Por Rebeca Crespo
Lograr el «Cero Neto» en 2050 puede implicar eliminar por completo la ganadería y los productos lácteos en el Reino Unido. Así lo admite el último informe de UK FIRES, una entidad financiada por el Gobierno británico que propone una transformación radical del sistema agrícola y alimentario para alcanzar el objetivo de cero emisiones. En la práctica, esto significa una dieta sin carne de vacuno, sin cordero y sin leche, sustituida por alimentos ultra procesados fabricados en laboratorio. Todo ello presentado como una «oportunidad» para el país.
Alcanzar lo que se ha denominado «cero absoluto» exige una transformación total del campo británico, el fin de la ganadería de rumiantes y una reconversión forzosa hacia alimentos sintéticos, plantas cultivadas bajo techo y producción intensiva electrificada, según detalla UK FIRES.
La entidad elabora su plan con las tecnologías disponibles en la actualidad. Así, la eliminación de emisiones implica eliminar las vacas, las ovejas y los fertilizantes basados en hidrocarburos. Su producción de metano y óxidos de nitrógeno no puede ser neutralizada con las herramientas actuales. Por ello el informe propone destinar más de la mitad de la tierra agrícola del país a la captura de carbono, reforestación o nuevos cultivos para alimentar a humanos en lugar de animales.
Esto también supone reconfigurar la dieta nacional. Según el informe, si se reemplazara tan sólo el 0,4% de la demanda de carne para 2030 con carne cultivada en laboratorio, sería necesaria una capacidad de producción 20 veces mayor que toda la industria farmacéutica británica actual. No obstante, consideran que el auge de las proteínas alternativas —fermentadas, vegetales o cultivadas— es una oportunidad. Argumentan que las combinaciones «híbridas» entre ingredientes vegetales y grasas animales cultivadas son una línea estratégica para diseñar «texturas y sabores similares a la carne».
Junto con esto, la industria alimentaria deberá electrificarse por completo. Todos los procesos, desde la cocción hasta la conservación, dependerán de electricidad en lugar de combustibles fósiles. El informe asegura que los costes de producción apenas subirían un 0,4% de aquí a 2050. En su lugar, prometen mejoras de eficiencia, automatización y nuevas oportunidades de negocio para quienes abracen esta revolución.
Pero UK FIRES también admite que no existen soluciones viables para algunas áreas clave, como la fertilización de cultivos. Aunque menciona tecnologías de precisión y el uso de inhibidores, reconoce que no se eliminarán del todo. Aun así, omite cualquier análisis sobre las consecuencias de restringir estos insumos en la producción global de alimentos.
La reestructuración no sólo sería agrícola, sino social. El informe contempla una transición hacia nuevos modelos de negocio basados en «servicios ambientales», con el campo convertido en espacio de absorción de carbono, zonas forestales o producción energética. Los agricultores tradicionales tendrían que reinventarse como proveedores de «bienes públicos» si quieren sobrevivir.
UK FIRES presenta así una planificación centralizada del sistema alimentario, desde la producción hasta la mesa. Y aunque lo disfraza de «oportunidad», las consecuencias pueden ser devastadoras: menos comida real, más dependencia tecnológica, y una ciudadanía alimentada con productos de laboratorio cuya composición —fermentos, cultivos celulares, ingredientes modificados— está lejos de ser transparente.
Bajo la bandera del Cero Neto, lo que se propone es un colapso planificado del modelo agrícola conocido, reemplazado por un ecosistema industrializado, electrificado y artificial. Y, como ya ocurre con otras políticas climáticas, serán las clases medias y trabajadoras quienes sufran las consecuencias mientras las élites siguen disfrutando de la carne de verdad.
El futuro diseñado no incluye al ganadero ni al agricultor ni a la leche fresca. Incluye reactores celulares, proteínas de micelio y cifras de carbono.
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