Por Marcelo Ramírez
Uno de los debates aún abiertos se da porque muchos activistas políticos que se encuentran en posiciones críticas a las nuevas ideologías impulsadas por las usinas de pensamiento de los EEUU permiten la vigencia de las políticas de género porque las consideran un tema menor en el que se debe ceder para poder discutir temas más importantes. Han pasado años desde el comienzo de este giro del progresismo y de la izquierda bien intencionada hacia las teorías queer e ideas asociadas, sin que esto signifique otra cosa que profundizar las políticas de género, mientras los temas considerados importantes, que tienen que ver generalmente con la injusta división económica, sean cada vez más lejanos en el debate.
No es esto casualidad, obedece simplemente a que parte de la función es precisamente absorber el debate político y centrarse en estas ideas, no permitiendo que se discuta la desigualdad económica y que se pueda avanzar en medidas que hagan más justa la vida.
Pero eso es solo una de las funciones que tienen estas ideologías, existen otras menos consideradas o no consideradas en absoluto por los ámbitos académicos o formales de análisis que tienen que ver con la manipulación social para implantar un modelo socio productivo diferente al que conocemos con consecuencias dolorosas para las grandes mayorías.
El reseteo de la economía que anuncia Davos es simplemente el reacondicionamiento de la actual sociedad a las nuevas formas productivas que prescinden de la mayoría de los puestos de trabajo, generando de esa manera una masa de desempleados que consumen y no producen. Este problema que ahora aún sufre el silencio y soluciones facilistas como las que dan los economistas a los que, cuando se les pregunta sobre el problema de la sustitución del trabajo humano por la automatización apelan a decir que algo aparecerá que aún no conocemos.
Sin embargo, el problema de la superpoblación ha sido denunciado y contemplado desde hace décadas, y en el sentido más contemporáneo podemos decir sin temor a equivocarnos que nos remontamos a los años 70. EEUU ha considerado que la superpoblación y la competencia por los recursos de los países de alta tasa de crecimiento demográfico es el desafío más grande que enfrenta este país, lo que se ha visto reflejado en el MSSM 200 (National Security Study Memorandum 200: Implications of Worldwide Population Growth for U.S. Security and Overseas Interests), también conocido como Informe Kissinger. En ese documento se preveía ese desafío y se recomendaba el estímulo de las políticas pro aborto y de anticoncepción para combatir esa sobrepoblación indeseable.
Coincidentemente en el tiempo comenzaron a cobrar fuerza movimientos feministas y lo que hoy conocemos como LGBTQ+, sobre ideas de teóricos que sentaban las bases de lo que más adelante se popularizara de la mano del poder global. Esta situación se comenzó a planificar en los años 70 como una forma de anticipación a lo que estos centros ya preveían, escenarios en función de los cambios tecnológicos que hoy vemos y que están lo suficientemente maduros para prescindir de la mayor parte de los trabajadores humanos y potenciar ese sobrante poblacional. Debemos considerar que las tendencias tecnológicas se pueden medir con un impacto de décadas y por lo tanto prever las necesidades futuras.
Las élites financieras (Foro de Davos, Bilderberg, etc) son quienes están interesadas en la reducción, en función de su interés en maximizar ganancias, lo que explica entonces la financiación de las políticas antinatalistas privadas y la presión creciente sobre los organismos internacionales y desde ahí hacia los Estados. Trabajan sobre diferentes frentes que van desde lo publicitario a lo académico pasando por el entretenimiento, el marco de acción es multifacético.
Estos centros, en su propósito, modifican pautas culturales y regulaciones legales con el objetivo de reconfigurar las estructuras sociales en función de sus necesidades.
La implementación no puede ser en un solo Estado, debe ser a escala global porque la planificación es global. Aquellos Estados que no adhieran ganarían en peso específico por la densidad demográfica y población joven lo que les daría una ventaja comparativa inaceptable. EEUU o la UE no pueden reducir su población si no lo hacen sus rivales. Si no es global el plan de reducción fracasaría.
Por ese motivo es que no hay espacios para otros modelos, el globalismo es universal e incorpora cada rincón de la tierra a su modelo.
Rusia y China tienen un proyecto que difiere y eso se refleja en la puesta en marcha de políticas de estímulo para el crecimiento de la población, políticas que están profundizando.
