Mientras la Argentina se hunde en un desastre económico, con inflación del 40%, dólar por las nubes, cercanía a un nuevo default de deuda, caída de reservas, cierre de fábricas y aumento del desempleo y la pobreza, los diputados nacionales de Cambiemos, Fernando Iglesias, Karina Banfi, Brenda Austin, Alejandro Echegaray y Facundo Suárez Lastra buscan generar agendas distractivas y presentaron en el Congreso un proyecto de ley para “remover símbolos e imágenes religiosas de edificios y espacios públicos pertenecientes al Estado nacional”. Nuevamente habrá que ver a sectores progres (liberales de izquierda) militando los proyectos introducidos en el debate público por el asesor macrista ligado a la inteligencia norteamericana, Jaime Durán Barba, y sus alfiles legislativos.
El proyecto establece “la remoción de los símbolos e imágenes religiosas instaladas en espacios públicos o edificios pertenecientes al Estado Nacional”, y da un plazo de 90 días desde la fecha de promulgación de la ley, quedando luego “prohibida” cualquier tipo de exhibición de esos símbolos religiosos. “El propósito del proyecto es garantizar el efectivo cumplimiento de los principios de libertad religiosa y de conciencia, así como de garantizar el carácter laico de los poderes públicos en el territorio de la República Argentina”, explican los diputados en los fundamentos.
La agenda de la “separación de la Iglesia del Estado” viene siendo promovida desde hace 200 años en la Argentina por sectores liberales ligados a la Masonería, institución semi-secreta del Imperio Británico. Cabría preguntarse si la religión no es parte también de la cultura de un pueblo y por lo tanto si la presencia de motivos religiosos no son parte de la misma cultura. Mientras el poder anglonorteamericano avanza con el saqueo de nuestro país, la izquierda cultural se encarga de sacar comunicados para “Repudiar los dichos del Papa Bergoglio discriminatorios hacia la diversidad sexual”. Los sirvientes, por derecha y por izquierda, del capital financiero supranacional siguen motorizando el circo en un país sin pan.