La batalla cultural: ¿contra quién es estamos en guerra? Por Ricardo V. López

Por Ricardo Vicente López

I.- Cuadro de situación

Hace poco tiempo el papa Francisco sacudió la opinión pública mundial con una afirmación sorprendente para muchos: «El mundo transita un estado de guerra general sostenido por redes de traficantes de armas… El mundo entero está en guerra, con pequeños conflictos bélicos salpicando en paralelo distintos puntos del globo. Por eso hablo de una tercera guerra mundial… Esta es una guerra llevada adelante con armas muy modernas. Hay toda una red de fabricantes de armas que la mantienen activa».

La denuncia evidencia lo que el sistema concentrado de la información pública oculta. Por esa razón algo que viene sucediendo desde hace décadas no tiene publicidad. Es posible que algún ciudadano de a pie, que puede considerarse una persona informada, se muestre sorprendido. Partamos, entonces de la siguiente pregunta: si está informado ¿por qué medios le llega la información? Probablemente nos contestaría por los normales, los que están a nuestro alcance… Amigo lector, voy a utilizar una palabra que puede ser ofensiva para algunos: hay en esta respuesta mucha ingenuidad. Recurro a una definición de la Academia para que nos entendamos:

“Ingenuidad es la condición o personalidad del ingenuo. Indica ausencia o falta de malicia y  de experiencia, una deficiente comprensión ausencia de sofisticación; así como presencia de sinceridad, inocencia, sencillez, candor, pureza o candidez”.

Creo que estamos en mejores condiciones para avanzar en nuestra reflexión. Agrego una pregunta más: si una persona se considera informada deberíamos preguntar ¿Por qué medios se informa? Además ¿esos medios están gestionados por las carmelitas descalzas o por instituciones dedicados a la beneficencia? Las respuestas posibles nos abren un abanico de temas que, por regla general, tampoco aparecen en los medios más importantes. Deberíamos preguntarnos ¿por qué? Comencemos por aclararnos el sentido de dos palabras información y comunicación:

Cuando estamos frente a un tipo de mensaje caracterizado por ser unilineal y sin retorno, en el cual sólo una o más personas emiten el mensaje – prensa, radio o televisión− y el o los receptores adoptan una actitud necesariamente pasiva, debemos hablar con más precisión de información. En otro caso, se denomina comunicación a aquella relación dialógica (entre dos o más personas), en la que todos, se alternan en su papel de emisor y de receptor –es decir que todos hablan y todos escuchan−.

La palabra información tiene sus bemoles; dice la Academia:

“Información es la acción y efecto de informar; dar forma sustancial a algo; perfeccionar a alguien por medio de la instrucción. La información es un conjunto organizado de datos procesados, que constituyen un mensaje que cambia el estado de conocimiento del sujeto o sistema que recibe dicho mensaje. La palabra información deriva del latín “in” = hacia adentro y “formare”= dar forma;  en este caso tiene el significado de “dar forma a la mente, disciplinar, instruir”.

Agrego un concepto más para completar el instrumental de nuestra investigación. El lenguaje coloquial utiliza la palabra desinformación, con un significado incorrecto: supone que es falta de información. Veamos, nuevamente qué nos dice la Academia:

Desinformar es dar información intencionadamente manipulada al servicio de ciertos fines. Dar información insuficiente u omitirla. Este tipo de información, es también denominado manipulación informativa o manipulación mediática.​ Es la acción y efecto de procurar en los sujetos receptores el desconocimiento o ignorancia, tendiendo a evitar la circulación de un tipo del información que no sea favorable a quien desea desinformar”.

Para un análisis más detallado agrego el origen del concepto desinformación:

 “Fue creado dentro de las técnicas de la guerra para transmitir informaciones erróneas con la intención de debilitar las capacidades de ataque y/o defensa del enemigo. Las filtraciones de información falsa, se convirtió en un arma muy eficaz para la guerra”.

 II.- Para superar nuestra ingenuidad

Hemos analizado la utilización del lenguaje y sus correctos significados, para evitar interpretaciones erróneas. Debemos ahora dirigir nuestra atención al sistema de medios, hoy caracterizado por la información de masas. Conviene incluir aquí la definición de un notable investigador, el Doctor Umberto Eco [1] (1932-2016). Él nos propone:

“Hay comunicación de masas cuando la fuente es única, centralizada, estructurada acorde a los modos de la organización empresarial; los destinatarios son las grandes mayorías de diferentes partes del globo… En el universo de la comunicación de masas los mensajes parten de una fuente y llegan a un público masificado”.

Una palabra que utiliza el Profesor Eco es empresarial, a partir de ella nuestra indagación se va aproximando al núcleo del tema. Una empresa es una organización de mercado cuyos fines son exclusivamente lucrativos. La particularidad de este tipo de negocio es que el producto que vende tiene que encontrar una fuente de financiación, porque el consumidor (lector, oyente o televidente) por regla general no paga el servicio en forma directa. Aparece entonces otro actor del negocio de la información: la publicidad comercial.

Por publicidad comercial se entiende la actividad tendiente a captar clientes de un determinado producto o servicio. Su objetivo es lograr un incremento de sus ventas y, por lo tanto, del mayor rendimiento económico, su rentabilidad.

III.- La información como negocio político

Empieza a cerrarse el circuito del negocio de la información: El medio que informa debe conseguir el mayor número de consumidores posible, dado que ello muestra su capacidad de venta publicitaria. El empresario que necesita vender lo que produce busca que su publicidad llegue al mayor número de consumidores de información. Supongamos un conflicto posible: el medio informa que una empresa contamina el ambiente, esa empresa publicita en ese medio. El empresario del medio debe privilegiar: la verdad de la información o la necesidad de mantener a su cliente publicitario. Es claro que lo que se impone es el criterio comercial. El corolario de este razonamiento es: las grandes empresas que publicitan en los medios tienen un peso decisivo en la política editorial.

El avance de la tecnología ha ampliado el abanico de posibilidades técnicas para abordar la realidad en sus múltiples facetas, aunque nunca serán todas, habrá siempre un recorte y una selección, como no puede ser de otro modo. Claro está que reside allí uno de los más grandes peligros a que se ve expuesto el mundo de la comunicación. El recorte y la selección de los fragmentos queda en manos de aquellos que intentan manipular la opinión pública es hoy un elemento esencial de la manipulación de la opinión pública. Puede suceder que Ud., amigo lector, esté un poco descreído respecto de lo dicho. Le propongo la lectura de una editorial de la revista Mercado (prestigiosa en el mundo de los negocios): Leamos:

Las nuevas técnicas incluyen tanto métodos tradicionales como otros nuevos, pero todos utilizados cuidadosamente, para llegar con mucha precisión al público buscado, con un mensaje persuasivo. Además de emplear las herramientas conocidas –publicidad, marketing y relaciones públicas–, los grupos de interés de todo tipo inventaron una enorme cantidad de formas novedosas para transmitir sus opiniones a los consumidores, políticos y medios de difusión. Sus técnicas incluyen tanto los métodos tradicionales pero han agregado otros nuevos e imaginativos. Todos son concebidos y utilizados cuidadosamente para llegar con mucha precisión al público buscado con un mensaje persuasivo.

[1] Escritor, filósofo se doctoró en filosofía y letras y fue profesor en la Universidad de Turín; autor de numerosos ensayos sobre semiótica y filosofía, así como de varias novelas. El nombre de la rosa es la más conocida.

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