Por Ricardo Vicente López
El contenido del título obliga a proponer ciertas definiciones que aclaren la utilización de algunos conceptos clave. Al hablar de Occidente se entiende inmediatamente que hago una referencia implícita a una cultura, la nuestra, en contraposición, en principio, a la oriental, aunque también difiere de muchas otras culturas a lo largo de la historia, algunas de las cuales subsisten hoy. Debo agregar que la cultura occidental tiene más de dos siglos de vida, dentro de ese largo trayecto temporal estoy haciendo referencia a un tramo definido como la Modernidad. Tomo una definición del Profesor e Investigador del Departamento de Filosofía de la Universidad de Murcia Dr. Ángel Prior Olmos:
El concepto de Modernidad designa, en principio, un determinado período cronológico que abarca los últimos cinco siglos… El concepto puede abordarse desde distintos puntos de vista, en nuestra presentación lo tomaremos, ante todo, como un concepto histórico-filosófico. El concepto alcanza un uso cada vez mayor en la historia y en la filosofía de la historia, siendo aceptado en el siglo XVIII. Surge de allí una nueva conciencia del tiempo histórico, por la que se distingue entre las edades Antigua, Media y Moderna (o Modernidad). Después, en el siglo XIX, se añadiría una Edad Contemporánea, referida a los tiempos novísimos… La experiencia del progreso aparece como componente fundamental de la síntesis de espacio de experiencia y horizonte de expectativa con el concepto de Modernidad. Además, se impone una temporalización que entrelaza continuamente las dimensiones del presente, pasado y futuro. La dimensión componente espacial se universaliza, la temporal incluye el futuro potencial.
La utilización del vocablo cultura no debe dejarse como un sobreentendido puesto que encierra múltiples definiciones, algunas de las cuales rozan el concepto civilización. Además se debe agregar que aparece el concepto de decadencia y también debo explicar en qué sentido lo voy a utilizar.
El concepto de cultura surgió como una noción central de la antropología del siglo XX. Con la cual se diferenciaban todos los fenómenos humanos que no pueden ser atribuidos a la herencia genética, otro modo de diferenciación entre naturaleza y sociedad, lo cual reconoce la importancia del trabajo humano. El término cultura aparece definido en el Diccionario de la Lengua como: “1.-Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico; conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.
La antropología estadounidense que ha desarrollado las investigaciones, poniéndoles su sello, ofrece dos significados: “1.- la evolución de la capacidad humana de clasificar y representar las diversas tareas humanas con símbolos en las que se expone los resultados imaginativos y creativos; y 2.- las distintas maneras en que la gente vive en diferentes partes del mundo, estableciendo comparaciones sobre semejanzas y diferencias”.
Hablar de civilización tiene una carga ideológica [[1]] que no debe soslayarse. Una tradición poco crítica contrapone este concepto al de bárbaro. Una breve referencia etimológica nos dice que deriva del latín civita que significa ciudad, de allí ciudadano. Al usar este concepto se está definiendo que la historia de la civilización comienza con los primeros asentamientos humanos, hace unos doce mil años, en pequeñas aldeas. Es un modo occidental de comenzar a estudiar los orígenes del hombre [[2]]. El uso coloquial tiende a poner en un mismo plano los conceptos civilización y cultura, que sin excesivas precisiones pueden aceptarse para esta investigación.
De todos modos es necesario subrayar que las palabras no son neutras, están cargadas de significaciones, y éstas intentan expresar y justificar a los sujetos, o sectores sociales, que ejercieron el poder en cada momento de este largo devenir. Condensan siglos de historia, pensada y narrada desde la mirada de los conquistadores, que son quienes escribieron las historias. Son éstos los que definieron en cada etapa el sentido de los acontecimientos y el propósito del camino trazado, encubierto, muchas veces, por la actitud civilizatoria y todo lo que ello supone. Los egipcios, los babilónicos, los persas, los hebreos, los griegos, los romanos, los chinos, los mogoles, para nombrar sólo algunos de los grandes pueblos fundamentales, justificaron sus conquistas sobre aquellos a los que calificaron de bárbaros, inferiores, incivilizados (no-civilizados), y a partir de la Modernidad, al conquistar las Nuevas Tierras, los calificaron como los salvajes, los incultos, los semihumanos, etc.
Cuando se habla hoy de un mundo civilizado, según la opinión de los académicos, se hace referencia a sociedades que han dejado atrás la etapa inculta o bárbara. Las otras no han cruzado todavía el umbral de la supuesta y exigible organización social. Dada esta definición se supone que entran en esa categoría aquellas sociedades donde reina la jerarquía y el orden, condiciones necesarias para gobernar toda sociedad de clases, en la que los ricos lanzan a la marginalidad a los sectores empobrecidos. En una palabra: son civilizados los países centrales de los siglos XVI al XXI.
Todos los pueblos han nacido, en tanto tales, en algún momento y en algún lugar de la historia del hombre, maduraron, fructificaron. Llegados a un punto en el que ya habían dado todo lo que encerraban como proyecto político-cultural, se frustraron por las más diversas razones, iniciaron un proceso de agotamiento, de descomposición y decadencia. Fueron absorbidos, conquistados por otros pueblos, o se transformaron en la búsqueda de una nueva construcción política, económica e institucional. Algunos, simplemente, desaparecieron como tales. La decadencia es una etapa inevitable de todo organismo vivo, y los colectivos humanos lo son.
La Modernidad occidental, definida aproximadamente en los términos que he propuesto, es el marco histórico dentro del cual la democracia como práctica de algunos pueblos, llevadas luego al tratamiento teórico de sus pensadores, adquirió las formas que conocemos hoy. Son formas expresadas por sus personas más eminentes. Sin olvidar que entre la narración, la conceptualización y sus diversas prácticas, se han abierto grietas, resquicios, hendiduras, que desvirtuaron los mejores ideales de aquellos hombres de la Ilustración. La Revolución Industrial inglesa abrió el camino a un modo nuevo de producir y distribuir. A partir de allí la democracia padeció el ataque del capitalismo. Pero eso es otra historia.
[[1]] Se puede consultar para un análisis más detallado mi trabajo: Civilizados y bárbaros, publicado en la página http://ricardovicentelopez.com.ar/?page_id=2
[[2]] Sugiero consultar mi trabajo en http://ricardovicentelopez.com.ar/wp-content/uploads/2015/03/El-hombre-originario-Primera-parte.pdf , agregando si su curiosidad se lo exige, la segunda y tercera parte.