Moderna aceptó que sus vacunas anti-Covid contaminadas, enviadas a Japón, tenían “partículas de acero inoxidable”

Luego de que Japón suspendiera el uso de más de 1,6 millones de dosis de la vacuna de Moderna tras detectar que contenían sustancias extrañas, y luego de la sospechosa muerte de 2 personas, el laboratorio estadounidense tuvo que aceptar en un comunicado, este miércoles 1 de septiembre, que “los lotes contaminados contienen partículas de acero inoxidable”.

En un comunicado conjunto con su socio japonés Takeda, Moderna dijo que la contaminación en uno de los tres lotes suspendidos se explica por fallas en la línea de producción de una fábrica dirigida por su contratista española, ROVI Pharma Industrial Services.

Sin embargo, el laboratorio insistió en que “La rara presencia de partículas de acero inoxidable en la vacuna Moderna covid-19 no representa un riesgo indebido para la seguridad del paciente y no afecta negativamente el perfil riesgo/beneficio del producto”.

Tras el escándalo y tener que aceptar que la partida estaba contaminada, Moderna siguió justificándose: “Las partículas metálicas inyectadas en un músculo pueden causar una reacción localizada, pero es poco probable que provoquen algo más. El acero inoxidable se usa habitualmente en válvulas cardíacas, prótesis de articulaciones, suturas y grapas metálicas. Como tal, no se espera que la inyección de las partículas identificadas en estos lotes en Japón resulte en un riesgo médico mayor”.

Pese a estas aclaraciones, el laboratorio estadounidense enfrenta importantes demandas judiciales en Japón, que debió suspender la distribución de más de 1,6 millones de dosis, que iban a ser usados en diferentes puntos del país, y además investiga la muerte de dos hombres que recibieron dosis de ese lote contaminado: dos personas, de 38 y 30 años, murieron este mes a los pocos días de recibir sus segundas dosis de Moderna, según informó el sábado el Ministerio de Sanidad. Cada uno recibió una dosis de uno de los lotes suspendidos, el 3004734.

Moderna, por supuesto, aclaró que, por el momento, “no hay evidencia” de que las dos muertes estén relacionadas con la vacuna y “actualmente se considera que se trata de una coincidencia”.

El laboratorio no ha aclarado qué había pasado si Japón no descubría esta contaminación, si pudo ocurrir en el pasado o qué podría pasar con países con menores controles que la nación nipona.

Hasta el 8 de agosto, 991 personas habían muerto en Japón tras recibir las vacunas de COVID-19 de Pfizer/BioNTech, y 11 tras recibir las de Moderna, si bien ha resultado por el momento imposible establecer una “relación de causalidad” entre las inyecciones y las muertes, según el Ministerio de Sanidad.

La primera contaminación se comunicó al distribuidor local de Moderna, Takeda Pharmaceutical Co, el 16 de agosto. Esto condujo al descubrimiento de 39 viales que contenían material extraño, todos del mismo lote de 57.000, es decir, unas 570.000 dosis. El 26 de agosto, Japón dijo que, como precaución, había suspendido el uso de 1,63 millones de dosis de Moderna enviadas a 863 centros de vacunación de todo el país.