El espíritu del capitalismo languidece ante la democracia liberal. Por Ricardo V. López

Por Ricardo Vicente López

Un aspecto muy interesante de la crítica al capitalismo, que fue desarrollada desde el centro del sistema, lo propuso el sociólogo Daniel Bell [1] (1919-2011), Profesor Emérito de la Universidad de Harvard, miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias. Su reflexión sobre el sistema se basa en sus investigaciones sobre el modelo de capitalismo estadounidense, que ofrece peculiaridades que las expone en su libro Las contradicciones culturales del capitalismo (1976). Para una aproximación más detallada a nuestro tema debemos recordar que Bell leyó con mucha atención y un muy fino análisis la tesis del sociólogo y filósofo alemán Max Weber [2] (1864-1920), Su gran aporte lo publicó en su libro La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1905).

En esa investigación propone incorporar dimensiones de los orígenes de la sociedad capitalista no detectadas hasta entonces. Nos hace pensar el capitalismo partiendo de condiciones muy específicas y excepcionales que condicionaron su aparición: la existencia desde el comienzo de una transformación estructural de la cultura religiosa cuya matriz debe buscarse en una especie de revolución interior de la Iglesia Católica:

«Se conoce como Reforma protestante —o, simplemente, la Reforma— al movimiento religioso cristiano iniciado en Alemania en el siglo XVI por Martín Lutero, que culminó en un cisma de la Iglesia católica. A partir de allí habrá numerosas iglesias agrupadas bajo la denominación de protestantismo. La Reforma tuvo su origen en las críticas y propuestas de diversos religiosos, pensadores y políticos europeos. Ellos buscaron provocar un cambio estructural en la Iglesia católica. Además, negaron la autoridad del papa sobre toda la cristiandad. La crítica era profunda por su intención inicial de reformar el catolicismo con el fin de retornar a un cristianismo primitivo. [3]

Weber le concede una importancia decisiva a la aparición de la nueva religiosidad luterana, aunque no se le escapa que el giro calvinista le otorgó su perfil definitorio. El proceso central se desarrolló en la zona de la Europa del Norte de los siglos XVII y XVIII. Wikipedia nos ofrece una interpretación respecto a cómo Weber piensa esto:

«Define el espíritu del capitalismo como aquellos hábitos e ideas que favorecen el comportamiento racional para alcanzar el éxito económico según una maximización del rendimiento y una minimización de todo gasto innecesario».

Se debe entender que esta definición nos habla de ciertas particularidades específicas de una época y de una región que facilitaron y potenciaron el desarrollo exitoso de este sistema de producción. Es necesario, para evitar malas interpretaciones, subrayar que el acento no está colocado en los modos técnicos o en la teorización de sistemas específicamente económicos –como nos acostumbran hoy nuestros economistas liberales– sino en la cultura dominante que Weber prefiere denominarla: espíritu del capitalismo. Esta definición nos obliga a seguir profundizando el análisis:

«Este espíritu nació bajo una forma religiosa, según la cual se considera el éxito de las personas como una manifestación de la elección divina y la glorificación a Dios, aunque con el correr del tiempo se fue desprendiendo de esa motivación religiosa en un continuo proceso de secularización».

Para entender un poco más y mejor lo que está diciendo el sociólogo alemán, debemos seguir leyendo:

«Cuando se refiere al protestantismo, hace hincapié (explícitamente) en una rama de él: el calvinismo, por ser esta la línea teológica que Weber considera la más influyente para el modo de vida y para la particular moral burguesa nórdica. En el análisis de las investigaciones, Weber sostuvo que las ideas religiosas cristianas (con mayor énfasis las puritanas) habían tenido un impacto importante en el desarrollo del sistema económico de Europa y de los Estados Unidos, pero destacó que esas no eran las únicas causas del desarrollo». [4]

Este fue una muy importante contribución de Weber para no caer en los economicismos de moda en las últimas décadas, que reducen todo a cifras y gráficos. Nos lleva a pensar desde estructuras de pensamiento más abarcadoras e incluyentes. Significa que para comprender las tesis expuestas se requiere salir del círculo cerrado del economicismo, para agregar en las investigaciones las formas y modos culturales imperantes que, de un modo u otro, siempre actúan como condicionantes de los grandes procesos sociales.

Volvamos ahora al sociólogo estadounidense Daniel Bell para leer sus tesis. El título de su libro La ética protestante y el espíritu del capitalismo, adelanta las tesis que va a desarrollar: el riesgo que él detecta en su país se centra en los caminos que fue tomando la cultura. Esto nos permite comprender que su preocupación abarca la totalidad de la estructura política, social y económica, por lo cual su mirada es mucho más penetrante. Recordemos que todo ello está enmarcado por la época en que fue publicado: la de los setenta. Veamos sus afirmaciones:

«La ética protestante fue socavada, no por el modernismo, sino por el propio capitalismo. El más poderoso mecanismo que destruyó la ética protestante fue el pago en cuotas, o crédito inmediato.  Antes, era menester ahorrar para poder comprar. Pero con las tarjetas de crédito se hizo posible lograr gratificaciones inmediatas. El sistema se transformó por la producción y el consumo masivos, y por la creación de nuevas necesidades y nuevos medios de satisfacerlos». [5]

