En solo una semana, se extrajeron de los bancos U$S 2400 millones de la divisa norteamericana, a razón de 400 millones por día, la mayor caída desde el año 2001, de acuerdo a la calificadora Moody’s. En lo que va del mes, las reservas del Banco Central cayeron U$S 10.000 millones, solo restan U$S 57.900 millones al momento de escribirse esta nota, de las cuales, la mayoría son parte del préstamo del FMI, encajes bancarios de los depositantes y el Swap chino, o sea: no son reservas de libre disponibilidad. El problema de las crisis cambiarias es que, como la historia nos indica, pueden terminar en crisis bancarias. La desconfianza en el peso, producto de las continuas devaluaciones, hace que se desarmen plazos fijos y se pase ese dinero a dólares. La desconfianza en los bancos, producto de las cíclicas crisis de nuestro país, hace finalmente que los depositantes terminen sacando también sus dólares. A este ritmo cabe preguntarse: ¿Cómo hará el Gobierno para llegar a diciembre?
Según Moody’s la situación aún no es del todo crítica: “la mayoría de los bancos tienen amplia liquidez para soportar una presión significativa sobre los depósitos. Los bancos han venido construyendo ‘colchones’ de liquidez desde mayo de 2018, debido a los requerimientos de mayores encajes establecidos por el Banco Central y la pronunciada caída en el otorgamiento de créditos”.
El problema que identifica la calificadora de deuda es que el sistema bancario argentino invierte su liquidez en las Leliqs del Banco Central, para aprovechar las altísimas tasas del 75% (en realidad del 110% si tomamos en cuenta la acumulación de intereses en cada renovación). “Esta dependencia también revela una significativa exposición al Banco Central y al Estado Nacional en un escenario de incertidumbre creciente y potenciales cambios de política económica en el próximo gobierno”, sostiene el informe.
La bomba de las Leliqs, de 1 millón de millones de pesos, es una de las verdaderas pesadas herencias que quedarán para el próximo gobierno, junto a la pesadísima deuda externa. Cualquier solución para las Leliqs será traumática, ya que implicarán una enorme devaluación o un plan de canje compulsivo por bonos a muchos años, al estilo del plan Bonex de 1989.
La fuga de capitales no se detiene. De los U$S 44.500 millones de dólares que le prestó el Fondo Monetario Internacional a la Argentina, la mayor parte ya se fugó. Entre junio de 2018 y julio de 2019 se fueron del sistema bancario argentino U$S 27.500 millones. A pesar del enorme monto del préstamo, la economía cayó un 1,7%, la inflación supera el 50% y la desocupación se incrementó al 10%. El FMI debería desembolsar el 14 de septiembre unos U$S 5500 millones, pero actualmente esto es algo que está en duda. ¿Qué pasará si el FMI decide no enviar ese dinero, como hizo en el último tramo del gobierno de Fernando De la Rúa? El Titanic se sigue aproximando al iceberg.