El hambre en la Argentina no espera: los casos de niños muertos llegan a ocho desde que comenzó el 2020. El pasado viernes falleció una nena wichí de cinco años, ahora un bebé de siete meses. Se multiplican las denuncias de ocultamiento en la anterior administración. Mientras Juan Manuel Urtubey pasea por Europa, en la provincia que gobernó durante tres períodos (y hoy no tiene mejor perspectiva con un gobernador Gustavo Sáenz del PRO) los niños se mueren literalmente de hambre, deshidratación y enfermedades que no deberían ser mortales. Seis de los ocho fallecidos pertenecían a la etnia wichí.
El vocero del hospital Juan Domingo Perón de Tartagal, Salta, explicó que el bebé llegó sin vida. “El médico no pudo certificar que el nene murió por desnutrición, ya que como llegó sin vida debía hacer una autopsia y los padres del bebé no quisieron, pero supe que tenía evidentes signos de desnutrición”, expresó por su parte el secretario de Relaciones Institucionales del municipio salteño de Santa Victoria Este, Antonio Cesar Villa.
El anterior y el actual gobernador de Salta, Urtubey y Sáenz, abrazados.
Autoridades wichís de Misión Carboncito, del Departamento salteño de General José de San Martín, indicaron que tienen “muchos casos de desnutrición y unos 60 niños con bajo peso”.
De acuerdo al periodista Nicolás Bignante, del portal Cuarto Poder Salta, hubo un “mecanismo de ocultamiento deliberado de las muertes por malnutrición en el norte provincial durante la anterior gestión”y revela que en base a planillas internas del área de Salud, “en 2018 unos 283 niños perdieron la vida por diferentes motivos, de los cuales 240 eran menores de un año y los otros 43 tenían entre 1 y 4 años (…) En 2019, las muertes de niños menores de cuatro años en el territorio provincial fueron 278, considerando todo tipo de causas. De ellos, unos 229 no llegaron cumplir un año de vida (…) El aspecto más llamativo de las estadísticas y registros oficiales tiene que ver con la enorme cantidad de defunciones por «Inmaturidad Extrema», que la gestión anterior optó por no incluir dentro del universo de fallecidos por desnutrición (…) unos 52 niños perdieron la vida entre 2018 y 2019 por esta causal y no están incluidos en la estadística oficial. De igual manera quedaron afuera de las cifras de Salud y Primera Infancia reiterados casos cuyas causas quedaron asentadas como: «Peso bajo al nacer», «sepsis del recién nacido», «peso extremadamente bajo» y «prematurez extrema»“.
Las tasas de mortalidad son indignantes: “en el área operativa VIII (Santa Victoria Este y comunidades de: Vertientes de la Costa A y B; Pozo de la China; Pin Pin; San Miguel; Roberto Romero; Eben Ezer; Nueva Esperanza; La Merced; Curvita; Pozo La Yegua; Pozo El Toro; Misión Anglicana; Santa María; La Gracia; Rancho Ñato; Pozo El Tigre; Urkupiña; Kilómetro 2; La Bolsa; Magdalena y El Cruce) es de 17,19 por mil y de 31,94 por mil en menores de 5 años. Las cifras son alarmantes si se tiene en cuenta que la media provincial es de 9,6 por mil”.
La desnutrición es severa y eso se ve reflejado en el informe: “Un 80% de los niños de Santa Victoria no cubre sus necesidades de Calcio y un 92% las de hierro. En cuanto a los micronutrientes (zinc, cobre, vitaminas, iodo, etc.) su consumo también es escaso, lo que repercute directamente en deficiencias del aparato inmunológico”.
En la provincia muchos ya hablan de un “etnocidio wichí” y especulan sobre las posibles causas de la desidia sistemática de tantos años: desde el interés por quitarles sus tierras para la expansión agrícola a la posible explotación de petróleo por compañías multinacionales.