Un barrio de Ota (una ciudad japonesa situada a 80 kilómetros de Tokio) ha equipado los techos de sus casas con cientos de paneles solares, generando energía eléctrica que no solo alcanza para cubrir sus propias necesidades, sino también para inyectar el sobrante en la red pública.
Unas 550 familias reciben mensualmente en sus domicilios una factura donde se les informa lo que han ganado por su aporte al suministro eléctrico de la ciudad. Con un promedio de ingresos de 600 dólares por casa, el incentivo económico se suma al incentivo moral de estar colaborando con un mundo más ecológico.
El proyecto comenzó en el año 2002.
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