Por Ricardo Vicente López
Parte II
En un estado totalitario, o estado militar, dominar resulta fácil. Es cuestión de blandir un palo sobre las cabezas de los individuos, y golpearles sin piedad. Pero si la sociedad ha llegado a un nivel de libertad democrática, se pierde aquella posibilidad. En estos casos se deben utilizar las técnicas de propaganda. La propaganda es a la democracia lo que la cachiporra al estado totalitario.
-Harold D. Lasswell [1] (1902-1978)
Aparece entonces una primera forma de propiedad: la propiedad comunitaria de la tierra. Esa forma de propiedad no reconoce diferencias en el interior de la vida social, la separación se da respecto de extraños. Con el correr del tiempo las diversas especialidades generaron una división social del trabajo, éstas se fueron incrementado al paso del crecimiento y la complejidad de sus organizaciones sociales. Se pasó de modos muy sencillos de producción hasta formas cada vez más complejas.
Una de las especialidades con mayor importancia y trascendencia fue la necesidad de que ciertos miembros de la comunidad se encargaran de la organización interna. Esto exigió la creación de formas rudimentarias institucionales que, a su vez, fueron dando lugar a una primera forma de estado político. Esta violencia exterior que le imponía la existencia de otras comunidades, con el correr del tiempo, exigió a algunas comunidades agrarias, formar grupos especiales de hombres preparados para esos conflictos. Se introduce una diferenciación social distinta a las que se fueron dando durante los primeros milenios de la vida sedentaria, con características novedosas, muy específicas: la utilización formal de la violencia.
Esta división interna del trabajo, más la existencia de una clase administradora, que fue consolidándose como un estrato diferenciado, fueron generando divisiones internas, que agudizaron el conflicto en su interior. Las diferencias sociales fueron institucionalizándose en clases con derechos desiguales. La administración de los bienes producidos, más la necesidad de reservar ciertos bienes para remunerar a los trabajadores de las obras que comenzaban a ser necesarias para mejorar la producción, como riegos, caminos, lugares para guardar las cosechas que se iban distribuyendo a lo largo del año, etc., fue marcando una diferencia social. Los saberes necesarios para las tareas políticas administrativas se fueron heredando en el seno de las familias privilegiadas. Todo ello se fue instituyendo como una clase con derechos y privilegios propios de la calidad de sus servicios.
Acá comienzan a aparecer diferencias sociales que, con el tiempo, se consolidaron en clases enfrentadas con intereses diversos y contrapuestos. Las legislaciones internas otorgaban, dentro de esas diferenciaciones, privilegios en el manejo de ciertos bienes: la clase dominante comenzó a hacer un uso privado de ciertos bienes: aparece una nueva forma de propiedad: la propiedad privada individual. Ésta consolidaría la estratificación social interna a la comunidad, con derechos superiores y exclusivos. El estado político fue el paso siguiente que empezará a tener sus primeras manifestaciones [2] Carlos Marx dice en el Manifiesto de 1848: «Toda la historia de la humanidad ha sido una historia de lucha de clases, de lucha entre explotadores y explotados, entre clases dominantes y clases oprimidas».
Las clases sociales dominantes en el siglo XX
El recorrido histórico del siglo XX muestra la consumación de los proyectos políticos de las élites dominantes. Después de la barbarie de las dos grandes guerras, la continuación de la llamada guerra fría y las múltiples guerras, de menor dimensión, que están en curso en diversos lugares del planeta, nos encontramos frente a un cercano agotamiento del proyecto de dominación. La estructura dominante desde el final de la Segunda Guerra, cuyo centro imperial está (¿o estaba?) en los Estados unidos, ha comenzado su proceso de debilitamiento. En las últimas décadas, aunque se intente ocultar, la evidencia es muy notoria. Aunque todo ello esté ocultado tras las bravuconadas del “macho alfa”: su presidente Donald Trump.
Esta condición de agotamiento va desnudando algunos de los mecanismos de dominación y manipulación, eficaces durante décadas, pero que hoy se van descubriendo. Todo lo cual abre la posibilidad de investigar, con mayor detenimiento y detalle, los mecanismos, durante tanto tiempo ocultos, utilizados por el sistema[3]. Si bien la sofisticación tecnológica fue avanzando y convirtiéndolos en formas y modos de más difícil detección, la protección política que recibieron de los grandes medios concentrados, ocultando todo ello, ya no muestran la solidez de otros tiempos.
La grietas que se fueron abriendo en esos sistemas, producidas por desacoples de las partes que antes presentaban una superficie pulida y sólida, posibilitaron algunas filtraciones. Aparecen unas primeras puntas que, tironeadas desde afuera, comienzan a mostrar su monstruoso interior.
