A 45 años del Golpe que vino a “destruir las chimeneas que levantó Perón” – Por Juan Gabriel Labaké

Por Juan Gabriel Labaké*

“Yo quisiera preguntarles, compañeros, si ustedes recuerdan cómo era la Argentina antes de Perón. Ustedes saben como yo, que era un país sin justicia social, con campos y vacas. El General Perón, trajo al país la justicia y las chimeneas. Hoy, los traidores y la Sinarquía Internacional -porque esto también se está moviendo desde afuera- quieren acabar con el pueblo y voltear las chimeneas para que la Argentina vuelva a ser campo y vacas solamente”.
-Isabel Perón, 2 de julio de 1975

En 1973, y debido a la Guerra en Medio Oriente, los árabes aumentaron abruptamente el precio del Petróleo. Los jeques autocráticos vieron llenarse sus arcas de dólares, pero, como en esos países aún no había un sistema bancario desarrollado, optaron por depositarlos en los mismos bancos occidentales, cuyos verdaderos capi di tutti mafia son, desde tiempos inmemoriales, los Rockefeller y los Rothschild.

Isabel, tan tozudamente como antes lo había sido Perón, se negaba a tomar créditos internacionales que no necesitábamos, lo cual empobrecía las ya “humildes” alforjas de los gemelos Rockefeller-Rothschild y sus laderos de Wall Street y de la “City” londinense. Además, Isabel como todos los Peronistas “incorregibles” (al decir de Borges), era muy escéptica sobre las bondades de la libertad total del comercio entre el lobo y los corderos, de modo que se empecinaba en mantener la línea de economía nacional y humana que el viejo general sostuvo desde que fue Perón.

Estos dos sacrilegios del Gobierno de Cámpora-Perón-Isabel constituían una afrenta insufrible para los bolsillos de los anglosajones dominantes, de modo que el derrocamiento de Isabel pasó a formar parte del mandato divino que recibieron los norteamericanos, hace más de 200 años, de que “América (fuera) para los norteamericanos”, por aquello del Destino Manifiesto y otros “cuentos del tío” por el estilo.

Los militares argentinos “made in la Escuela Militar de las Americas” realizaron las dos consultas obligatorias para todo buen alumno:

A Henry Kissinger le preguntaron si podían dar el golpe y realizar el genocidio que sobrevino. Kissinger, con cara de póquer (es decir, de “estadista internacional”…) y alma de “Destino Manifiesto”, les respondió: “Lo que tengan que hacer, háganlo rápido”. Y “nuestros” militares practicaron, como solía suceder, la obediencia de vida.

Y por aquello de zapatero a tus zapatos, consultaron, ahora no con Kissinger, sino con David Rockefeller (Chasse Manhattan Bank), con el Citicorp del barón de Rothschild, y con los otros tres bancos del llamado “Steering Commitee” que monitoreaba nuestra deuda externa.

La consulta fue muy concreta, a quien “nos convenía” designar como ministro de Economía una vez producido el cuartelazo. Rockefeller respondió en el acto: “Designen a José Alfredo Martínez de Hoz, pues él es el de mayor confianza para nosotros”.

Desconozco, honestamente, si los militares, en su sempiterna ingenuidad e ignorancia sobre temas económicos, conocían o no que Martínez de Hoz era socio de Rockefeller y miembro del Directorio Internacional del Chasse Manhattan Bank.

Lo real es que los bancos acreedores nuestros, con el nombramiento de los “Chicago Boys”, lograron plantar “una pica en Flandes” y gobernar la economía argentina.

*Fragmento del libro del doctor Juan Gabriel Labaké, “El Ultimo Gobierno Peronista, Cámpora-Perón-Isabel”. Labaké es abogado y fue diputado nacional entre los años 1973 y 1976.

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