Obsérvese lo seductor de su planteo. Aparece una crítica al consumismo digna de ser compartida. Sus referencias a las facilidades que otorga el crédito fácil como fuente de corrupción de los valores también deberían merecer nuestra aprobación (la mía ya la tiene). Es significativo que no logre detectar ninguna dificultad en lo que él denomina la esfera tecno-económica, por la concentración económico-financiera que ya se estaba produciendo en ella. Por otra parte, en la esfera de lo político él no ve ningún problema en su país, en el que los derechos de las minorías han sido históricamente avasallados. Por otra parte, se ha ido perdiendo la representatividad de sus dirigentes políticos, que terminó estando muy seriamente cuestionada. Esto se expresa claramente en la apatía electoral [6].

Desde una mirada europea José María Mardones [7] Profesor titular de la Universidad del País Vasco y autor de innumerables trabajos, dice comentando las tesis de Bell:

«Al final nos encontramos con este hecho: la ética puritana que había servido para limitar la acumulación suntuaria, pero no la del capital, quedó marginada de la sociedad burguesa capitalista. Quedó el afán de consumo y la tendencia al hedonismo. Se fue instaurando así una idea del placer como modo de vida. Es decir, el hedonismo pasó a ser la justificación cultural, si no moral, del capitalismo». [8]

Sin los límites que el puritanismo le colocó al capitalismo naciente, que se expresó en exhibir una ascética empresarial, hoy se precipita por la pendiente del consumo, incentivado por el farandulismo de estas últimas décadas. Esto ha sucedido no sólo en nuestro país, el mundo noratlántico muestra ejemplos en abundancia que han alimentado a nuestras clases medias.

Por todo ello, y la lista podría ser mucho más larga, queda claro que la descomposición cultural que preocupa a Bell cala muy hondo en nuestro sistema de valores. Esto le lleva a decir a Mardones:

«Vivir vistiéndose y desvistiéndose de cara a la audiencia en el escenario de esta sociedad ¿no es un indicio de vivir de la apariencia? Al no poseer contextura propia, contenidos y una vida interior, se trata de llenar o disimular este vacío con “cosas”. Por esta vía desembocamos en el doble diagnóstico neoconservador: nos hallamos ante una sociedad y una cultura carentes de tensión espiritual: no hay hondura ni interioridad, porque ésta procede de las fuentes del interior, es decir, en suma, de la ética. El minimalismo moral de la época es síntoma de la superficialidad espiritual de la cultura y de los individuos». [9]

Del Profesor Lester Thurow [10] (1938-2016) podemos leer una afirmación que apunta a una crítica similar sobre el capitalismo actual:

«El consumo individual se ha glorificado como el único objetivo de la ambición privada; la satisfacción personal es la única meta legítima. Para el héroe de la televisión, la muerte y todas las limitaciones reales están abolidas; no hay deberes ni sacrificios, no hay un bien común, ningún papel para la comunidad; toda conducta se presenta como legítima; los sentimientos, no las acciones, se espera que demuestren los valores. Emociónese, no piense. Comuníquese, pero no se comprometa. Sea cínico, ya que todos los héroes finalmente se muestran frívolos… En los medios audiovisuales nadie trabaja, con la excepción de los traficantes de drogas o estimulantes. El mundo de la televisión es un mundo de consumo sin producción. [11]

[1] Bell estudió sociología en la Universidad de Columbia. También es conocido por sus contribuciones como editor de las revistas The Public Interest Magazine, era uno de los Intelectuales de Nueva York, el grupo de escritores de izquierda; Sus libros más influyentes son El fin de la ideología, Las contradicciones culturales del capitalismo  y El advenimiento de la sociedad posindustrial.

[2] Estudió en las universidades de Heidelberg, Berlín y Gotinga, en las cuales fue profesor, interesándose especialmente por el derecho, la historia y la economía.

[3] Para un análisis más pormenorizado sugiero la lectura de mi trabajo Los orígenes del capitalismo moderno, Parte II, apartados 12 al 15; Sección Biblioteca en la página www.ricardovicentelopez.com.ar.

[4] Para mayor información sobre el tema sugiero leer en la página www.ricardovicentelopez.com.ar la nota Nº 58.- ¿Por qué Dios eligió a ese pueblo por sobre el resto de la humanidad?

[5]  Bell,  Daniel, Las contradicciones…,  ob. cit.

[6] En el periodo de la posguerra en adelante, la cantidad de votantes en las elecciones presidenciales ha ido en descenso; no ha superado un promedio del 30%. Las elecciones no son obligatorias.

[7] Doctor en Sociología y Teología, estudió en la Universidad de Deusto (Bilbao) y de Tubinga (Alemania). Fue profesor en las Facultades de Teología de la Universidad de Deusto.

[8]  Mardones, José María, Capitalismo y religión, Sal Terrae, 1991

[9]  Mardones, José María, Capitalismo y… ,  ob. cit.

[10] Economista político estadounidense, ex Decano de la MIT Sloan School of Management y autor de libros sobre temas económicos.

[11]  Thurow, Lester C.,  El futuro del…  ,  ob. cit.