El capitalismo en EEUU y su declive – el viejo imperio ya es viejo

Gustavo Buster *

Dedicarle unos minutos a la lectura de la historia del capitalismo permite comprender mejor el mundo en qué vivimos y que perspectiva presenta.

Reseña de el libro The Rise and Fall of American Growth: The US Standard of Living since the Civil War – Robert J. Gordon, Princeton University Press, 2016

Pocos historiadores económicos tienen actualmente el prestigio de Robert J. Gordon, profesor de Ciencias Sociales de la Northweastern University. Un prestigio fundamentado sobre todo en dos artículos publicados en el 2000: “Interpreting the ‘Big One Wave’ in the US Long-Term Productivity Growth” y “Does the ‘New Economy’ Measure Up to the Great Inventions of the Past?”. Estos y otros muchos artículos fueron recogidos en 2004, en el volumen Productivity Growth, Inflation, and Unemployment and Macroeconomics: The Collected Essays of Robert J. Gordon (Cambridge University Press).

Para Gordon, los cien años que transcurrieron de 1870 a 1970 constituyen un período único e irrepetible de la historia de la humanidad, porque “muchos de sus logros solo pueden ocurrir una vez”. A lo que hay que sumar la excepcionalidad histórica de EE UU, que se convirtió en ese período en el motor principal del capitalismo global, con una productividad que doblaba a la de Europa o Japón.

El libro está construido a partir de tres grandes tesis:

1-Algunas invenciones son más importantes que otras y la “centuria de oro” fue posible por un conjunto de invenciones simbióticas a finales del siglo XIX, que Gordon llama las “grandes invenciones”, y que corresponden con la segunda gran revolución científico-técnica.

2-Después de 1970, el crecimiento de la productividad y, en general, de la economía ha sido, cuanto menos frustrante. Los avances que han tenido lugar han sido canalizados a un sector relativamente pequeño de la actividad humana como son la información, las comunicaciones y la recogida y tratamiento de datos. Pero el progreso científico-técnico se ha ralentizado en las demás esferas de la actividad humana. La productividad total de los factores (TFP) solo ha sido un tercio de la del período 1920-1970. La tercera gran revolución científico-técnica no ha cumplido -por lo menos aún- el mismo papel de impulsión y transformación económica revolucionaria de su antecedente.

3-La principal causa del freno del progreso y la mejora de la calidad de vida a partir de 1970 ha sido el crecimiento exponencial de la desigualdad, que ha canalizado hacia los estratos más ricos de la población los beneficios del aumento de la productividad. En el caso de EE UU ello se concreta de forma escandalosa en la falta de un sistema de sanidad público y universal, en comparación con el resto de los países capitalistas desarrollados. EE UU tiene el sistema sanitario más caro y la esperanza media de vida más baja.

En realidad, Gordon precisa, lejos de una evolución continua, ese período comprende la Gran Depresión, con el colapso de la productividad, horas trabajadas y producción de 1929 a 1933, una recuperación parcial y limitada de 1933-1937, una severa recesión en 1938, hasta el auge que supuso la economía de guerra en EEUU, que dobló el PNB de 1939 en 1944, en solo cinco años, fuera de los mecanismos habituales de la economía capitalista. Cuando las inversiones públicas del esfuerzo de guerra se retiraron paulatinamente entre 1945 y 1947, la economía de EEUU, para la sorpresa de muchos economistas, no solo no se hundió en una nueva depresión sino que extendió esa onda larga ascendente a la economía global hasta la recesión de 1968-1972.

La producción per capita se redujo del 39% al 14% por encima de la tendencia entre 1944 y 1950; el número de horas de +18% a -13%; los salarios reales aumentaron del 19.5% al 26.2%. Como consecuencia, los salarios reales crecieron entre 1950 y 1973 por encima de la productividad y la participación del trabajo asalariado en la renta nacional creció. Todos estos fenómenos cambiaron sustancialmente en las tres décadas posteriores como resultado de las políticas neoliberales.

El libro termina con dos epílogos, escritos en 2016 y 2017, de claro pesimismo. La economía de EEUU se encuentra con cuatro vientos de frente, que la frenan: la creciente desigualdad, como consecuencia de la caída de los salarios; la reducción del ritmo de acceso a la educación, que reduce el crecimiento de la productividad.

Recomienda, por lo tanto una serie de políticas económicas que corresponden a un programa post-keynesiano progresista:

1-La lucha contra la desigualdad, mediante un sistema fiscal progresivo, que igualen, por ejemplo, las tasas de los tramos del impuesto de sociedades con los del IRPF (de manera que Warren Buffett no pague con una tasa inferior que su secretaria); un aumento sustancial del salario mínimo; subvenciones fiscales para las familias para alentar la natividad y la educación de la nueva generación; una reforma del sistema judicial y penal que reduzca la actual tasa de encarcelación en EEUU, diez veces superior a la de Europa y la legalización y fiscalización de las drogas; un impuesto ecológico sobre las emisiones de carbono.

2-Un apoyo sustancial al sistema educativo, empezando por la educación preescolar -que se ha demostrado el sistema más eficaz para luchar contra el fracaso escolar-, y una reforma completa del sistema de financiación individual de la educación universitaria, que permita reducir el peso de la deuda privada acumulada (1.2 billones de dólares en 2015), mediante un sistema de créditos público pagable a través del sistema fiscal, de acuerdo con los ingresos.

3-La desregulación de los mecanismos que aseguran “rentas especiales”, tanto en el acceso profesional, como en el sector inmobiliario y agrícola, y especialmente en los monopolios surgidos del sistema de patentes.

4-Una reforma de las leyes inmigratorias, que favorezca tanto el rejuvenecimiento de la población como el nivel de formación medio. Canadá tiene un índice anual del 0.8%, mientras que el de EEUU es del 0.3%.

Con todo, el pesimismo de Gordon se fundamenta en las mismas estadísticas que tan bien conoce. La media del crecimiento anual de la productividad entre 1920 y 1970 fue del 2,8%; entre 1970 y 2006, se redujo al 0,9%; y se desplomó al 0,2% entre 2009 y 2016. Esta es, subraya, la mejor prueba del alcance limitado del efecto impulsor de la revolución científico-técnica de las tecnologías de la información. Sin embargo, añade, más aún que la desaceleración de la productividad, el crecimiento del PNB se ha visto afectado por la reducción del número de horas trabajadas, tanto por la reducción del crecimiento de la población en EE UU como de la participación de las mujeres en la población activa asalariada.

* Gustavo Buster  miembro del comité de redacción de Sin Permiso.

Fuente: www.sinpermiso.info, 21 de enero 2018

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