Las desigualdades sistémicas del capitalismo globalizado. Una crítica a Thomas Piketty. Por Ricardo V. López

Por Ricardo Vicente López.

Me parece necesario agregar algunos comentarios a notas anteriores respecto del tema de la igualdad-desigualdad. Antes analicé el recorrido histórico del concepto, ahora voy a centrarme en la relación inescindible que éste tiene con la estructura de clases del sistema capitalista y con las coberturas ideológicas que funcionan como discursos justificatorios del perverso orden social existente.

Lo que me impulsó a volver sobre el tema es un muy inteligente comentario del Doctor Vicenç Navarro López (1937) – médico, sociólogo y politólogo español, de larga carrera académica: Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Barcelona, de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Pompeu Fabra, Profesor en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (EEUU)​ y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Lérida. Dirige también el Observatorio Social de España. Es considerado uno de los investigadores españoles más citados en la literatura científica internacional en ciencias sociales. Publicó una nota crítica en la que comenta el segundo libro de Thomas Piketty, Capital e ideología (2019).

Algunos datos sobre el autor de este libro. El Doctor Thomas Piketty es un economista francés, especializado en el tema desigualdad económica y distribución de la renta. Desde el año 2000 es Director de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales; Profesor Asociado de la Escuela de Economía de París y Director de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales. Publicó El capital en el siglo XXI (2013), un libro que sacudió el mundo académico europeo, y se extendió a gran parte de los centros académicos del mundo. Denunciaba en él que el problema de la desigualdad es el resultado de una concentración constante del aumento de la riqueza en los últimos 250 años de sistema capitalista y que continúa hoy.

Amigo lector, le ruego me perdone por lo que puede parecerle exagerado cada vez que detallo los antecedentes de aquellos a quienes cito. Me mueve a ello la necesidad de subrayar su autoridad intelectual en el tema de ambos académicos. La proliferación de plumíferos [1] que hablan o escriben en los medios de comunicación, con supuestos saberes científicos, generan distorsiones y confusiones, no siempre inocentes. Por tal razón, los antecedentes anteriores dan garantía de formación y versación.

Al publicar este segundo trabajo Capital e ideología, avanza sobre sus tesis anteriores. No voy a entrar en el análisis de ambos textos porque no creo tener la capacidad para ello. Voy a transcribir parte de las críticas que le hace Vicenç Navarro, y voy a concentrarme en algunos aspectos que ambos acuerdan respecto de señalar la desigualdad social como la causa más severa de la pobreza existente y de su escandaloso crecimiento. Es especialmente atrayente la crítica que le hace al segundo libro de Piketty:

Lo que es interesante es que apenas se habla de otro término (o concepto) que está claramente relacionado con el tema de desigualdades. Y me refiero al vocablo (o concepto) de explotación, poco citado y todavía menos analizado, por ser considerado demasiado polémico. Los datos, sin embargo, muestran que es casi imposible entender la enorme evolución de las desigualdades en el mundo capitalista desarrollado de hoy sin hablar de explotación.

Vicenç Navarro propone una respuesta a esta pregunta ¿Qué es la explotación?:

En realidad, el concepto explotación es muy fácil de definir: “A” explota a “B” cuando “A” vive mejor a costa de que “B” viva peor. “A” y “B” pueden ser clases sociales, géneros, razas, naciones o ambientes. Un ejemplo: cuando a un trabajador se le paga menos de lo que contribuye con su producto o servicio a fin de que su empleador (el empresario) pueda aumentar más sus beneficios, hablamos de explotación de clase… Cuando un Estado–nación impone a otro más pobre las condiciones del comercio internacional que le favorecen, a costa de los intereses de esa nación pobre, hay explotación de nación.

Propone una tesis que se desprende del análisis del concepto explotación y de su incidencia en el crecimiento de las desigualdades:

Pues bien, una de las desigualdades más acentuadas, y que han aumentado más sustancialmente desde los años ochenta del pasado siglo han sido las desigualdades por clase social, y ello se debe al aumento de la explotación de clase. Esto explica en gran medida la evolución de estas desigualdades de clase, las cuales, a su vez, afectan a otros tipos de desigualdades como las de género. La explotación de clase centra la dinámica de las sociedades capitalistas hasta tal punto que no se puede entender la génesis ni el desarrollo de la Gran Depresión o de la Gran Recesión en el mundo capitalista desarrollado sin analizar la evolución de tal explotación.

