El 2 de julio de 1997 se desató en Tailandia la crisis financiera asiática que luego fue mundial

por Fernando Del Corro *

La ideología imperante menciona las crisis del mismo modo como habla de un huracán. Utilizan el impersonal: suceden. Esto encubre las maniobras especulativas que se desarrollan por debajo de esos fenómenos. Es muy interesante tomar en cuenta lo que se mostró en la película Too Big to Fail (2011).

El capitalismo tuvo su primera gran crisis en 1873 iniciada en Viena que rápidamente adquirió carácter mundial llegando a la Argentina a comienzos de la presidencia de Nicolás Avellaneda y 56 años más tarde la segunda que estallara en Nueva York en 1929 y que hizo necesaria una mayor intervención del estado en la economía lo que consolidó las ideas del británico John Maynard Keynes.

Pero la crisis de mayor dimensión, ya en el marco de la globalización, se desató 20 años atrás, el 2 de julio de 1997 en Tailandia cuando uno de los llamados “Tigres Asiáticos” se vio obligado a devaluar su moneda, el baht, afectada por la sobre expansión a la que la habían arrastrado los mercados financiero e inmobiliario.

Todo podía parecer que se trataba de un problema tailandés pero la cuestión es que rápidamente fueron arrastrados otros países de la región como Filipinas, Indonesia y Malasia que también terminaron devaluando sus monedas mientras no quedaron al margen de sus efectos otros como Hong Kong, Sur Corea y Taiwán por lo cual pasó a ser como la “Crisis Financiera Asiática” que golpeó duramente la estructura del Fondo Monetario Internacional.

La región ya había tenido su detonante en 1995 cuando las arriesgadas maniobras financieras de la sucursal del banco inglés Baring Brothers, el mismo del famoso préstamo de 1824 a la Argentina, en Singapur, provocaron el colapso final y la desaparición de esa histórica y cuestionable entidad financiera internacional.

Tailandia ocupa el lugar vigésimo primero entre las economías del planeta (la Argentina está vigésimo séptima pero tiene un producto equivalente a poco más del 46 por ciento del tailandés) debiendo entenderse que en el esquema globalizado los efectos se transmiten rápida y profundamente y, cuando además, algunos de los involucrados, como Indonesia y Sur Corea están en los lugares noveno y decimocuarto, respectivamente.

Como sucede habitualmente los sectores más desfavorecidos fueron los más golpeados al punto de que en solamente unas pocas semanas un millón de tailandeses y 21 millones de indonesios se sumaron a las filas de aquellos que en las estadística oficiales son calificados como pobres.

Los problemas tailandeses venían de tiempo atrás agravados con la política de endeudamiento externo seguida por el gobierno para sostener una ficticia paridad entre el bath y el dólar estadounidense y el contagio llegó incluso a afectar al yen, la moneda japonesa.

El problema no le fue ajeno a otros países de la región como China, India, Singapur, Taiwán y Vietnam aunque sus efectos no alcanzaron la misma dimensión particularmente porque el FMI, para amortiguar las corridas, destinó u$s 40.000 millones (con un poder de compra altamente superior al actual) para sostener las monedas de los tres casos más graves: Indonesia, Sur Corea y Tailandia, sobre todo en el primero de ellos donde la devaluación de la rupiah forzó la renuncia del presidente Haji Mohammad Suharto, quién llevaba 30 años en el cargo, en medio de enormes disturbios sociales.

Así concluyó el “milagro económico asiático” basado, fundamentalmente, en sus altas tasas de interés lo que hacía que fluyeran hacia esos países capitales especulativos de todo el mundo, lo cual hizo que ya en 1994 el economista estadounidense Paul Robin Krugman cuestionase ese modelo basado en el “dinero caliente” que termina sistemáticamente en las llamadas “burbujas financieras”.

Para esa misma época la Reserva Federal estadounidense, presidida por Alan Greenspan, mientras Krugman cuestionaba el modelo asiático, elevó las tasas de interés en los Estados Unidos de América con lo que pasó a absorber esos capitales financieros e incrementó la cotización del dólar estadounidense frente a las demás monedas con lo que provocó las mencionadas devaluaciones.

Otros destacados economistas como Joseph Eugene Stiglitz y Jeffrey Sachs, amén de recordar los efectos psicológicos sobre la economía, responsabilizaron al propio FMI por haber alentado las políticas monetarias basadas en el “dinero caliente” que llevaron a que el gobierno malayo apuntara como principal responsable de la crisis regional al financista  húngaro George Soros por sus maniobras especulativas.

La aplicación de ajustes estructurales tuvo mucho rechazo por parte de los políticos y economistas keynesianos mientras se cuestionaba el rol de los EUA como promotor de un rápido crecimiento capitalista incluso en países de gobiernos comunistas como China y Vietnam

Y no todo terminó en Asia. La crisis llegó a Rusia en 1998 y en Suramérica los casos más notorios fueron los del Brasil y la Argentina, llegando, en este caso al derrumbe del gobierno de Fernando De la Rúa en 2001 tras una década en la que el país sostuvo artificialmente la paridad cambiaria de uno a uno entre las monedas estadounidense y argentina.

En los EUA las apuestas financieras continuaron profundizándose con las políticas inmobiliarias a la cabeza hasta que en 2006 aparecieron signos preocupantes como los señalados por el economista brasilero Ricardo Amorim que se pusieron de manifiesto a partir de octubre de 2007 y que un año después se desató una gran crisis que derribó a buena parte del sistema financiero estadounidense, luego trasladada al resto del mundo y de la cual aún no se produjo una clara recuperación lo que ha llevado a que en los propios EUA el proceso de transnacionalización se encuentre severamente cuestionado.

*Fernando Del Corro, historiador, docente universitario y periodista de la Agencia Nacional Télam.

Fuente: Telam 1/07/2017

 

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