El gobierno de Macri aumentó la deuda externa total solo en 2017 en u$s 52.000 millones, llevándola a U$S 232.952 millones, un 28% más con respecto a 2016, cuando era de u$s 181.170 millones, según informó el INDEC, ubicando nuevamente a la Argentina entre los primeros países emergentes del mundo que más deuda tomaron, una verdadera pesada herencia a pagar por nuestros hijos y nietos.
El desbarajuste económico es notorio: el saldo de la balanza de cuenta corriente registró en 2017 un déficit de u$s 30.792 millones, más del doble de lo registrado en 2016 (u$s 14.693 millones). Mientras tanto, en 2017 el déficit fiscal primario rondó el 4,3%, el déficit por intereses de deuda externa el 2,3%, el déficit provincial el 1% y el déficit cuasifiscal por las Lebacs otro 1,7%, totalizando un déficit consolidado del 9,3% del PBI.
Ambas situaciones económicas tienen una correlación, ya que si bien el déficit comercial es en dólares y el fiscal es en pesos, el Gobierno se endeuda en pesos y dólares para cubrirlo. El origen de este déficit enorme no es otro que la quita de impuestos y retenciones a los sectores más ricos de la sociedad y la enorme evasión y elusión fiscal de las grandes empresas, algo imposible de resolver con funcionarios y gobernantes que han hecho de la evasión su principal fuente de riquezas.