Argentina: fuerte caída de la natalidad. Bajan 40% los nacimientos en Capital y empiezan a cerrar maternidades

Los registros oficiales muestran que en la Ciudad de Buenos Aires los nacimientos tuvieron una fuerte baja en los últimos cinco años. Pasaron de 75.577 en 2016 a 44.431 en 2022 (2.914 en lo que va de 2023). Lo que representa una baja del 41,25% en ese periodo. El número de nacimientos en el país viene bajando desde 2016. Ese año hubo 777.017 partos contra 529.794 en 2021. Argentina transita el descenso más pronunciado de nacimientos en su historia, con un promedio de 250.000 nacimientos menos cada año entre 2014 y 2020. La tasa de fecundidad bajó un 34% en esos seis años.

En un país como la Argentina, con un extenso territorio y una densidad de población bajísima, la situación es alarmante, aunque a ningún político parezca preocuparle. La tasa global de fecundidad (TGF), el promedio de hijos por mujer en edad fértil, también se derrumba, ubicándose cada vez más lejos de la llamada tasa de reemplazo de la que depende la estabilidad de la población. La llamada tasa de reemplazo es de 2,1 hijos por mujer; en la Argentina esa tasa ha caído al 1,54 en 2020.

“Hoy, las maternidades públicas y privadas tienen la mitad de los nacimientos que registraban en 2015”, ratifica Leonardo Mezzabotta, vicepresidente de la Sociedad de Ginecología y Obstetricia de Buenos Aires (SIGOBA).

“Lamentamos comunicar el cierre definitivo de los servicios de Obstetricia, Maternidad y Neonatología”, comunicó el Instituto del Diagnóstico (IADT) en su página web en septiembre. “El volumen de la actividad obstétrica y neonatal en nuestro sanatorio ha experimentado un declive pronunciado en los últimos años que nos lleva a la imposibilidad de continuar ofreciendo los servicios de esas áreas”, señalaron.

“La caída es paulatina. Hoy, tenemos 2.700 nacimientos por año cuando antes eran 4.000. El número se redujo en un 40% y en Ciudad de Buenos Aires la caída es del 50%. Otro ejemplo, en el Hospital de Ramos Mejía descendieron entre un 20 % y 25%”, explicó Roberto Casale, jefe en el departamento perinatal del Hospital Posadas. “Tener abierto Servicios de Obstetricia y Neonatología de alta calidad y complejidad con un bajo número de nacimientos es antieconómico”, añadió al tiempo que explicó que en Provincia cerró la maternidad de la Clínica Tachella de Haedo porque se reconvirtió en un espacio quirúrgico.

La tasa de natalidad cada 100 mil habitantes también viene en descenso desde 2015.

María Taborda trabaja como médica obstetra en el Sanatorio Anchorena de Recoleta desde el 2018. “Es un tema que a todos nos llama la atención. En 2018 teníamos todo el cuarto piso destinado a obstetricia, es decir, desde la cama 401 hasta la 426. Con el paso de la pandemia, la mitad de las camas se tuvo que destinar a otras demandas clínicas. La realidad es que en maternidad no volvimos a necesitar de todo el espacio. Hoy, con medio piso nos alcanza”, le relató a la periodista Penélope Canonico.

Néstor Vain, Jefe del Servicio de Pediatría y Neonatología del Sanatorio de la Trinidad en Buenos Aires, subraya que en la mayoría de los sanatorios privados, el área de maternidad se puede usar o compartir con internaciones clínicas o quirúrgicas.

¿Cómo se llegó a este triste estado de situación? Una sumatoria de políticas de largo plazo, impulsadas desde organismos internacionales e implementadas por una casta política que lejos está de pensar en el desarrollo soberano del país.

