Por Ricardo Vicente López
Parte I
El periodista argentino Eduardo Febbro (1956), trabaja en la redacción de Radio France Internationale y es corresponsal del diario Página 12 en París, entrevistó al Doctor Bertrand Badie (1950) Politólogo francés especializado en Relaciones Internacionales; Profesor emérito del Instituto de Estudios Políticos de París y Profesor Investigador Asociado en el Centro de Estudios e Investigación Internacional; Miembro de la Junta de la Asociación Francesa de Ciencia Política y del Comité Ejecutivo Asociación Internacional de Ciencias Políticas. Cito sus importantes antecedentes académicos para avalar la importancia y la versación en los temas que aborda.
Es muy importante subrayar que este profesor ha desarrollado una obra a través de la cual «siempre intentó observar el mundo desde el otro lado». Esta condición de sus elecciones investigativas provoca grandes rechazos en el mundo académico en el que trabaja. Dice Febbro:
No piensa desde las potencias occidentales sino desde ese Sur olvidado y menospreciado. La debilidad de los Estados del Sur, consecuencia de la condición colonizada, más la humillación a la que han sido sometidos. Éste ha sido el objeto central de sus investigaciones. Todo esto, se refleja en el título de varios de sus ensayos: El tiempo de los humillados, Los desvíos oligárquicos del sistema Internacional, La impotencia del poder, Cuando el Sur reinventa el mundo, Las nuevas formas de la dominación internacional, y varios más. Esto lo convierte, como puede comprenderse, en un personaje no muy bien visto en el ámbito académico de las universidades centrales.
La importancia que le atribuyo a este investigador es la de romper lanzas con el pensamiento dominante en la gran mayoría de las más importantes universidades del mundo, con especial peso en las de los EEUU. Sigue Febbro:
La actualidad internacional le ha dado la razón a muchas de las líneas de los análisis de Bertrand Badie. La insurrección social que estalló entre 2018 y 2019 en una docena de países contra las políticas neoliberales forman parte de ese rediseño del mundo protagonizado por el Sur. Son los llamados “débiles” quienes, hoy, reconfiguran el sistema y, con ello, impulsan el “segundo acto de la globalización”. El primero fue liberal, este será social. Badie pone en el centro de esta reescritura del mundo el carácter inter-social de los protagonistas: ya no son los Estados ni un sistema político desacreditado y corrupto los que se encargan de conducir la historia: son los pueblos, las sociedades, quienes asumen esa reinvención. Esa es la paradoja alucinante de la contemporaneidad: la potencia del poder de la debilidad. Hemos cambiado de época, de paradigma y de actores.
Esta condición de las ideas Badie, la de mirar y pensar el proceso de la globalización desde la óptica de la periferia, tiene alta probabilidad de encontrar cierta incomprensión entre nosotros. Este nosotros somos una franja de clase media, que consume lo que los grandes medios nos proponen, más las usinas ideológicas de las universidades, más los grandes centros de pensamiento (Think Tank, en su versión en inglés) que alimentan la información pública. Nuestra mentalidad está trabajada por esa lectura de medios escritos de acuerdo a las líneas rectoras que emanan de los poderosos del mundo. De ello resulta la conformación de ideas madres, categorías de pensamiento [1]. Se agrega a ello nuestra condición de personas insertas en la cultura occidental moderna, que nos formamos en institutos que trabajan en una atmósfera intelectual condicionada por una concepción cientificista [2]. Esta herencia intelectual, profundamente integrada en sentido común de clase media culta, dificulta pensar desde la tradición de otras culturas, sobre todo las de raíces latinoamericanas. El resultado de ello es lo que es necesario calificar como cierta incapacidad intelectual, cierta cerrazón ideológica, y hasta una falta de interés que rechaza lo que parece, o se desea. no entenderse.
