Por Ricardo Vicente López
Parte II
A partir de las atentas lecturas que Eduard Bernays realizó de los libros de su tío Sigmund Freud, llegó a una conclusión muy inteligente: si el inconsciente de una persona puede ser analizado y reconvertido, mediante la terapia, para superar sus conflictos personales, debe haber un inconsciente colectivo que también puede ser investigado y modificado. De allí elaboró, para los EEUU, varias técnicas para la persuasión y manipulación de públicos masivos que diseñó para ser aplicadas en el ámbito publicitario, económico y político.
Si afirmo esto, que puede parecer muy simplista de mi parte, es porque me apoyo en el documental producido por la BBC de Londres El siglo del self, resultado de una larga y profunda investigación de un equipo de especialistas. En él aparece el Doctor Bernays, en primer plano afirmando, sin el menor pudor, lo que describe Wikipedia con estas palabras:
«El Siglo del Individualismo (en inglés The Century of the Self) es un documental británico realizado en 2002 por Adam Curtis que se centra en demostrar cómo el trabajo de Sigmund Freud, Anna Freud y Edward Bernays ha sido utilizado por las corporaciones y gobiernos para poder analizar y controlar a las personas a través de la psicología de masas y la creación de la sociedad de consumo».
Para mayor información cito un párrafo del libro de Bernays La Propaganda, publicado en 1928. En él escribió esta afirmación:
«La manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones organizados de las masas es un elemento de suma importancia en la sociedad democrática. Quienes manipulan este mecanismo oculto de la sociedad constituyen el gobierno invisible que detenta el verdadero poder que rige el destino de nuestro país. Quienes nos gobiernan, moldean nuestras mentes, definen nuestros gustos o nos sugieren nuestras ideas. Ellos son, en gran medida personas de las que nunca hemos oído hablar.
Debemos prestar atención a lo que, definiríamos hoy, como algo escandaloso de estas afirmaciones. Queda claro que esto no será reconocido hoy por ningún miembro del establishment de ningún país. No es que ya no se manejen esas técnicas, sí se lo hace y son hoy mucho más sofisticadas, pero eso nadie lo reconocerá, al menos con la calificación de manipulación de públicos masificados. Para agregar más argumentos podemos leer en sus memorias lo que Bernays cuenta:
«Un diplomático estadounidense, a comienzo de la década de los treinta, me comentó que había estado reunido con Paul Joseph Goebbels, ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich (1933 y 1945) y había visto en su biblioteca los libros de Bernays, editados en la década del veinte. Me sorprendí al enterarme de que Goebbels tenía en un lugar destacado de su biblioteca mi libro La propaganda. Nunca hubiera imaginado que mis teorías habían contribuido tanto al éxito y al ascenso del Tercer Reich».
La famosa frase que fue usada por el ministro de propaganda nazi, Joseph Goebbels, puesta como ejemplo de su perversidad: “Miente, miente, que algo quedará”, más las técnicas de la persuasión, con la que tantos logros ha obtenido el régimen nazi, eran originales del doctor Bernays. El Jefe nazi lo había aprendido de las lecciones de sus libros. Con esto ya estamos en condiciones de investigar los comportamientos actuales del público masificado, adoctrinado por los valores de la publicidad consumista, que en el mundo capitalista occidental lleva décadas de existencia. Me pregunto ¿quién de nosotros puede asegurar, con total honestidad, que no ha caído en las garras de esas campañas.
El periodista, Licenciado en Sociología (UBA) Francisco Stefanoff [[1]] ha publicado un Comentario a Edward Bernays: Propaganda – Cómo manipular la opinión pública en democracia:
«El libro Propaganda (1928) de Edward Bernays resulta de especial utilidad para entender el funcionamiento de diversos mecanismos, tal vez naturalizados, que operan de forma propagandística en el sistema democrático. Lejos de entender la manipulación únicamente en referencia a algún tipo de actor o institución, Bernays propone ir sobre la “cocina” de determinados hechos o circunstancias que más que “azarosos” responden a una multiplicidad de intereses por detrás y que terminan por moldear parte de la realidad social».
Es evidente, que este joven periodista, se dejó fascinar por las posibilidades técnicas que la lectura de un libro, escrito casi un siglo atrás, ponía ante su mirada inquisidora. Es probable que su formación académica le permitiera una lectura inteligente que lo llevó a relacionar la función de la propaganda, según Bernays, con el funcionamiento de la democracia, y sugiere que todo ello, en las democracias modernas, se muestren «tal vez naturalizados», razón por la cual se han incorporado al sentido común, cultivado éste por los grandes medios concentrados.
No se le escapa a Stefanoff que los antecedentes de Bernays en la Primera Guerra muestran el fino trabajo que se había realizado para legitimar en la opinión pública la participación de Estados Unidos, a través de la Comisión Creel [[2]] (de la cual Bernays fue colaborador), constituía un buen antecedente, entre varios otros, de los alcances y efectos que podían tener “este tipo de saberes”. Subrayo esto porque, en mi opinión, muestra la agudeza del periodista. Sin embargo, ésta no le alcanza para percibir las consecuencias, más profundas, sociales y políticas, que la aplicación de ese arsenal de técnicas del libro Propaganda ofrecía. Cuando lo que muestra el libro respecto de la capacidad de manipulación, hecho que quedó demostrado en los usos de personas avezadas en el período de la segunda posguerra. Además es moneda corriente en la agencias de publicidad de las décadas del setenta en adelante.
Más bien, afirma Stefanoff, la teoría del libro está dirigida a un grupo selecto de personas, que conformarían una suerte de “gobierno invisible”, para que puedan organizar el “caos”, como califica Bernays al juego democrático. Para eso, considera imprescindible un cierto margen de manipulación, a través de la propaganda, por parte de esta “élite” :
«Es interesante cómo, en este punto acerca de la “minoría inteligente”, no hay desarrollo del concepto por parte de Bernays. Es decir, no ahonda en cómo eventualmente determinadas personas se constituyen en líderes, de qué tipo de inteligencia se valen, cuán representativos de la mayoría son, a qué sectores sociales responden, de dónde provienen, qué tipo de sujetos son, en qué tipo de limitaciones están envueltos, cuán conforme estaría la ciudadanía con este tipo de fenómenos, etcétera».
El detalle de lo que Stefanoff le critica al autor de Propaganda, si bien uno puede concordar con sus señalamiento, para los fines de esta serie de notas quedan cortas, no alcanzan a comprender, desde una lectura del siglo XXI, las consecuencias, que hoy son evidentes para la mirada del analista político que busca las causas profundas de las extremas desigualdades del mundo de hoy.
[1] Egresado de la licenciatura en Sociología (UBA), Periodista
[2] George Creel (1876 –1953) fue un periodista investigador, un político, famoso por haber sido el jefe del Comité de información pública una organización de propaganda Norteamericana creada por el presidente Woodrow Wilson durante la Primera Guerra Mundial.
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