¿Macri “odia” al feminismo o más bien lo promueve? Por Nancy Giampaolo

Por Nancy Giampaolo

Hace unos días comenzó a circular por las redes un cartel en el que se lee “Macri nos odia”. Unas cuantas feministas mediáticas lo compartieron, provocando la aceptación inmediata de buena parte de sus seguidores, hartos de la gestión de Cambiemos. Curiosamente, este feminismo que se expresa fundamentalmente en medios autoproclamados opositores, como Página/12, portales de izquierda subvencionados por capitales norteamericanos, como Cosecha Roja o La Izquierda Diario y, por supuesto, Twitter e Instagram -sus espacios por excelencia-, ha florecido fundamentalmente bajo el ala del macrismo y, de alguna manera, parece pretender morder la mano de quien le da de comer. Los aportes de Cambiemos a la cuestión del género son extraordinariamente generosos y, mal que le pese a varios sectores del progresismo, el presidente que abrió el debate respecto al aborto es el hombre al que acusan de machirulo. Nunca antes en la Argentina se habló tanto de violencia de género, abusos contra las mujeres y las minorías sexuales y “opresión patriarcal” como en los últimos tres años. A tono con el resto del mundo y en su afán por complacer al poder financiero y a los grandes millonarios globales, Cambiemos asumió la lucha por el aborto como propia a través de figuras de peso como el ministro de Salud, Adolfo Rubinstein, pese a que el feminismo que se presenta como opositor insistiera con que María Eugenia Vidal y Gabriela Michetti son Pro Vida.

Fue CFK y no Mauricio quien instó, durante una de sus últimas apariciones públicas, a unir pañuelos verdes y celestes en la lucha contra el neoliberalismo (provocando el rechazo de aquellas activistas feministas que ven en el Misoprostol y en el Glitter símbolos inequívocos de la lucha revolucionaria), y fue Mauricio y no CFK quien se solidarizó con las mujeres cuando explotó el caso Darthés, un policial elevado a la categoría de cuestión de Estado, que sirvió para obturar la visibilización de las encuestas de pobreza infantil en los medios masivos.

La gestión de Cambiemos fortaleció como nadie la presencia femenina en el PAMI y la ANSES, los dos principales entes autárquicos del Poder Ejecutivo, gestionó la incorporación de cada vez más mujeres a la policía y la disposición y fortalecimiento de tres unidades de la Corte Suprema destinadas a las mujeres en exclusiva: la Oficina de la Mujer, la de Violencia Doméstica, y el Registro Nacional de Femicidios, que se suman al Instituto Nacional de la Mujer.

Quien haya conocido un juzgado de familia puede dar fe de la preponderancia de las mujeres como peritos que, a veces, trabajan mancomunadamente con ONGs feministas, también financiadas desde el exterior, dedicadas a intervenir en denuncias de violencia familiar. Al mismo tiempo, se habilitaron comisarías para la mujer y se apoyaron con dinero y soporte logístico los Encuentros Nacionales de Mujeres en los que los cánticos contra el “gato” son moneda corriente. En paralelo al gesto monstruoso de asumir una deuda colosal con el FMI, el Gobierno que estas feministas mediáticas dicen combatir recibió un préstamo del BID por 200 millones de dólares para gastar en políticas de género… Entonces: ¿Macri odia al feminismo? ¿En serio?

Además de falsear estadísticas, pedir mano dura para los varones y promover un corte transversal en lo que conocemos como pueblo, entre otras movidas igual de lejanas a la idea de justicia social, el feminismo “progre” armado al calor de los textos de Judith Butler y con la vista siempre orientada hacia el Norte, es un actor funcional y complaciente para el gobierno de Macri, quien hábil y desembozadamente, se sirve de él como quien aprovecha la abundancia de un tenedor libre.

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