Papa Francisco: “Existen otras pandemias: en 4 meses casi 4 millones de personas murieron de hambre”

El Papa Francisco destacó que además de la pandemia sanitaria, existen otras pandemias en el mundo, como la de la guerra, la del hambre, e incluso la pandemia moral: “Esta oración de hoy para pedirle al Señor que detenga esta pandemia debe hacernos pensar en las otras pandemias en el mundo. ¡Hay muchas! La pandemia de las guerras, del hambre y muchas otras (…) Una estadística oficial, que no habla del coronavirus: ‘En los primeros cuatro meses de este año, 3 millones 700 mil personas murieron de hambre. ¡Existe la pandemia del hambre! En cuatro meses, ¡casi 4 millones de personas!”, afirmó el pontífice.

En su homilía, el Santo Padre reflexionó en la primera lectura de la Eucaristía, del Libro de Jonás, en la que el profeta invita al pueblo de Nínive a convertirse para no sufrir la destrucción de la ciudad. Nínive se convirtió y la ciudad se salvó de una pandemia.

Francisco advirtió acerca el pensamiento individualista de “pero a mí no me ha tocado, gracias a Dios que me salvé” y criticó: ¡Pero piensa en los demás! ¡Piensa en la tragedia y también en las consecuencias económicas, las consecuencias para la educación y lo que sucederá después!”.

El Pontífice recordó a San Francisco de Asís: “en este momento trágico de la pandemia todos somos hermanos. San Francisco de Asís decía: ‘todos hermanos’. Por esto, hombres y mujeres de toda confesión religiosa hoy nos unimos en la oración y en la penitencia para pedir la Gracia de la curación del corazón de esta pandemia”.

Francisco exhortó a rezar para que “Dios detenga esta tragedia, que detenga esta pandemia. Que Dios se apiade de nosotros y detenga otras pandemias que son tan malas: la del hambre, la de la guerra, la de los niños sin educación. Y pedimos esto como hermanos, todos juntos. Que Dios nos bendiga a todos y tenga misericordia de nosotros”.

El pasado 3 de mayo de 2020 el Papa Francisco pidió a los fieles católicos y creyentes de diferentes religiones que sumarse este 14 de mayo a “un día de oración y ayuno y obras de caridad”, para pedirle a Dios por el fin de la pandemia del coronavirus.

“Y por esta razón hoy todos, hermanos y hermanas, de cualquier confesión religiosa, rezamos a Dios. Quizás habrá alguien que dirá: ‘Pero esto es relativismo religioso y no se puede hacer’. Pero, añadió, ¿cómo que no se puede hacer? ¿No podemos rezar al Padre de todos? Cada uno reza como sabe, cómo puede, según su propia cultura. No estamos rezando unos contra otros, esta tradición religiosa contra esta, ¡no! Todos estamos unidos como seres humanos, como hermanos, rezando a Dios, de acuerdo con la propia cultura, de acuerdo con la propia tradición, de acuerdo con las propias creencias, pero hermanos y rezando a Dios, esto es lo importante: hermanos, ayunando, pidiendo perdón a Dios por nuestros pecados, para que el Señor tenga misericordia de nosotros, para que el Señor nos perdone, para que el Señor detenga esta pandemia. Hoy es un día de hermandad, mirando al único Padre, hermanos y paternidad. Día de oración”, sostuvo este 14 de mayo.

En sus palabras posteriores al rezo del Regina Coeli, el Santo Padre explicó que “como la oración es un valor universal” aceptó la propuesta del Alto Comisionado para la Fraternidad Humana para que “los creyentes de todas las religiones se unan espiritualmente el 14 de mayo”.

El “Alto Comité de la Fraternidad Humana” fue fundado por el Papa Francisco en 2019. La primera reunión fue celebrada en el Vaticano, sede de la Iglesia Católica Romana, en base a una idea de coexistencia pacífica entre las religiones, inspirada por el Documento sobre la Fraternidad Humana para la Paz Mundial y Convivencia Común, firmado por el Papa Francisco, el Gran Imán de al-Azhar y el Jeque Ahmed el-Tayeb, en Abu Dabi, la capital de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) durante la visita del sumo pontífice en febrero de 2019, en un intento de institucionalizar el diálogo interreligioso post Concilio Vaticano II.

Otros eventos interreligiosos fueron también realizados en 1986 por Juan Pablo II y en 2011 por Benedicto XVI:

Juan Pablo II el 27 de octubre de 1986

 

Benedicto XVI el 27 de octubre de 2011.

 

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