Para este estudio voy a proponerle, amigo lector, una revisión y relectura de temas que ya he analizado para casos específicos [4] y concentrarme en los trabajos de dos personalidades descollantes del estudio de las necesidades, no confesadas, de las democracias. Sin olvidar que ambos piensan desde las necesidades de preservar el poder y la estabilidad de su país, los Estados Unidos. Esto debe entenderse como una posición política sólida respecto de la defensa de las clases dominantes y sus privilegios. Investigan, estudian, escriben, sin perder de vista el compromiso asumido. Lo que puede ser entendido como fallos, conflictos o carencias, son limitaciones personales que no alcanzan a opacar su brillantez.
Todo ello fue posible mientras el proyecto de la globalización se iba extendiendo sobre el planeta con sus logros accidentales, sus fracasos circunstanciales, pero con su capacidad todavía en condiciones de recuperar el comando del mundo. El primer anuncio fue una falla, hasta ahora no reparada, la crisis financiera de 2007/8. Fue una primera advertencia que anunció algo grave: comenzaba a mostrar un deterioro que, tal vez, sea el anuncio de un final que se acerca. Aunque esto no sea inmediato.
La sociedad moderna y las técnicas de manipulación de la opinión pública
Volviendo a los comienzos del siglo XX, debemos tomar como experiencia la historia de los Estados Unidos, y prestar atención a la situación especial en la que se encontraba, después de haber salido de la Guerra de secesión (1861-1865) y tener que enfrentar los conflictos obreros de las últimas décadas del siglo XIX. La administración de Woodrow Wilson (1913-1921) percibía que la decadencia del Imperio Británico se manifestaba con claridad y que la Primera Guerra marcaría su decadencia final. Ello daba lugar a un vacío de poder en el escenario internacional que se presentaba como una gran oportunidad.
La necesidad de resolver la oposición del pueblo estadounidense a la participación en una guerra fue resuelta por las investigaciones de la Comisión Creel (1917–1919), lo que debe ser definido como la primera experiencia política profesional de manipulación de la opinión pública:
George Creel (1876–1953) fue un periodista investigador, político, que llegó a ser famoso después de haber sido designado por el presidente Wilson como jefe del Comité de información pública, una organización de propaganda Norteamericana, que no reconocía antecedentes, creada durante la Primera Guerra Mundial. Convocó a numerosos artistas, se crearon miles de pinturas, pósters, historietas, y esculturas con el único propósito de promover la guerra. Se propuso llegar a cada persona varias veces con información patriótica sobre cómo cada individuo podría contribuir al esfuerzo de guerra. Reclutó unos 75.000 «hombres de cuatro minutos», quienes recorrieron el país hablando hablaron con 314 millones de personas sobre la guerra en el transcurso de 18 meses.
Sin ser demasiado sutiles, se puede decir que fue un primer experimento de lo que, casi un siglo después, con una tecnología altamente sofisticada, se lograban resultados similares en las experiencias de manipulación de la opinión pública. Un ejemplo sorprendente de ello fue la propuesta de una empresa dedicada a este tipo de propaganda. Dice wikipedia:
La empresa Cambridge Analytica, es una compañía privada que cambió el análisis de datos con la comunicación estratégica. A partir de 2014, estuvo implicada en 44 campañas políticas estadounidenses. Trabajó para la campaña presidencial de Donald Trump y participó en las elecciones británicas del Brexit. El Parlamento británico descubrió, gracias a sus investigaciones, que la empresa había trabajado en diversas elecciones de varios países. Entre ellos en Argentina contratada por el PRO de Mauricio Macri, elaborando una campaña anti-kirchnerista en mayo de 2015.
«El zorro cambia el pelo pero no las mañas». Este viejo proverbio, sacado del antiguo refranero castellano, le viene, como anillo al dedo, a los manejos para la manipulación de la opinión pública. al que, con asombrada estupefacción, seguimos padeciendo.
[1] Es considerado un pionero de la Ciencia política y de las teorías de la comunicación; egresado de la Universidad de Chicago en 1920, fue muy influenciado por las investigaciones freudianas, esto influyó en la mayor parte de su investigaciones sobre la propaganda y la comunicación social.
[2] Se puede consultar, para leer un trabajo más detallado mi trabajo En torno a la propiedad privada en le página www.ricardovicentelopez.com.ar
[3] Puede ser ilustrativo lo publicado en esta página (20-10-19) El Deep State o “Estado Profundo” de EEUU: fuerzas subterráneas que no aparecen en la historia oficial.
[4] Se pueden consultar en varias de las columnas publicadas en la página Kontrainfo.com.