Jeferson Miola *
La debilidad en las negociaciones, de algunos gobiernos de América Latina con potencias extranjeras, pronostica consecuencias muy graves para el futuro de nuestros pueblos. Por limitaciones ideológicas o de intereses particulares ceden mucho más de lo que reciben.
Los gobiernos de Argentina, Brasil, Paraguay y [inclusive] de Uruguay anuncian la firma del Tratado de Libre Comercio del Mercosur con la Unión Europea (UE) en el marco de la undécima Reunión Ministerial de la OMC, en la semana de 10 a 14 de diciembre, en Buenos Aires.
Si fuera firmado, este Tratado será equivalente a la sentencia de muerte del Mercosur, y traerá compromisos graves para las economías de los países del bloque, porque interdita las perspectivas de desarrollo económico autónomo y soberano y elimina las políticas tecnológicas e industriales de cada país e de este importante bloque regional:
– El Mercosur deberá reducir las tarifas de importación para productos fabricados por empresas europeas, cuyo desarrollo histórico permitió la actual producción de estas empresas en condiciones tecnológicas más avanzadas y con padrones de competitividad superiores a las empresas del Mercosur, cuyos países se encuentran en estadio atrasados de desarrollo (subdesarrollados).
– El impuesto para importar bienes, productos manufacturados y servicios de la UE deberá ser equiparado a la tarifa practica intra-Mercosur (una media del 4%), que tiene preferencias tarifarias y estímulos a los intercambios intra-bloque, concebidas para estimular el desarrollo económico, tecnológico y la generación de empleos nacionales/regionales.
– La Unión Europea no amplía el actual mercado exportador para los commodities producidos en los países del Mercosur. Para proteger (correctamente) sus productores agropecuarios, los gobiernos de varios países europeo no están inclusive exigiendo la reducción, a través de este Tratado, de las actuales cuotas de importación de proteínas importadas del Mercosur;
– Con la apertura indiscriminada, se producirá una avalancha de importación de manufacturas europeas, como efecto de la desprotección aduanera de la industria nacional/regional;
– Ocurrirá la destrucción de las empresas del bloque, dado que aún no poseen capacidad competitiva frente a las empresas europeas (y estaodounidensess, chinas, japonesas, etc).
– Con la eliminación de las barreras tarifarias y aduaneras, las megatrasnacionales europeas podrán evaluar como más conveniente la exportación de sus matrices en Europa (donde generarán los empleos hoy generados aquí) que mantener fábricas instaladas en las últimas décadas en los países del bloque para disputar el abastecimiento del mercado regional.
La consecuencia del Tratado, además del desempleo en escala subcontinental, será la desindustrialización acentuada y la condena de los países del Mercosur a la reprimarización productiva.
El Tratado Mercosur-UE permitirá, además, que cualquier otra potencia económica mundial –EEUU, China, Japón- pueda invocar la Cláusula de Nación más favorecida de la Organización Mundial de Comercio (OMC) para recibir el mismo trato obtenido por las empresas europeas, representando un proceso de colonización económica, comercial, tecnológica y cultural, aún mayor.
Los efectos del acuerdo para el Mercosur serán mucho peores que el proyecto original del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), aquella ambiciosa estrategia de anexión política, cultural y económica del hemisferio americano que Estados Unidos no consiguieron imponer.
El ALCA fue sepultada en 2005, en la también argentina ciudad de Mar del Plata, en la Cumbre de las Américas. En esa ocasión, Lula, Chávez, Kirchner y o propio Tabaré Vásquez (que esta vez parece haber adherido al TLC con la UE) tuvieron destacado papel en la vitoria del No al ALCA, consigna que sintetizaba la voz del pueblo latinoamericano contra ese proyecto lanzado en 1994 por el gobierno del demócrata Bill Clinton y perseverantemente conducido por la administración república de George W. Bush.
El Tratado Mercosur-UE es mantenido, guardado en absoluto secreto por las cancillerías, agencias y ministerios económicos de los países del bloque sudamericano. Su contenido fue elaborado secretamente y decidido dentro de la más absoluta clandestinidad.
Es un acuerdo, por eso, que carga un notable déficit democrático. Dada la repercusión futura, de enorme impacto sobre la soberanía y la capacidad de desarrollo de cada país, este acuerdo no puede ser firmado sin el amplio conocimiento y el debate previo con las sociedades civiles y los parlamentos nacionales.
* Jeferson Miola – Integrante del Instituto de Debates, Estudios e Alternativas (Idea) de Porto Alegre (Brasil), fue coordinador-ejecutivo del 5º Fóro Social Mundial y Director de la Secretaría Administrativa del Mercosur.
Fuente: Rebelión – 27-11-17