pospandemia: nada está definido de una vez y para siempre. Por Ricardo V. López

Por Ricardo Vicente López

Desde hace ya algunos años leo con mucha atención, los análisis de una investigadora que ha demostrado ampliamente poseer una mirada aguda y profunda sobre el mundo actual. Agrega a ello una capacidad sorprendente para manejar cantidades importantes de información, nacional e internacional. Todo ello tamizado por una notable inteligencia crítica. Seguir sus publicaciones me han ayudado mucho a entender los endiablados caminos de esta etapa del escenario político en sus diversas dimensiones. El criterio con el cual los selecciona y analiza aporta un modo ordenado y explicativo, que la coloca muy por encima del periodismo de estos días. Algunos datos autobiográficos:

Licenciada en Sociología (UBA); Doctora en Sociología por la Universidad René Descartes de Ciencias Humanas de la Sorbona (París); es investigadora y docente en áreas de economía política, sociología y antropología; ha publicado varios libros: “Etapas de acumulación y alianzas de clase en la Argentina, 1930-1970”; “Acumulación del capital y crisis política en la Argentina, 1930-1974”; “La economía política argentina. Poder y clases sociales. 1930-2006”. Es columnista de www.elcohetealaluna.com.

El método que utilizaré para acercar a Ud., amigo lector, su pensamiento y sus análisis político-económicos consistirá, simplemente, en citar párrafos de sus investigaciones y comentarlos. Intentaré ser fiel a lo que expresa, complementando con aquello que me parezca aclaratorio, siempre con el cuidado de no traicionar lo que nos comunica.

Comienzo con un señalamiento que la autora hace que me parece muy importante en estas circunstancias. Diría que, sin exageraciones de mi parte, propone un faro que ilumina el camino a recorrer:

«Después del coronavirus el mundo no será el mismo. En esto hay consenso a lo largo y a lo ancho del planeta. La índole del futuro que nos espera está, sin embargo, estrechamente ligada a las acciones que se toman en el presente. Hoy sabemos que el conocimiento y la acción pueden modelar las circunstancias y aproximarnos a los fines que nos proponemos. También sabemos que nada está decidido de una vez y para siempre.

Para ubicarnos en el plano de análisis que nos ofrece la autora, debo decir que nos propone una reflexión sostenida por la filosofía política (para más detalle: una filosofía de la historia). Desde allí afirma que el futuro no es simplemente un tiempo que vendrá, sino que es el resultado de las acciones que se toman en el presente. Al cerrar este párrafo agrega: «sabemos que nada está decidido de una vez y para siempre». El sabemos no es un afirmación respecto de la convicción de un público masivo. Una gran parte de los ciudadanos de a pie, trabajados por una larga prédica mediática de más de medio siglo, piensa de dos posibles modos que rechazan esta afirmación: a) la historia tiene una marcha preanunciada hacia un fin apocalíptico, todos está escrito, la vida camina hacia un final anunciado; b) el proceso de la historia es un eterno enfrentamiento de factores en permanente lucha cuyo resultado azaroso es, por lo tanto, impredecible: la historia nos demuestra un “sálvese quien pueda”, en el cual sobreviven pocos.

Por lo tanto, creo que el sabemos es un llamado de atención para que el lector tome nota de esta afirmación: sabemos (aunque no todos lo sabemos, es necesario que se lo tome como un punto de partida del análisis. Entonces ¿qué es lo que sabemos? Que nada está decidido de una vez y para siempre. Es una apuesta por la recuperación de la libertad que proclamó el ciudadano de la Francia de 1789. El hombre es libre, es dueño de sus propio destino, en tanto miembro de una comunidad histórica que esté dispuesta a luchar por esa libertad. La historia está en nuestras manos, siempre y cuando no nos dejemos arrastrar por ideologías neoliberales que intentan condenarnos a la condición de títeres de los mercados.

Nos comunica la siguiente convicción: «Después del coronavirus el mundo no será el mismo». Esto nos enfrenta a la pregunta respecto de ¿cómo será? Y la respuesta está contenida en la reflexión que le he propuesto en el párrafo anterior. Lo sintetizo de este modo: Si aceptamos que la historia no está escrita la respuesta queda a cargo de nosotros y se formula así: será como nosotros propongamos que sea, si estamos dispuestos a asumir la libertad que la Modernidad nos legó.