La ideología de género es clave en la disputa de modelos, donde unos promueven una disminución de personas y otros el crecimiento, su importancia radica en que sería virtualmente imposible poder condicionar forzosamente a toda la población mundial y se necesita un consenso. Estas ideologías generan individuos que solo piensan en sí mismos, que no tienen idea de trascendencia y solo se mueven por la satisfacción inmediata. Este modelo impulsado por el globalismo cultural se basa en establecer ideas que lleven a que los individuos no quieran reproducirse voluntariamente, prefieran una vida solitaria que no los ate a compromisos, lo que se potencia naturalmente cuando se forman parejas estériles, no binarias, parejas casuales, o modelos tipo MGTOW (Men Going Their Own Way), un polémico movimiento que promueve como respuesta al feminismo la soledad.
Pero la cuestión de género no es la única ideología que funciona en el sentido de la despoblación. La ecología es una razón fuerte por la idea no comprobada científicamente de que la destrucción del planeta será por acción del hombre. No tener hijos es parte de preservar el planeta y lo plantean desde una responsabilidad con la naturaleza. El aborto complementa este set ideológico estimándose su impacto en una reducción del 30% de los nacimientos, y se justifica según los distintos grupos en la necesidad de preservar el planeta o de disponer de su propio cuerpo aún si eso significa la muerte de un bebé por nacer.
Tal vez la última moda ideológica lanzada es la “muerte digna”, la eutanasia, que acelera las muertes de ancianos, deprimidos y enfermos entre otros casos. Reducir el impacto ambiental y disponer de su propio cuerpo, nuevamente se encuentran entre las razones. Hay otras de orden médico que son insostenibles como por ejemplo reducir el sufrimiento por el dolor, cuando hoy existen fuertes analgésicos que pueden atenuarlos, lo mismo sucede con el aborto que se presenta como necesario para salvar vidas, algo que la estadísticas luego no comprueban, aún si solo consideramos las madres futuras.
No hay una sola ideología sostenida desde ese sector del poder mundial que vaya a favor de los nacimientos, hay distintas y variadas pero que se complementan todas en un mismo sentido: disminuir la población total. Para ello han modificado los modelos de vida de la mitad de Occidente y van en camino a que sea la totalidad, pero no penetran en sociedades tradicionales.
Naciones africanas y asiáticas son algunos de los objetivos de despoblación más importantes, sin embargo, estas regiones tienen otras pautas, los países más incorporados al sistema occidental como Corea o Japón tienen tasas de crecimiento paupérrimas y no hacen nada para evitarlo, sin embargo, otros como China toman nota y tratan de revertirlas.
Lo mismo sucede en Rusia, la prioridad para Putin desde que llegó al poder es hacer crecer demográficamente a su pueblo, llevando ya invertidos más de 50 mil millones de dólares en estimular los nacimientos a pesar de las dificultades que le representa cambiar la tendencia decreciente.
Familia, hijos que cuidan a los padres, ideas de trascendencia a través de los hijos, intereses colectivos por encima de los individuales, son bases que no están dispuestos a cambiar esta parte del mundo, hay una situación muy diferente allí de la que promociona el modelo global.
Occidente ha impulsado estas prácticas antinatalistas condicionando ayudas, créditos o inversiones exigiendo su implementación. La reciente decisión de la UE de castigar a Hungría y a Polonia por no aceptar sus políticas sobre los temas de género en menores son una prueba de que no es solo retórica, hay hechos muy concretos en ese sentido.
China, Rusia y otros no necesitan y no aceptan condicionamientos. Países africanos han rechazado ayudas internacionales por no aceptar políticas pro homosexualidad, llegando a despertar tensiones como ha sucedido en Senegal dónde ha habido conflictos y levantamientos contra el gobierno que ha intentado imponer estos acuerdos contra la voluntad popular.
Las naciones tienen ideas que las constituyen como tales y que les dan su razón de ser, en Occidente esto se desdibuja y vemos el papel disolvente de esas ideas combinadas que además rechazan la Patria y hablan de una sociedad global (Open Society).
