El Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Bolivia dio por finalizado este viernes el recuento oficial: Luis Arce se impuso con el 55,14% de los votos, casi duplicando al segundo, Carlos Mesa, que obtuvo el 28,87%. En tercera posición se ubicó el dirigente del partido “Creemos”, Luis Fernando Camacho, con sólo 13,92%. Los organismos internacionales que enviaron misiones de observación electoral en Bolivia emitieron un mensaje de respaldo al trabajo de las autoridades de las elecciones. La OEA, cuestionada por su rol en los comicios anulados del 2019, y corresponsable del derrocamiento de Evo Morales, también calificó de “claro y contundente” el triunfo del MAS. El presidente electo, quien deberá gobernar por los próximos cinco años, prepara su Gabinete, en el que esperan ocupar posiciones las organizaciones sociales y sindicales que conforman el MAS.
“El MAS ha ganado las elecciones ampliamente, incluyendo la Cámara de senadores y diputados. Bolivia tiene a Arce de presidente(…) Lucho será nuestro presidente (…), el devolverá a nuestra patria el camino del crecimiento económico”, dijo el ex presidente boliviano Evo Morales, desde Buenos Aires.
Arce, por su parte, se encargó de aclarar que no tiene previsto “ningún rol” en su gobierno para el expresidente Evo Morales: “No va a tener ningún rol en nuestro Gobierno”, dijo Arce en la sede del Movimiento al Socialismo (MAS) de La Paz a Reuters, y agregó: “Él puede venir al país el rato que quiera, porque es boliviano (…) Pero en el Gobierno yo tengo que decidir quién entra y quién no entra”. También criticó a la OEA: “Fue un insulto para el pueblo boliviano que la OEA viniera prácticamente con la misma delegación del año pasado, cuando hizo ese informe tan lapidario y vergonzoso, y se inmiscuyó en los asuntos de los bolivianos violando la normativa de los observadores internacionales. No estamos felices de recibir ningún piropo de la OEA, todo lo contrario, estamos indignados porque vinieron con la misma gente que el año pasado”.
¿Quién es Luis Arce?
Arce ganó las elecciones como exponente de la bonanza económica del gobierno de Morales (2006-2019), cuando él fue ministro de Finanzas. Economista de 57 años, estudió en la estatal Universidad Mayor de San Andrés en La Paz e hizo una maestría en la universidad británica de Warwick. Trabajó 18 años en el Banco Central, donde ocupó diversos cargos, y fue ministro de Economía y Finanzas casi todo el periodo de Morales, con una pausa de 18 meses. Tiene un perfil más tecnócrata que político. También se dedicó a la docencia y encabezó numerosos cursos en universidades de Bolivia, Estados Unidos y otros países de América Latina, entre ellas Harvard, Columbia y la Universidad de Buenos Aires. Bajo el mandato de Morales, Bolivia elevó su Producto Interno Bruto (PIB) de 9.500 millones de dólares anuales a 40.800 millones y redujo la pobreza del 60% a 37%, según datos oficiales. Durante su gestión a cargo del ministerio de Economía, una de sus medidas más importantes fue la serie de nacionalizaciones, principalmente de los hidrocarburos. El flamante presidente de Bolivia sostuvo que esa medida fue uno de los pilares de la recuperación económica del país. Arce renunció al cargo en 2017 tras sufrir un cáncer de riñón. Luego de una larga recuperación en Brasil, volvió a Bolivia y retomó el puesto.
El actual presidente electo Arce advirtió que en los próximos años “hay que hacer política de austeridad, no hay otra si es que no hay creación de ingresos suficientes para cubrir el gasto corriente”, en relación a las secuelas económicas de la pandemia en su país, si bien aclaró que los recortes no afectarían a la inversión pública, necesaria para reactivar el crecimiento. Aseguró además que no modificará el tipo de cambio fijo del peso boliviano frente al dólar, en medio de temores a una futura devaluación.
El factor geopolítico clave: el litio
Para Arce, las inmensas reservas de litio de Bolivia son un impulso económico potencial de primer orden, para el cual Bolivia necesita un “socio estratégico” para poder explotarlas con éxito y apuesta a lograr una producción valuada en u$s 2000 millones para el final de su gestión. Bolivia posee alrededor el 40 por ciento de la producción mundial de litio y según las estimaciones que había realizado el gobierno de Morales, la producción podría pasar de 15 mil toneladas en 2019 a 100 mil en 2023. En enero de 2019 se anunció el descubrimiento de una reserva geológica de 21 millones de toneladas métricas de litio.
Por dicho motivo el gobierno Morales había firmado contratos con empresas de Alemania y China, para conformar un capital mixto que permitiera la explotación, lo que había generado tensiones con empresas de capitales norteamericanos.
Arce señaló nuevamente la necesidad de contar con capitales privados: “Industrialización soberana del litio mediante alianzas estratégicas que podrán ser con inversión extranjera y nacional, por medio del manejo del Estado”, puede leerse en la web del MAS.
Arce también hizo mención a la importancia que tuvo este bien estratégico durante el golpe de noviembre pasado: “No fue un golpe contra el indio sino por el litio. Fue diseñado por transnacionales interesadas en su privatización junto al gas”, había afirmado.
En una entrevista con Folha de Sao Paulo, Arce explicó también que quiere renegociar los contratos de gas entre Bolivia y Brasil, porque el gobierno brasileño no debería haber firmado acuerdos con una administración que no fue elegida democráticamente, en referencia al gobierno de facto de Jeanine Áñez.
