Por Ricardo Vicente López
Parte I
Para los análisis de esta nota, en la cual quiero revisar los hechos recientes, muy graves en los EEUU (Asalto al Capitolio), es necesario enmarcarlos en la historia de los últimos siglos de los Estados Unidos. Esto ofrece la posibilidad de rastrear en ella las raíces de estos acontecimientos: como advierte el viejo refrán: “De aquellas lluvias… estos barros”. Esto no puede encontrarse en la prensa internacional que, fiel a la filosofía mediática que respetan, no los aborda. Esta prensa, aún la que intenta salir de la crónica sencilla, no va más allá de la presidencia de Donald Trump. Resuelven el problema convirtiendo al expresidente en el enemigo público número uno. Para penetrar el trasfondo de los hechos voy a tomar como referencia algunos artículos del Doctor Renán Vega Cantor [1]. Es un académico que tiene la particularidad de tener una formación política muy sólida, condición que queda demostrada en sus notas periodísticas. Para este caso coloca como piedra basal [2] el siguiente planteo que descorre un telón que oculta una de las verdades más importante del país del norte, la idea de su excepcionalidad:
«La verdadera excepcionalidad estadounidense radica en que es el único imperio que ha agredido a los cinco continentes, ha lanzado dos bombas atómicas, tiene 1.200 bases militares en el planeta… “A pesar de todos sus alardes de libertad y civilización, Estados Unidos era un país que exterminaba a los indios, oprimía a las razas minoritarias, compraba y vendía personas, y las torturaba para obligarlas a trabajar…”.» Peter Guardino, La marcha fúnebre. Una historia de la guerra entre México y Estados Unidos, Grano de Sal, México, 2018.
A partir de sacar a la luz una de las razones ocultas fundamentales de la historia, desde sus orígenes, historia que se construyó sobre mitos intocables. Esto la habilita a avanzar por ese camino que traza:
«El 6 de enero de 2021 quedará como una fecha histórica, de esas que se convierten en una bisagra fundamental para entender la irreversible decadencia de los Estados Unidos. Lo que sucedió ese día pone fin al mito de la “excepcionalidad democrática de los Estados Unidos”».
La expresión bisagra fundamental coloca esta fecha a la altura de otras que jugaron un papel similar. Para dimensionar lo que creo que está pensando el Doctor Vega Cantor, me parece que pueden funcionar como una analogías la caída del Imperio romano de Occidente (395 d. C.) fue el período en que perdió la autoridad de ejercer su dominio y su vasto territorio; la llegada de Cristóbal Colón a la Nuevas Tierras (octubre de 1492) nace una nueva Europa; la implosión de la Unión soviética (1991), reabre el camino al Nuevo Orden Internacional [3]. Cada una de ellas (hay otras más) abrió una realineación del poder internacional. Ahora queda expuesto el profundo nivel de desintegración, los graves conflictos internos. Todo ello necesitará un muy largo proceso para ir reacomodando el juego de las partes que quedaron expuestas después de los enfrentamientos producidos. Estas son apenas la espuma de una gran ola, casi un tsunami, que todavía no se retiró.
Comenta Vega Cantor:
«Tanto los políticos, como los capitalistas de toda índole (industriales, financistas, gurúes de la informática…), periodistas e intelectuales del establecimiento exaltaban hasta el 6 de enero la excepcionalidad estadounidense, y seguramente muchos lo seguirán predicando todavía. Para ello se debe ignorar el vacío que ha producido, simulando con una gran carga de auto consuelo engañoso. A nombre de esa supuesta excepcionalidad, Estados Unidos se arrogó el derecho a hacer lo que se le ocurriera durante los dos últimos siglos, una tendencia acentuada y llevada hasta los confines del planeta después de 1945, cuando se constituyó en la potencia hegemónica del capitalismo».
En nombre y amparado por esa pretendida excepcionalidad, enarbolando las banderas de la libertad y la democracia masacró pueblos, bombardeó países, derrocó gobiernos populares, instauró dictaduras criminales, estableció la tortura como forma habitual de tratar a los que han sido vistos como enemigos, se apropió de riquezas naturales (en un ecocidio sin fin en continentes como el nuestro), patrocinó y financió crímenes de lesa humanidad en los cinco continentes, se valió de criminales para adelantar sus políticas de sometimiento… y cientos de crímenes por el estilo. ¿Es posible creer que todo ello haya sucedido sin que investigadores, académicos, periodistas, dirigentes políticos, grandes empresarios, no percibieran la marcha criminal que desataron sobre el planeta? ¿Podrán ahora seguir manteniendo la misma actitud?
