Por Ricardo Vicente López
“Si eres neutral en situaciones de injusticia,
has elegido el lado del opresor”.
-Desmond Tutu, Premio Nobel de la Paz.
Desde hace ya algunos años leo con mucha atención, los análisis de una investigadora, que ha demostrado ampliamente poseer una mirada aguda y profunda sobre el mundo actual, Mónica Peralta Ramos. Algunos datos autobiográficos: Licenciada en Sociología (UBA); Doctora en Sociología por la Universidad René Descartes de Ciencias Humanas de la Soborna, París. (En la nota Nº I publiqué los datos completos)
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Es muy difícil, en estos momentos escribir sobre temas políticos, locales o internacionales, sin referirlos a la pandemia que hoy somete al mundo entero, situación que las generaciones actuales, salvo personas muy mayores, no guardan de ello experiencias personales. Esto le da la impronta de enfrentarnos con algo en gran parte desconocido. Releo esta frase y me suena a película de ciencia ficción, y algo de ello está flotando en el ambiente. Quiero dejar dicho, desde ahora, que esto no debe ser entendido como una actitud de desentendimiento o desvalorización de todo lo que nuestro gobierno viene haciendo, con el asesoramiento científico de primer nivel.
Pero la presencia del virus tiene aspectos positivos [1] (¡sí, positivos!) y negativos que no deben ser desestimados. Nuestra analista plantea este tema así:
El coronavirus no ha provocado la crisis que hoy vivimos. Solo la desnuda cotidianamente, exponiendo a la luz del día la irracionalidad de un sistema de vida que conduce al canibalismo social. Esta organización social, extendida planetariamente, genera conflictos antagónicos que esconden en su seno el germen de lo que viene. El mundo que viene dependerá entonces del modo en que estos conflictos se resuelvan. Esto implica que tanto las élites gobernantes como los ciudadanos de a pie tienen algo que decir al respecto.
Lo más importante, según mi opinión, es el acento colocado sobre lo que el virus nos mostró, todo aquello que la prensa diaria ocultaba, con o sin malas intenciones. Yo afirmo que las hubo de ambas, puesto que hay una prepotencia informativa, de parte de los medios concentrados y de las agencias internacionales que les proveen las “noticias”. Hay también aquellos que repiten lo que oyen o leen (le cedo, amigo lector, hacer el juicio que le pueda merecer). Pero, cualquier lector que lea o escuche con alguna atención habrá tomado nota de la cantidad informaciones respecto del grave aumento de la desigualdad en el mundo. ¡Esto no lo produjo el virus! Agrega Peralta Ramos su reflexión sobre la necesidad de pensar ¿cómo se arregla este mundo?:
La pregunta sobre lo que viene ya genera algunas respuestas entre intelectuales y académicos. Así, crecen las dudas respecto de la eficiencia de la supuesta mano invisible del mercado y se empieza a aceptar la importancia de la intervención abierta del Estado en la economía. Paralelamente crecen las dudas sobre la continuidad de la globalización en un mundo donde se intensifica la confrontación política entre los Estados Unidos y China.
Vuelvo sobre mi insolencia de mencionar que la pandemia ha podido aportar algunos aspectos positivos. ¡Sí, estos debates que se asoman es uno de ellos! Volvamos con nuestra memoria a los temas de los medios de no tanto tiempo atrás. Le pregunto, amigo lector, los temas que subraya la investigadora, ¿eran habituales entre el fárrago informativo? Las tremendas dudas que hoy acosan a esos maestros de la continuidad histórica, que antes ocultaban el terrible avance del hambre en el mundo. Mientras que algunos tilingos que leían la Revista Forbes comentaban el campeonato de las grandes fortunas y publicaban gozosos la tabla de posiciones. Sigamos leyendo:
Sabemos que millones de persones han perdido su empleo y cerca de la mitad de la población mundial lo perderá en breve. El galope del virus, sin embargo, borra el mito del bienestar en los países centrales y expone la desigualdad social que se desparrama por todas partes. Deja así al desnudo las huellas humanas escondidas en una catástrofe que se piensa caída del cielo: una modernidad que somete todo lo que encuentra a la música de ganar a cualquier precio y en el menor plazo. Así la codicia de egos que no admiten límite alguno a sus ambiciones y la irracionalidad de una organización social que maximiza ganancias de toda índole y en todo momento, quedan expuestas a la luz del día. Sin embargo, no es fácil verlas. Hay que desentrañarlas y reflexionar sobre ello.