Como prueba de la importancia de esta tesis cita al Doctor Paul Krugman (1953), economista estadounidense, Profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton, de Yale, del MIT, de la Escuela Económica de Londres y Stanford; Premio Nobel de Economía (2008), quien ha reconocido también esta realidad. A pesar de sus críticas Navarro le reconoce a Piketty, que sus tesis no están lejos de estos análisis ya que recuerda en su libro la famosa cita de Karl Marx: “La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases”.

Respecto de la justificación ideológica, como uno de los elementos estabilizadores del sistema capitalista, subraya la meritocracia [2], aunque sostiene que ya va perdiendo toda su credibilidad y capacidad cohesionadora, pues cada vez son menos los que la creen. Y esto es un muy buen criterio para comprender las dificultades actuales que muestra el capitalismo para sostenerse como sistema dominador. Esta realidad muestra el poder de las ideologías en la configuración de las desigualdades, y es precisamente la crisis lo que mejor la pone en evidencia.

Naturalmente las ideologías de clase no son las únicas, pues cada tipo de explotación genera diferentes ideologías. La explotación de género se sostiene gracias a la existencia de ideologías que reproducen tal explotación. Para mostrar esto cita a una especialista:

Como ha escrito la Socióloga británica Rosalind Gill (1963), teórica cultural feminista, Profesora de Análisis Social y Cultural en la Universidad de Londres en su libro Cultura y subjetividad en tiempos neoliberales y postfeministas, el neoliberalismo, ideología de la clase capitalista, influenció en la expansión del erotismo en la moda femenina, a fin de empoderar a la mujer para competir en el mundo dominado por el hombre en términos que reproducían también el dominio del machismo, que veía a la mujer como objeto de deseo del hombre. Lo que la mujer (liberal) creía que era la libre expresión de su voluntad era, en realidad, la reafirmación de su opresión, presentándola como objeto de deseo.

Para avanzar en el tema de la relación entre ideología y explotación describe lo siguiente:

Una situación semejante se da en las ideologías basadas en la explotación de raza y de clase. El racismo ha jugado un papel clave en desempoderar al mundo del trabajo, dividiéndolo por raza. Es de sobra conocido que el racismo juega un papel clave en la desunión de la clase trabajadora. Como bien dijo Martin Luther King una semana antes de ser asesinado, “la lucha central en EEUU que afecta a todas las demás es la lucha de clases”.

A pesar de que desde el sur nos parece que el avance de las derechas parecen consolidarse, todas ellas son diversas modalidades del neoliberalismo: sin embargo, las voces de los pueblos explotados están anunciando que no están dispuestos a seguir siendo explotados. El General Perón sentenció hace más de medio siglo: «Cuando los pueblos agotan sus paciencias suelen hacer tronar el escarmiento». Vicenç Navarro detecta que algo similar se está insinuando en los países centrales.

Hoy la gran mayoría de países a los dos lados del Atlántico Norte están experimentando una enorme crisis de legitimidad de sus Estados, resultado en gran parte de la aplicación de las políticas públicas neoliberales impuestas por los partidos gobernantes. Hoy estamos viendo el fin de una etapa en la que el poder de las clases dominantes ha alcanzado un nivel tal que la propia supervivencia de los sistemas democráticos está en juego.

De las críticas que el autor de la nota le hace al libro de Piketty se desprenden ideas que pueden ser iluminadoras para nuestro continente, hoy tan asediado. La brutalidad que avanza es un síntoma de impotencia y decadencia. Los pueblos lanzados a las calles son formas de las advertencias que anuncian cambios profundos.

[1] Escritor o periodista mediocre se cree genial pero en realidad no es más que un vulgar redactor.

[2] Estrictamente hablando, es un sistema de gobierno basado en la habilidad (mérito) en vez de la riqueza o posición social. El problema sin resolver es definir en forma precisa qué se entiende por mérito.

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