Por Ricardo Vicente López
En una nota anterior [1] mostré cómo funciona el control social y la manipulación, mediante una tecnología altamente sofisticada, que funciona a nuestras espaldas (para usar una vieja expresión), aunque, en realidad y esto es lo más delicado, con nuestra aceptación alegre y complaciente. La novelística, el cine y algunos artículos periodísticos (pero no muchos, ni al alcance del ciudadano de a pie) esporádicamente tratan el tema. La presentación envuelta seductoramente, como dispone el packanging [2], modo que consigue nuestra aceptación ingenua, impide que lleguemos a tomar conciencia de la gravedad de las intenciones de quienes manejan el poder.
En una muy interesante y aguda nota del escritor y Psicoanalista argentino César Hazaki, cuyo título nos está anticipando algo inquietante, que incita a su lectura: La cara oscura de la web. La presentación de la nota contiene algo del misterio del cual nos va a hablar. Misterio que tiene la particularidad de que no maneja el ocultamiento, pareciera que, con las técnicas del mago prestidigitador, nos muestra lo que hace sin que lleguemos a verlo. Es la magia por la cual todo está a la vista pero no hay ojos capaces de verlo. Amigo lector, retenga esta metáfora, porque ella encierra la verdad de este fenómeno. En un primer apartado dice:
«El minué del poder. Los mecanismos de vigilancia que, quienes detentan el poder implementan, nunca abandonan el sueño del control absoluto y cotidiano de cada persona. Lo modifican y lo adaptan a las circunstancias históricas – sociales imperantes. Esos dispositivos tienen pasos que están bien identificados: primer paso seducir, tratar de convencer para llevar a la población a identificarse con el sistema imperante. Que la mayoría de las personas esté en sintonía con sus ejes centrales. Segundo: si falla el paso anterior se reprime, este paso está previsto ante revueltas e insubordinaciones. Aquí ya las fuerzas de seguridad son las que ejecutan la orden de reinstaurar el orden político social imperante. Finalmente y tercero, de fracasar los procedimientos anteriores, no se duda en matar, ya sea en forma selectiva o realizando masivas matanzas. En este último paso se suspenden las garantías constitucionales y las calles se pueblan de fuerzas armadas que apuntan contra el pueblo. Sobre este baile estrictamente pautado, el poder hace danzar de acuerdo a sus conveniencias a los seres humanos, la melodía permanente es el marketing».
Según yo entiendo Hazaki nos está presentando el plan general del proyecto de dominación y manipulación, que puede ser modulado según las historias y características de cada pueblo. En el paso siguiente el autor concentra su mirada sobre la utilización de una cantidad de técnicas dispersas, originadas en los Estados Unidos, en las décadas del diez y el veinte del siglo pasado, que fueron el resultado de investigaciones muy importantes. Sin embargo me atrevo a decir que, probablemente por su especialidad profesional, no ha tenido oportunidad de leer.
Todo ello fue publicado en esa época inicial. Por lo menos, en dos libros, de mucha repercusión entre los miembros del establishment, se hicieron conocer con sus propuestas: allí se anunciaba a las sociedades capitalistas de Occidente, en las cuales el conflicto social y político anuncia un problema constitutivo, estructural, de esos modos de organizar la sociedad moderna. Esas manifestaciones iniciales exigían un tratamiento inmediato, antes de que cobraran dimensiones no manejables. Esos libros fueron La opinión pública (1922) de Walter Lippmann (1889-1974) que inquietó a sus lectores; y Propaganda. Cómo manipular la opinión pública en democracia (1928) de Edward Bernays (1892-1995) mejor aceptado por su contenido comercial; este último es el creador del concepto de Relaciones públicas y de la técnica del Marketing.
Volvamos a Hazaki para leer sus comentarios:
«Amor al marketing. Nos encontramos hoy bajo la lógica del marketing, la dominación actual lo usa como el gran procedimiento de atracción y es el primer paso de seducción descripto anteriormente. El proceso tecnológico le permite descubrir y manipular los gustos e intereses de los consumidores, prácticamente sin que estos se enteren o si ello ocurre, lo acepten como un beneficio. Para tratar de demostrarlo tomaremos un spot publicitario de Samsung. En el mismo va mostrando cómo todos los aparatos de la casa pueden ser manejados desde el celular, casi sin esfuerzo. Culmina el mismo con el siguiente eslogan: “Todo está conectado para hacer tu vida más simple”. Establece a la comodidad como el eje de la vida actual, ilusiona con que la misma permite instaurar un ciudadano que centra su vida en la experiencia lúdica de la realidad virtual. Ese personaje de la publicidad está muy alejado de lo que en verdad sucede, donde los aparatos tecnológicos realizan toda la tarea hogareña, el que así vive, es un sujeto altamente controlado».