La descomposición del orden imperante, hasta hace muy poco tiempo, puede generar desesperanzas, a todos aquellos que fueron convencidos de la marcha inexorable de la Historia hacia una polarización inhumana, que sólo su ocultamiento la hizo soportable. El gran desafío que nos interpela es pues: ante toda esta destrucción se impone una reconstrucción de lo que existía, o con un poco de audacia, la construcción de un orden diferente. “Un mundo en el que quepan muchos mundos”, anunciaban los zapatistas. Sin embargo, ahora:
La pandemia arranca los jirones que ocultan una crisis sistémica y global, única por su índole y magnitud. La fragilidad de la vida humana y los pies de barro de la organización social que la alberga están hoy a la intemperie. La pandemia levanta ahora el telón que oculta el maridaje entre la expansión económica, el avance tecnológico y la militarización de los conflictos a nivel mundial.
Llegados a este punto del proceso, de la acumulación despiadada de unos pocos sobre la miseria deshumanizante de las grandes mayorías, que se pretendía mostrar como un resultado natural de una historia de ganadores y perdedores (que debe ser escrita in inglés: Winners and Losers). Estos eran los resultados de la historia narrada por los vencedores: la naturalización de los procesos sociales. Sin embargo, la organización Oxfam, que se presenta como los que:
Queremos un mundo en el que todas las personas puedan dar su opinión a quienes ostentan el poder, reclamar sus derechos humanos y construir un futuro mejor. Esto implica que debemos hacer frente a cuestiones como el cambio climático, los derechos sobre la tierra y la justicia de género: porque nos une nuestra convicción de que una vida digna y con oportunidades no es un privilegio reservado a algunas personas, sino un derecho universal.
Esta organización internacional, con origen en el Reino Unido en plena II Guerra afirmaba a comienzos de este año:
La desigualdad extrema está fuera de control. Cientos de millones de personas viven en la pobreza extrema mientras las élites más ricas reciben enormes ganancias. Nunca ha habido tantos milmillonarios, y su riqueza ha alcanzado un récord histórico. Mientras tanto, las personas en mayor situación de pobreza del mundo se han empobrecido aún más. Numerosos Gobiernos están alimentando esta crisis de desigualdad al conceder enormes beneficios fiscales a las grandes empresas y las personas ricas mientras siguen sin financiar adecuadamente servicios públicos básicos, como la salud y la educación.
La Doctora Mónica Peralta Ramos acompañaba entonces con este comentario:
Hay en esencia una permanente búsqueda de aumentar el control sobre todos los aspectos de la vida social. Para ello, uno de los mecanismos utilizados es la imposición de un sentido común que naturaliza la acumulación predatoria de todo tipo de bienes: desde los económicos a la información y los símbolos.
El monopolio de la información, proceso que se ha ido desarrollando a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado, sobretodo en la década de los setenta:
La mercantilización de las comunicaciones, bajo dominio internacional, ha distorsionado la posibilidad social de hacer uso de ellas. Estando el proceso de las comunicaciones estrechamente ligado al acceso a la información, podemos concluir que la mayor parte de los países periféricos, por falta de una correcta y actualizada información sobre su propia situación interna y su ubicación internacional, se ven sometidos a la información concentrada. [2]
Dentro del cuadro de lo que se debe revisar, para construir un mundo que se acerque al que define Oxfam, la reestructuración del papel actual de los medios concentrados es fundamental.
[1] Se puede consultar mi nota El final de los dogmas del Financial Times. ¿Habrá que agradecer la llegada del virus? Publicado en Kontrainfo el 11-4-2020 donde analicé, lo que llamé aspectos positivos.
[2] Ricardo Vicente López, Los medios de comunicación en el mundo globalizado, pág. 53, disponible en www.ricardovicentelopez.com.ar – Sección BIBLIOTECA.
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