La pregunta que le propone Febbro apunta a aclarar la dificultad que he señalado: – «Hace tiempo que ha plasmado en sus ensayos lo que hoy es una evidencia: la impotencia de los poderosos. Hoy es la debilidad quien se toma su revancha. ¿Es la debilidad la que conduce hoy al mundo?» Sin embargo no es sencillo pensar para nosotros que la debilidad pueda imponerse a la potencia de los fuertes. Le ruego, amigo lector, un esfuerzo extra para seguir el pensamiento del Profesor:
La agenda internacional está más controlada por el Sur que por el Norte. Los grandes acontecimientos que condicionaron este principio del Siglo XXI son acontecimientos oriundos del Sur. El Norte es prisionero de una agenda fijada por los actores del Sur. Por primera vez en la historia, la competencia internacional se plasma no ya entre actores iguales sino entre actores de tamaño y capacidades diferentes. En el plano internacional, la potencia perdió toda su eficacia. La súper potencia norteamericana, que cubre el 40% de los gastos militares en el mundo, no ganó ni una sola guerra desde 1945, exceptuando las guerras bajo mandato de la ONU como la gran coalición (“Tormenta del desierto” 1991). Las demás potencias militares también fracasaron: Rusia en Afganistán o Francia en África. El instrumento militar era la expresión absoluta de la potencia, pero ha perdido ante actores mucho más pequeños.
Esto puede llevar a pensar algo que resulta poco lógico, según los cánones tradicionales: no es sencillo aceptar que «el poder está cambiando de manos y de región» según el planteo del Profesor, él sugiere lo siguiente:
Ahí hay un enigma que se explica, en parte, por la descolonización. La descolonización [3] les dio a los débiles medios de acción y de intervención que eran desconocidos y que resultaron cada vez más eficaces: formas de conflicto, movimientos sociales, etc. Esto neutralizó las estrategias de la potencia tradicional. El segundo elemento es la globalización, que introdujo la interdependencia. Si el débil depende del fuerte, este también depende, cada vez más, del débil: puede ser el suministro energético, la estabilidad regional, el desplazamiento de poblaciones. Luego, la caída del Muro de Berlín y el fin de la bipolaridad tuvo como consecuencia algo inesperado, es decir, el fin de las políticas de poder. Entonces, efectivamente, para comprender las crisis de hoy es mejor mirar los indicadores de la debilidad, antes que los indicadores de la potencia.
Insisto en señalar, para nuestra reflexión, la dificultad que nos presenta aceptar estos nuevos términos de la ecuación del poder internacional. Por esta razón el Profesor reconoce la herencia que pesa sobre la periferia:
La colonización es el origen de todas las debilidades que constatamos hoy. La colonización rompió la dinámica institucional de las sociedades y por ello no pudieron producir por sí mismas sus propias instituciones. Y cuando un pueblo no produce sus propias instituciones estas son poco legitimas, poco respetadas y en nada dignas de confianza. La colonización ahogó igualmente la constitución de sociedades civiles horizontales, de asociación y de solidaridad. En África, donde el islam era minoritario, se volvió mayoritario porque funcionó como un instrumento de afirmación contra la potencia colonial. Cuanto más humillados han sido los pueblos, más dispuestos estuvieron a recurrir al conflicto como instrumento de afirmación y reconquista. La colonización desempeña un papel enorme en las crisis actuales. América Latina tuvo la suerte de haber conocido una descolonización temprana y con ello pudo construir su propia modernidad.
Muchos hemos conocido la historia de David y Goliat, recogida en la Biblia. Y, aunque no la hayamos leído, sabemos que habla: de la victoria del pequeño frente al grande, del desvalido frente al poderoso. Nos recuerda que aunque tengamos aparentemente todo en nuestra contra, siempre habrá posibilidades de salir triunfante. Es una peculiar metáfora que se ha extendido por todo el planeta, que expresa el anhelo universal de los pueblos de liberarse de la opresión de los supuestos poderosos. Debemos preguntarnos, siguiendo al Profesor, ¿la debilidad no será una condición de nuestro modo de pensar, más que sólo una condición objetiva?
[1] Las categorías se forman en el proceso de desarrollo histórico del conocimiento. Permiten al hombre llegar a conocer el mundo que le rodea. El proceso mediante el cual la realidad se refleja en la conciencia es un proceso complejo. Uno de los rasgos más esenciales del pensamiento abstracto, consiste en la formación de los conceptos.
[2] Sugiero para una comprensión más detallada de estos temas El marco cultural del pensamiento político moderno.pdf en la página www.ricardovicentelopez.com.ar
[3] La descolonización es el proceso de independencia política de una colonia o territorio en relación con la nación extranjera que lo dominaba. El término apareció después de finalizar la Segunda Guerra Mundial para referirse al proceso político, impulsado por la Organización de las Naciones Unidas, de poner fin al Colonialismo, mayoritariamente europeo.