Mientras se silencian los debates importantes, nos entretienen con las mismas bazofias tragacionistas – Por Juan Manuel de Prada

Por Juan Manuel de Prada

Hace unos días, un fantoche con chiringuito en Andalucía, chupóptero de todas las tetas partitocráticas, afirmaba que «el 72 por ciento de los pacientes andaluces en UCI» por coronavirus eran «negacionistas de la vacuna». Sus mismos cofrades de chiringuito tuvieron que salir a corregir la burda intoxicación (inmediatamente divulgada por la prensa sistémica), en la que no había respetado ni los porcentajes. Resulta que el 37% de los andaluces en UCI han recibido la pauta completa de lo que el fantoche sistémico llama «vacuna», mientras el 63% restante lo componen en gran medida sesentones a los que ya habían administrado la primera dosis de Astrágala y estaban esperando tan pichis la segunda, así como jovenzuelos a los que todavía no habían convocado.

La cruda realidad es que cada vez son más los vacunaditos y vacunaditas que terminan contagiados de coronavirus; la cruda realidad es que muchas de las personas que están muriendo en las UCIS de los hospitales españoles se habían sometido previamente a las terapias génicas experimentales. Si las personas que cada día fallecen por coronavirus fuesen «negacionistas de la vacuna» la propaganda oficial no haría sino repetirlo machacona e intimidatoriamente. No dicen ni pío sobre esta espinosa cuestión (con la complicidad servil de la prensa sistémica) porque saben perfectamente lo que está sucediendo; y se han juramentado en el silencio.

Cada vez son más los médicos y auxiliares sanitarios sometidos a la terapia génica experimental que contraen el coronavirus, algunos de forma virulenta. Por lo demás, los datos procedentes de países donde la ‘vacunación’ está mucho más avanzada son descorazonadores. Mientras tanto, los ‘expertos’ sistémicos urden defensas cada vez más rocambolescas de las terapias génicas experimentales, con acompañamiento de gráficos cuquis, para concluir (con una palabrería digna de Feliciano de Silva) que, cuanta más gente haya «vacunada», más porcentaje de «vacunados» habrá entre los contagiados; y que, cuando las cifras de «vacunación» se acerquen al 100%, los contagiados «vacunados» serán también casi el 100%. ¡Con un par de cojones! Sólo un pueblo por completo genuflexo y temblón puede transigir con tales bazofias.

Mientras la prensa sistémica se dedica a divulgar los sermones diarios del doctor Simón, un ‘experto’ como la copa de un pino, se silencia el debate sobre los peligros de las terapias elaboradas a partir de una fracción activa del ácido ribonucleico del virus. Y se silencia también el debate sobre los efectos que una ‘vacunación’ masiva en una población expuesta al virus pueda tener en el surgimiento de nuevas variantes más virulentas o contagiosas.

Y, mientras se silencian los debates importantes, nos entretienen con las mismas bazofias tragacionistas: que si los jóvenes son irresponsables, que si hay que ponerse la mascarilla, que si patatín y que si papatán. Que el invierno nos pille bien confesadicos y comulgadicos y con un detente en el bolsillo de la camisa.

 

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