Reflexiona el autor:
«El asunto que vale la pena preguntar es este: ¿En qué consistía la pretendida excepcionalidad estadounidense? Desde principios del siglo XIX se expresó en la doctrina del Destino Manifiesto, que aseguraba que la Divina Providencia (es decir, Dios) había destinado a Estados Unidos a extenderse primero por el continente americano, desde Alaska en el norte, hasta Tierra del Fuego, en el sur, y luego por el resto del orbe. Nada la podría detener porque ese era un designio divino». [4]
Algunos investigadores de las universidades de élite de los EEUU platean que el concepto Destino Manifiesto, que expresa la excepcionalidad, ha padecido una bifurcación, debido a la existencia de dos corrientes políticas que lo interpretan con algunas diferencias: una, la liberal ‒vinculada al Partido Demócrata y a una mínima parte del Partido Republicano‒ que se expresó en la célebre expresión de Madeline Albright [5] al considerar a «Estados Unidos como el único “país indispensable”, el modelo que el resto del mundo debe imitar». Esto es lo que podría denominarse como el “poder blando”, de tipo simbólico, que Estados Unidos irradia al resto de la humanidad y que busca imponer su modelo de democracia [6].
Una condición muy fuerte del modelo estadounidense es que esa democracia se combina con un sistema electoral muy deficitario, por el culto a la propiedad privada y la promoción de las libertades civiles (entre ellas la libertad de prensa y de expresión, como la principal bandera: todo ello se está desmoronando y es muy difícil imaginar donde se puede detener la caída. Poco parece importar, desde luego, que ese modelo publicitado ha sido implantado por la fuerza y donde se impone termina adoptando formas terriblemente antidemocráticas. Eso sucedió en los lugares donde se erigieron dictaduras de seguridad nacional, como en América Latina desde la década de 1950. El saldo fue un interminable reguero de sangre y horror, o más violento como en Vietnam, Irak, Afganistán, Libia, la antigua Yugoslavia en diversos momentos de los últimos 70 años.
Veamos ahora la otra versión, la conservadora, que se aferra más al excepcionalísimo, que es la bandera del Partido Republicano y, de diversas facciones de extrema derecha que abundan en los Estados Unidos, convirtiéndose en manifestaciones de claro perfil fascista. Todo ese enunciado estaba ya presente en algunas de las proclamas iniciales del Destino Manifiesto, como aquellas que decían que:
«En las antiguas colonias de España no existían condiciones para la democracia al estilo de los EEUU, porque sus pueblos eran barbaros y atrasados. Sin embargo, debo decir que a nivel internacional, por los diversos juegos que la diplomacia obliga, durante muchas décadas esta versión conservadora de la excepcionalidad se había mantenido oculta».
[1] Renán Vega Cantor (1958) es un historiador e investigador colombiano. Licenciado en Educación en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital; Economista y Magíster en Historia por la Universidad Nacional de Colombia y Doctor de la Universidad de París VIII; es Diplomado en Historia de América Latina por la Universidad de París I; en la actualidad es Profesor de la Universidad Pedagógica Nacional.
[2] Se dice de la primera piedra en la construcción de una base de cimiento, importante, ya que todas las otras piedras se establecerán en referencia a esta piedra, lo que determina la posición de toda la estructura.
[3] La paradoja de las relaciones de Estados Unidos con el resto del mundo se construye sobre la ambigüedad del aislamiento en una sola forma de ser, pero también necesitan garantizar su seguridad pensando en la democracia liberal como un modelo exportable y global. En nombre de la universalidad de sus intereses, pueden ser hegemónicos.
[4] Sugiero la lectura de la nota nº 53.- El destino manifiesto – ¿Por qué Dios eligió a ese pueblo por sobre el resto de la humanidad? Publicada en la página www.ricardovicentelópez.com.ar
[5] Política estadounidense. Fue la primera mujer en convertirse en secretaria de Estado de los Estados Unidos, después de ser embajadora en las Naciones Unidas.
[6] Sugiero la lectura de la nota nº 7- Democracia ¿Qué relación establece con el capitalismo? y la nota nº 10 Democracia y capitalismo o capitalismo y democracia, en la misma página.