La visión de pragmatismo está dada por el pensamiento occidental que cree que los negocios y el bienestar son la meta final y única, pero esto no es compartido en la mayoría del mundo. Sociedades como la rusa, la china, las árabes, las musulmanas, las africanas, las del sudeste asiático, tienen otras metas, otros valores y otras prioridades, Por eso el pragmatismo está condicionado por esos factores que Occidente quiere desterrar y el resto no acepta. No es una moda ideológica sino una esencia de sus pueblos que les da sentido de existencia. Las pautas culturales son muy fuertes y condicionan. Sabemos que un yihadista se puede inmolar por una idea, que una mujer musulmana considera esencial su hiyab, que deben rezar 5 veces al día, la religión impregna la vida social en todos los ámbitos.
Lo mismo sucede con chinos, indonesios, malayos, rusos o lo que sea. Cuanto menos influidos por la propaganda occidental más firmes son sus valores sociales, religiosos y culturales en general. ¿Es posible extender el modelo Occidental en estas sociedades, dadas sus características? ¿pueden estas sociedades aceptar e incorporar ese modelo sin resistencias? No, la tensión ha llegado a un punto en que esto es muy manifiesto, por eso vemos las ONGs tratando de horadar esas costumbres y vemos como Putin las corre de Rusia, Xi de China, Jamenei de Irán y así sucesivamente.
China ocultó sus intenciones reales durante décadas desde que Deng giró hacia el capitalismo, Occidente creyó que los negocios los iban a hacer presa de su control e invirtió capital, tecnología y mercados para maximizar sus ganancias. Pero China cuando se sintió más poderosa comenzó a dar signos de independencia que cada vez son más fuertes y que la lleva hoy a enfrentarse con Occidente. A medida que se produce ese proceso, China se endurece: saca homosexuales de los medios, abandona la política del hijo único, sigue con su consumo de carbón, inicia programas para reafirmar la masculinidad de su juventud, y hasta el PCCh promueve citas de pareja para estimular los casamientos.
A Bolsonaro, en otra posición ideológica, lo acusa la prensa brasileña progresista de “iniciar una campaña mundial para favorecer las masculinidades tóxicas”, Putin es señalado como homofóbico, las ONGs denuncian por violaciones de los DDHH a todos aquellos que no concuerdan con sus ideas de tolerancia y estímulo de género. Son apenas muestras de como empieza a jugarse el partido, podemos ver como Orban es sancionado y han pedido la expulsión de Hungría de la UE o las trabas con Polonia, todo por estas cuestiones que muchos consideran erróneamente menores.
Esto, como en tiempos de la Guerra Fría comienza a ser el arma arrojadiza de Occidente hacia sus enemigos, en aquel momento era la “libertad”, ahora es la “tolerancia” y los derechos de las minorías. Esta diferencia seguirá creciendo y será, más bien ya lo es, en buena medida, la razón para atacar a “regímenes autoritarios”.
El mundo se divide en dos proyectos enfrentados, el Occidental que apunta a la reducción a mil o dos mil millones de personas en el mundo, con gobiernos bajo control corporativo global y con pueblos sin ideas de trascendencia, materialistas, individualistas, egoístas y hedonistas. El otro modelo es el de mantener los valores tradicionales, el modelo Estado Nación integrado en grandes espacios de influencia, subordinación de las corporaciones al poder político y modelo multipolar en consecuencia.
La herramienta ideológica es la descripta y es la que se usa en este enfrentamiento, no es entre naciones solamente, sino entre modelos. A lo largo de la historia se han dado estas diferencias, las guerras entre protestantes y católicos, entre musulmanes y cristianos, entre etnias, entre comunistas y capitalistas. Siempre hubo ideas guía, la acción se subordina a esas ideas que marcan el horizonte.
Hoy esas guerras toman otras formas, pero en esencia son las mismas, distintas visiones del mundo, imposición al otro y resistencias. Los japoneses durante la invasión a Corea obligaban a los coreanos que llevaban a Japón a cambiarse el nombre por uno japonés, dejar sus costumbres y les prohibían hablar en su idioma, solo japonés. Es solo un ejemplo de cómo lo cultural es fundamental para las acciones. ¿Por qué los japoneses hacían esto? Para borrar la identidad de los coreanos y así asimilarlos, los hacían desaparecer virtualmente.
Es lo mismo que ha hecho el mundo anglosajón, pero este último a escala planetaria, borrar las identidades para luego ajustarlas a sus necesidades.
Orwell mostraba en 1984 que no bastaba con detener y eliminar a los disidentes, primero había que hacerlos amar al Gran Hermano, necesitaban ese quiebre interno antes de matarlos. Orwell sabía de lo que hablaba.
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