El año del sacrificio – Macri, la iglesia cambiemita y la vía religiosa para llegar a la orilla de 2019

Diego Genoud *

En el juego político de los tiempos la oferta aparece como lo que ya se puede hacer o lo que es necesario pasar por los sacrificios previos para que se pueda hacer. Lo que sorprende es la coincidencia de las propuestas de la izquierda tradicional y la del neoliberalismo. Es un tema central de esta época.

Si como político es un buen ingeniero, entonces habrá pensado que el momento era ahora, cuando el capital que obtuvo en las urnas todavía respira. Blindar la reforma previsional y alentar la Macri devaluación de cara al año nuevo, con el objetivo de disipar la guerra interna del gabinete económico. Sobre el filo de 2017, a salvo en la tranquilidad del country Cumelén, el Presidente aceptó relajar la pata ortodoxa de su experimento en busca de reactivar la actividad para el año que comienza. El campo y la industria recuperan posiciones ante los bancos, mientras los que ganan en pesos tiemblan.

Agnóstico, más bien entregado a la autoayuda, el CEO de Cambiemos le pide a los argentinos que asuman las privaciones y se ajusten los cinturones por un tiempo indefinido. El bienestar general, que promete lejos de cualquier novedad, está al final de ese camino empinado y forzoso.

Si el peronismo quiso ser el reino de la felicidad inmediata y la redención en el presente puro, la religión promueve las privaciones del ahora con la promesa de un cielo futuro, cuando lo terrenal nos resbale y pasemos a mejor vida. Algo parecido postulan versiones de izquierda que parecen fechar la solución a los problemas en el instante mismo de la revolución.

Sin ser religioso ni ser de izquierda, Macri acaba de iniciar un año en el que le pide a la sociedad argentina un sacrificio con la dudosa garantía de que, allá adelante, asoma la luz al final del túnel. En segundísimo plano, quedan la revolución de la alegría, los globos, el diálogo y la maravilla de lo que estamos logrando juntos.

Ajustar ahora a los jubilados, ver cómo los pesitos se achican en los bolsillos de las mayorías, enfrentar un nuevo aumento de tarifas y cerrar paritarias por debajo de la inflación; todo eso para arribar al paraíso de un desarrollismo sui generis y sustentable.

Como si se aferrara al crucifijo de Elisa Carrió, el Presidente compra también así la fe de su socia más incómoda y la incluye en la oferta esencial de su programa de gobierno. El mensaje es claro: 2019, cuando llegue, será distinto. Otra vez habrá más obra pública, créditos baratos para los que menos tienen y -tal vez- algún plus en jubilaciones y asignaciones antes de ir a votar.

El año que arranca mañana tendrá otro gusto y será otra cosa. Una ventana de tiempo en la que Macri  le pide a las mayorías que sigan su ejemplo, el del magnate que resigna su bienestar para ocuparse de los problemas del país. Los argentinos de a pie no necesitan tanto: alcanza con que se dispongan mansos a ceder parte de su poder adquisitivo. El Presidente cree que ya hizo su mayor renunciamiento. Ahora pide, en el altar de la Iglesia cambiemita, que las mayorías entreguen el diezmo, recen y cierren los ojos. Que comience -ya- el año del sacrificio.

* Diego Genoud – Licenciado en Comunicación en la Universidad de Buenos Aires; Periodista, trabajó con Lanata en Después de Todo; en la revista TXT; Página 12; Perfil; Crítica; Noticias; Crisis y colaboró en Brando, Ámbito Financiero y el suplemento Enfoques de La Nación.

Fuente: www.elcanciller.com – 30 de Diciembre de 2017

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