Edward Bernays y la importancia de crear un “consenso sumiso” para una “buena democracia capitalista”

Por Ricardo Vicente López

En la línea de lo expresado por Noam Chomsky, en sus últimas entrevistas, debemos pensar y repensar cuál es la finalidad que han tenido, con mayor o menor explicitación pública, los medios de comunicación en la sociedad de masas. Insisto en afirmar que la propuesta de estos comentarios a las tesis de Chomsky se propone abrir un debate en torno a este tema. Está muy arraigada la opinión generalizada de considerar los medios como una fuente confiable de información —aunque estén en decadencia—. Volver una y otra vez, de diversos modos sobre ello, es parte de lo que podríamos denominar, con un lenguaje más técnico, “una tarea contra-hegemónica”. Equivale a decir que, para enfrentar campañas como las descriptas con tanto detalle por nuestro autor, se requiere una que se especialice en la develación de la verdad que las otras ocultan: «los medios de información concentrados manipulan la verdad al servicio de los intereses de una minoría».

Retomemos la lectura de las palabras de Chomsky, respecto a los objetivos del control de los medios y sus consecuencias:

«La mayoría de los individuos deberían sentarse frente al televisor y masticar  religiosamente el mensaje, que no es otro que el que dice que lo único que tiene valor en la vida es poder consumir cada vez más y mejor, y vivir igual que esta familia de clase media que aparece en la pantalla, y exhibir valores como la armonía y el orgullo americano. La vida consiste en esto. Puede que usted piense que ha de haber algo más, pero en el momento en que se da cuenta de que está solo, viendo la televisión, da por sentado que esto es todo lo que existe ahí afuera, y de que es una locura pensar en que haya otra cosa. Y desde el momento en que está prohibido organizarse junto a otros, lo que es totalmente decisivo, nunca se está en condiciones de averiguar si realmente uno está loco o simplemente se da todo por bueno, que es lo más lógico que se puede hacer».

No debemos olvidar que la gran preocupación de la élite dirigente de los Estados Unidos es la posibilidad de una reacción del “rebaño desconcertado” [[1]]:

«El rebaño desconcertado es un problema. Hay que evitar que brame y pisotee, y para ello habrá que distraerlo. Será cuestión de conseguir que los sujetos que lo forman se queden en casa viendo partidos de fútbol, culebrones o películas violentas, aunque, de vez en  cuando, se los saque del sopor y se los convoque a corear eslóganes sin sentido en EEUU, como “Apoyad a. nuestras tropas”. Hay que hacer que conserven un miedo permanente, porque a menos que estén debidamente atemorizados por todos los posibles males que pueden destruirlos, desde dentro o desde fuera, podrían empezar a pensar por sí mismos, lo cual es muy peligroso ya que no tienen la capacidad de hacerlo. Por ello es importante distraerlos y apartarlos».

Queda expresado un pensamiento político dominante en el establishment del gran país del Norte. Uno de los personajes más destacados de la industria de las Relaciones Públicas, austriaco y sobrino de Sigmund Freud, Edward Bernays (1891-1995), publicista, periodista e inventor de la “Teoría de las Relaciones Públicas”, fue en sus inicios, miembro importante de la Comisión Creel. En ella, aprendió bien la lección y puso manos a la obra a desarrollar lo que él mismo llamó la “Ingeniería del Consenso”, que describió como la “esencia de la democracia”:

«Los individuos capaces de fabricar consenso son los que tienen los recursos y el poder de hacerlo —la comunidad financiera y empresarial— y para ellos trabajamos».

Este agudo periodista escribió una de sus tesis básicas en su ensayo, La propaganda (1928), en ese texto esbozaba sus primeras tesis:

«La manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones organizados de las masas es un elemento de importancia en la sociedad democrática. Quienes manipulan este mecanismo oculto de la sociedad constituyen el gobierno invisible que detenta el verdadero poder que rige el destino de nuestro país. Quienes nos gobiernan, moldean nuestras mentes, definen nuestros gustos o nos sugieren nuestras ideas son en gran medida personas de las que nunca hemos oído hablar».

Se lo reconoce, en su país, como “el padre de las Relaciones Públicas”, y entendió perfectamente la necesidad, convertida en demanda desde la década del treinta, de desarrollar desde la ciencia un conocimiento de las masas, de su psicología, y la posibilidad de una técnica para su manipulación. Bernays trabajó para grandes corporaciones, varios presidentes de los Estados Unidos y hasta para el mismo Rockefeller. Su conocimiento fue uno de los más valorados por los grandes poderosos del planeta. Desde sus comienzos, con el presidente Woodrow Wilson manipularon al público norteamericano, para arrastrarlo hacia la Primera Guerra.

Un personaje de este calibre ha pasado inadvertido para el público latinoamericano. Vale la pena reproducir lo que se dijo de él en diferentes medios internacionales: 1.- The New York Times, Estados Unidos:

«El Dr. Bernays, quien originó la Ciencia de las Relaciones Públicas, tuvo clientes tan importantes como los presidentes Coolidge, Wilson, Hoover y Eisenhower, así como a personajes de la vida pública como Edison, Caruso, Nijinsky, e importantes empresas nacionales e internacionales».

«2.- Revista Life, Estados Unidos dijo de él: Bernays, es considerado como una de las 100 personalidades más influyentes de nuestro siglo, junto a Martin Luther King, Robert Oppenheimer y Albert Einstein».

3.- BBC de Londres, Reino Unido: «Bernays ha sido uno de los principales arquitectos de las técnicas modernas de persuasión… Su convencimiento nacía de su Tesis  de que más que vender productos o bienes debía generarse una idea política de persuasión desde la propia opinión pública».

4.- Washington Post, Estados Unidos: «Es fácil decir que Edward Bernays fue el padre de las Relaciones Públicas. La gente lo ha llamado así desde hace años, y no se discute. Lo que realmente se quiere decir, sin que se hayan atrevido, es que es el Padre de todos los americanos».

5.- Le Monde, Francia: «Edward Bernays fue un personaje colorido que prodigó sus consejos a numerosas empresas y orquestó un sinfín de campañas de opinión tanto en los Estados Unidos como en América Latina».

6.- El observador, España: «Edward Bernays, es capaz de cambiar el punto de vista de las personas y convencerlas de que hagan lo que se les sugiere, es una habilidad que pocos hombres tienen y muchos desearían poseer».

El padre del “consenso  ideológico”

Algunos datos más de este señor “tan importante”, Edward Bernays, que exhibe en su muy larga carrera varios “éxitos” políticos al servicio de la Central de Inteligencia Americana (CIA). Volvamos a Chomsky, que afirma de él:

«Fue el encargado de dirigir la campaña de relaciones públicas de la United Fruit Company, en 1954, cuando los Estados Unidos intervinieron militarmente para derribar el gobierno democrático de Guatemala, e instalaron en su lugar un régimen sanguinario de escuadrones de la muerte, mantenido hasta nuestros días a base de repetidas infusiones de ayuda norteamericana, cuyo objeto es evitar algo más que desviaciones democráticas vacías de contenido. En estos casos, es necesario hacer tragar por la fuerza una y otra vez programas específicos para cada caso, aplicados a lo que la gente se muestra contraria, ya que no tiene ningún sentido que el público esté a favor de programas que le son perjudiciales».

[1] Se puede consultar: www.kontrainfo.com/la-democracia-del-espectador-y-la-manipulacion-mediatica-del-rebano-desconcertado-de-walter-lippmann – 18-4-2020.