El autor nos comenta que la empresa Samsung ha reconocido hace poco tiempo que coloca chips secretos en cada uno de esos aparatos que produce. Los mismos le informan, sin que el usuario se entere, del uso que se les da a los mismos. La idea general es que nada de lo que el usuario hace con esos aparatos sea secreto para la empresa. No creo que el comentario que sigue tenga un sentido exculpatorio, cuando afirma que Samsung no es la única multinacional que promueve este consumismo hiper-vigilado. La justificación que la empresa ofrece para realizar una intromisión inaceptable en la vida privada es que lo que está buscando es el bienestar, el entretenimiento y la prosperidad de las personas. En el fondo de este proyecto de un paraíso, en el cual la vida está simplificada se esconde algo muy cercano al control total del consumidor. Continúa Hazaki:
«El spot de Samsung demuestra el predominio de la conexión en tiempo real, que se realiza desde el celular por vía de las hiper-conexiones que unen a todos los aparatos. Esta ilusión de la simplificación es una de las maneras seductoras en que se trata de disimular la condición de central de la sociedad global tecnificada, en la que avanza una homogenización cultural que no disminuye las diferencias entre explotados y explotadores, por el contrario, la diferencia a favor de los que más tienen es cada vez más abismal».
Como consecuencia de las potencialidades que van ofreciendo los desarrollos tecnológicos y el auge del individualismo, han caído casi en desusos concepto como: lo social, la sociedad de masas, la sociedad de las muchedumbres solitarias, las sociedades disciplinarias, las sociedades de control, etc. Afirma el autor que vamos sumergiéndonos, sin tomar conciencia de ello, en un mundo invivible, pese a las consecuencias que el sociólogo y filósofo francés Guy Debord (1931-1994) nos advertía en La sociedad del espectáculo (1967):
«Allí donde el mundo real se transforma en simples imágenes, las simples imágenes se convierten en seres reales, en motivaciones eficientes de un comportamiento hipnótico».
La manera sibilina, subrepticia, sigilosa, con la cual van penetrando nuestra subjetividad, impide en gran medida que podamos defendernos de ese asalto a nuestra personalidad. Debemos recordar los personajes de una notable novela, que debe ser leída como un espejo de nuestro mundo actual:
«La más famosa del escritor británico Aldous Huxley (1932). La novela es una distopía, (lo contrario de una utopía), que también puede ser pensada como un cuento de anticipación, que describe el desarrollo de tecnologías reproductivas, cultivos humanos e hipnopedia (educación a través del sueño) manejo de las emociones por medio de drogas que, combinadas, cambian radicalmente la sociedad».
Desde la llegada, de estos smartphones, computadoras de altísima capacidad, pareciera que nuestro mundo ya nos es concebible sin esa tecnología de avanzada; se han convertido en una panoplia tecnológica sin la cual la vida es impensable sin ella. Aparatos cada vez más diminutos al servicio del espectáculo-mundo, como predijo Debord (ya citado): su sociedad del espectáculo deviene así en la sociedad transparente, que lo es en la medida en que las conciencias se van vaciando. Vamos precipitándonos a un mundo de conciencias simples, figura que niega la condición humana, por la pérdida de las profundidades de nuestra espiritualidad. Nos parecemos, cada vez más, a los habitantes del Mundo feliz. Agrega Hazaki:
«La cultura dominante incluye un combo donde la visibilidad personal aumenta sin parar y una profusa tendencia a la producción de imágenes construye ese universo que aúna espectáculo, exhibicionismo y voyerismo. No es lo único, también la vigilancia convierte a cada persona en sospechosa. Con los algoritmos y los robots de captura y análisis del tráfico comunicativo, las grandes compañías de internet más los servicios de información hacen su agosto en la denominada internet profunda. La habilidad del modelo es que pregona una libertad personal sin límite con la que logra adentrarse en lo más intrincados vericuetos de los gustos personales. Es decir que en el denominado internet profundo, el seguimiento y el control social se perfeccionan y se hacen cada vez más estrictos».
Esta especie de desacople entre el mundo vivible, deseado, y el que hoy tenemos, me recuerda la queja de Segismundo en la Vida es sueño del poeta español Pedro Calderón de la Barca (1600-1681):
«¡Ay mísero de mí, y ay, infelice! /Apurar, cielos, pretendo,/ ya que me tratáis así/ qué delito cometí/ contra vosotros naciendo;/ aunque si nací, ya entiendo/ qué delito he cometido. /Bastante causa ha tenido vuestra justicia y rigor; /pues el delito mayor/ del hombre es haber nacido. Sólo quisiera saber/ para apurar mis desvelos/ (dejando a una parte, cielos, el delito de nacer),/ qué más os pude ofender/para castigarme más».
[1] Vivir sin asedios – modo de vida de un pasado no tan lejano, publicada en esta columna – 26-12-2020
[2] Packaging se refiere al modo de empaquetar o envolver para la presentación de un producto; es un importante anzuelo para la comunicación visual que capta y atrae al interesarlo para que lo compre.