“En relación al por qué es multifactorial: empoderamiento de la mujer, que trabaja fuera del hogar. Menos uniones matrimoniales. Más preocupación por su carrera laboral, edad más tardía para decidir embarazarse. Hoy en día, los nacimientos por un primer embarazo suceden a los 35 o 40 años de la mujer lo cual hace 15 o 20 años era mucho menos frecuente”, justifica Néstor Vain, Jefe del Servicio de Pediatría y Neonatología del Sanatorio de la Trinidad en Buenos Aires.

Las agendas antinatalistas se impulsan sin cesar desde los medios de comunicación y el sistema escolar, las consecuencias están a la vista. “El mandato de tener hijos va desapareciendo. En Francia, hay encuestas que hablan de un 20% de las mujeres que no quieren tener hijos e, incluso, cada vez es más frecuente la vasectomía en hombre y la ligadura tubaria en mujeres a muy corta edad”, explica Mario Sebastiani, médico del comité de bioética del Hospital Italiano. Y define: “Es una sociedad que premia el rol de la mujer en el mundo del trabajo, la investigación , la política y no la crianza”.

En el 2004, se aprobó la “Ley de Salud Sexual y Reproductiva” que multiplicó la distribución de métodos anticonceptivos. “El resultado de la aplicación de esta ley influyó en la baja de la tasa de natalidad lo cual empezamos a visibilizar antes de la pandemia”, expresó Casale. En 2014 se incorporó el implante subdérmico, que es un anticonceptivo de larga duración orientado a adolescentes y jóvenes, a la canasta de medicamentos que distribuye el programa Remediar. La promoción en los jóvenes de orientaciones sexuales no reproductivas (algo que países como Rusia prohíben con fuertes penalidades), viene también jugando un rol importante en la reingeniería de la sociedad.

A esto habría que sumarle la legalización del aborto desde diciembre de 2020. Solo en el año 2022 se contabilizaron alrededor de 60.000 abortos legales en la Argentina. Una enormidad, si bien muy lejos de la  estrambótica cifra de 500.000 por año que esgrimía el feminismo antes de su legalización.

“Durante el 2020 Alberto Fernández paralizó todo menos la llamada ‘salud reproductiva’. A poco de comenzado el confinamiento estricto, Juan Carlos Escobar, coordinador del área de adolescencia del Ministerio de Salud, anunció que el acceso a métodos anticonceptivos y al aborto eran ‘servicios esenciales’ que quedaban fuera de las restricciones impuestas por el Covid”, escribió Mónica del Río.

De acuerdo al informe “Odisea Demográfica. Tendencias demográficas en Argentina: insumos clave para el diseño del bienestar social”, elaborado en noviembre de 2022 por CIPPEC, un organismo financiado por multinacionales y la Embajada de los EEUU, “la introducción y distribución masiva de un nuevo tipo de anticonceptivo de larga duración (el implante subdérmico) habría tenido un impacto considerable, motorizado por la ampliación de la ESI y el subsecuente incremento en su demanda”, el organismo, como era de esperar, celebra el descenso de natalidad.

La analista Julia Pomares, también de CIPPEC, destaca que la caída de la fecundidad adolescente -”que en su gran mayoría es no intencional”, aclara- entre 2014 y 2020 fue de 55%. Y afirma: “Es una GRAN oportunidad para que miles de mujeres rompan el círculo vicioso de la pobreza y tengan más libertad para decidir sobre sus vidas”, celebrando una publicación de Rafael Rofman. Una afirmación puramente ideológica, siendo que la pobreza ha venido aumentando desde 2014, al mismo tiempo que la baja de la fecundidad.

Para la periodista Claudia Peiró, “esta lectura confirma que la inspiración de todas las políticas antinatalistas, aborto incluido, es la idea de que la pobreza se resuelve evitando que nazcan los pobres”.

El sueño de reducir significativamente la tasa de natalidad en el mundo que han venido manifestando oscuros personajes de influencia global, como Henry Kissinger y George Soros, se va cumpliendo, a medida que gobiernos y sectores políticos aplican sus agendas sin mayor resistencia.

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