De acuerdo al informe publicado por el Barómetro de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, como producto del fuerte estancamiento económico, la alta inflación (57% interanual) y el aumento del precio de los alimentos (incluso por encima del promedio inflacionario), solo en 2018 hubo 600 mil chicos que cayeron en la pobreza. El 11,2 por ciento (1 millón 467 mil niños y adolescentes) además experimentaron hambre por falta de recursos. Este dato complementa la información brindada por el mismo organismo a fines de marzo, que anunciaba que 2 millones de argentinos pasaron a ser nuevos pobres durante el pasado año.
El informe mide la pobreza multidimensional infantil, basada en las privaciones en seis dimensiones: alimentación, salud, educación, vivienda, acceso a la información y saneamiento. Estos resultados se combinan a su vez con la pobreza por ingresos. El porcentaje de niños doblemente pobres (según estos dos criterios mencionados) aumentó, pasando del 37,1 por ciento en 2017 a 41,2 por ciento en 2018. En términos absolutos, 600 mil niños y adolescentes más en situaciones de pobreza. Sin embargo, en términos monetarios, el 51,7 por ciento de los niños argentinos ya vive en hogares pobres.
Según la UCA, la inseguridad alimentaria en 2015 afectaba al 5,7 por ciento de los niños, duplicándose para 2018 al 11,2 por ciento.
Como venimos diciendo, todo indicaría que la pobreza real sería muy superior a estos datos de la UCA. recordemos que para esta institución, la pobreza en 2015 era del 28,7% y en 2018 solo habría subido al 31,3%. Es evidente que una caída del salario mínimo en dólares de más del 50% vía devaluaciones y paritarias por debajo de la inflación, el aumento de la desocupación a cerca de dos dígitos y los continuos incrementos tarifarios necesariamente deberían llevar los porcentajes de pobreza muy por encima de un 3,6% que habría aumentado entre 2015 y 2018 (31,3%, 12,7 millones de personas).