Nuestra investigadora nos propone un siguiente párrafo, en el cual hace referencia a una gran oportunidad, a partir de las enseñanzas respecto de cómo se han ido resolviendo las crisis en los diversos países ante los destrozos que genera el virus:

La mayor intervención del Estado en la economía, en una situación de resquebrajamiento de la producción global, abre la oportunidad de un futuro crecimiento económico orientado por las necesidades locales. Se abre así la posibilidad de un desarrollo nacional con inclusión social en los países de la periferia.

El centro de lo que dice está condensado en las primeras palabras que son la clave de este análisis: «La mayor intervención del Estado». Tiempo atrás, y no tan atrás, esta afirmación podría haber sido calificada de bolchevique por los representantes más cerrados del pensamiento neoliberal. La pandemia ha logrado destrozar, sólo con su presencia, el telón que ocultaba las condiciones de profundas desigualdades socio-económicas y las escasas prevenciones para atender este tipo de catástrofes. Los ocultamientos, muy bien trabajados por una prensa internacional que sólo publica el discurso único: el que enaltece las libertades (de los pocos) y oculta las carencias y privaciones (de los muchos). Ese discurso ha sido elaborado a partir de las rigideces ideológicas del fundamentalismo neoliberal. Sin embargo, habían sonado advertencias serias que anunciaban todo lo que el coronavirus puso de manifiesto. Dice nuestra investigadora:

Desde la crisis financiera de 2008 las políticas adoptadas por los bancos centrales de los países más desarrollados del mundo derivaron en un crecimiento del endeudamiento que hoy representa el 322% del PBI global. Desde entonces, el crecimiento del endeudamiento norteamericano ha sido incesante y el crecimiento anual del PBI norteamericano ha sido un 45% inferior al logrado en los 60 años previos, periodo que incluye once recesiones.

En estas líneas aporta un análisis económico-financiero que corre el telón que ocultó, durante más de una década, el estado del mundo que había emergido de la terrible crisis financiera de las hipotecas sub-prime. Estalló por la situación de los bancos que habían acumulado, lo que se había definido como hipotecas basuras [1]. El salvataje de los grandes Bancos sumergió el mundo en una deuda que representa cifras impresionantes (322%), muy ocultadas, como también una caída del PBI de los EEUU del 45%. Amigo lector, nuestra investigadora nos enfrenta a un cuadro gravísimo que demuestra la decadencia del capitalismo global sometido a una deuda impagable (¡así como Ud. lo lee!). Este es el escenario actual en plena pandemia. El mundo próximo presentará un cuadro peor. Agrega después:

Los ciudadanos de a pie tienen la oportunidad de conocer que son los más, que pueden transformarse en una fuerza social e imponer su impronta al mundo que viene. La mera existencia de esta posibilidad influye hoy en las decisiones de los que, desde la suma del poder político, quieren reducir a un status quo [2].

Creo, amigo lector, que coincidirá conmigo en que estamos frente a una persona que piensa, analiza y comunica con mucha claridad. Una claridad que posibilita que podamos comprender, o por lo menos aproximarnos a una comprensión, del difícil escenario del mundo actual. Allí pueden emerger las posibilidades de construir un camino de salida hacia una sociedad más justa. Nos propone una mirada más abarcadora que nos abre una puerta hacia un futuro posible, que los poderosos de hoy intentan ocultarnos. Es también importante saber que todo esto, los amos del mundo, ya lo saben y se preparan para impedir que suceda. Ello nos debe advertir las dificultades que nos esperan frente a la guerra informática que se avecina. Por ello la necesidad impostergable de acudir a fuentes confiables que nos brinden una información veraz.

[1] La crisis en Estados Unidos y luego en Europa, se debió a la acumulación de hipotecas incobrables. denominadas hipotecas basuras, utilizadas para la adquisición de viviendas, para clientes con muy escasa solvencia.

[2] Expresión latina con que se hace referencia a la conservación de un estado, o situación de ciertas cosas, como la economía, las relaciones sociales o la cultura, congeladas en un momento determinado.

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