El modelo económico boliviano instrumentado por Arce se basa en la confluencia de dos sectores: uno “estratégico generador de excedentes”, conformado por las industrias petrolera, minera y eléctrica, y un sector “generador de ingresos y empleos”, constituido por las industrias manufacturera, la agropecuaria, la construcción y el turismo, entre otros. El primer sector está en manos del Estado, como principal actor de la economía, trasladando los excedentes hacia el segundo sector para “industrializar los recursos naturales”, pudiendo así realizar grandes obras de infraestructura y financiar una amplia gama de políticas sociales.
Antes del golpe de Estado, el gobierno había acordado la creación de algunas sociedades mixtas con China y Alemania, que se sumarían a las empresas puramente bolivianas.
China
En agosto de 2019, cuando Evo era presidente, la estatal Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) y la empresa china Xinjiang TBEA Group formaron una empresa mixta para la construcción de plantas de carbonato de litio en los salares de Coipasa (en el departamento de Oruro, a 109 kilómetros del de Uyuni) y Pastos Grandes (en Potosí, a 550 kilómetros de Uyuni).
“China al 2025 va a necesitar 800.000 toneladas de litio”, expresó el embajador chino Liang Yu. “Estamos a la disposición de ayudar en la industrialización de las empresas como la metalurgia, la química estamos para realizar el sueño energético e industrial sudamericano de Bolivia”, añadió.
Durante los últimos años, la gestión de Evo Morales había avanzado en varios proyectos de industrialización del mineral que incluían la instalación de al menos 40 plantas hasta el año 2030.
Alemania
En abril de 2018, Bolivia anunció que la empresa alemana ACI Systems había sido escogida para comercializar el litio boliviano de entre las ocho propuestas recibidas. El acuerdo tendría una duración de 70 años.
El proyecto conjunto germano-boliviano se puso en marcha. La empresa pública boliviana Yacimientos de Litio (YLB) y la alemana ACI Systems crearon en octubre una Joint-Venture para explotar el litio de Bolivia. Se invertirían 1.200 millones de dólares en un complejo de alta tecnología en el salar de Uyuni, cuyo producto principal serían las baterías de iones de litio. Según el acuerdo, YLB tendría el 51% de las acciones de la empresa conjunta.
Inmediatamente comenzaron las protestas y movilizaciones de sectores potosinos contra el proyecto.
En un principio, Evo Morales mantuvo firme la decisión de industrializar el hidróxido de litio con las empresas alemanas y minimizó las protestas potosinas.
Sin embargo, la crisis política desatada tras las elecciones de octubre de 2019 cambió sus planes. El MAS fue acusado por opositores y la OEA, conducida por Luis Almagro, de cometer fraude.
En medio de las crecientes protestas y rebeliones policiales, Evo Morales rompió la sociedad con ACI Systems. Pero no logró desactivar la bomba de tiempo conjurada. Los cívicos potosinos continuaron su presión para que finalizara su gobierno. El 3 de noviembre de 2019 el gobierno de Bolivia canceló por decreto la joint-venture para la producción de litio con la empresa alemana ACI Systems. El 10 de noviembre, las cúpulas militares desconocieron su autoridad y Evo Morales terminó siendo derrocado.
EEUU
Desde enero de 2020, el gobierno brasileño de Bolsonaro mantuvo conversaciones con Elon Musk, CEO de Tesla, quien se ufanó por Twitter del golpe de Estado contra Morales, con el fin de acordar la instalación de una fábrica de autos eléctricos en Santa Catarina, al sur de Brasil.
En el contexto de estas negociaciones, el empresario boliviano Samuel Doria Medina invitó públicamente a la compañía estadounidense a construir una “giga-factory” en el Salar de Uyuni “para sus baterías de litio”. El proyecto buscaba completar los volúmenes de litio requeridos por Tesla para sus potenciales proyectos en Sudamérica. Doria Medina, fue también candidato a vicepresidente en la fórmula que en un principio buscó encabezar Jeanine Áñez.
Según el ex gerente ejecutivo de YLB, Juan Carlos Montenegro, “EEUU veía con preocupación y temor el hecho de que Bolivia tuviera una relación más estrecha con Europa, a través de Alemania, y con China”, apuntando a los motivos económicos y geopolíticos del golpe.
Pensando en su futuro gobierno, Arce ha expresado: “hay que reactivar la producción; básicamente tenemos tres proyectos estrella: industrialización con sustitución de importaciones para pequeñas y medianas empresas, programa de seguridad con soberanía alimentaria, y producción de diesel ecológico desde el inicio de la gestión. Vamos a continuar con nuestro esquema estratégico de mantener los recursos naturales en manos del Estado. Retomaríamos el programa que veníamos planteando desde octubre del año pasado con el objetivo de industrializar el litio y que generemos 42 nuevas industrias, que van a permitir empleos e ingresos para el pueblo boliviano. Nuestra política exterior va a ser abrirnos a todos los países, pero con la condición de que se respete la soberanía, que el trato sea de igual a igual. Cualquier país que cumpla ese requisito, bienvenido. Si EE.UU. quiere establecer relaciones con nosotros debe saber que esos son los requisitos”.
El futuro de Bolivia seguirá signado por este enfrentamiento entre potencias para quedarse con una de las mayores reservas estratégicas de litio del planeta.
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