Cecilia Escudero * entrevista a Arnoldo Mora Rodríguez **
El avance de ciertas iglesias evangélicas en el campo político va alterando el debate y sus contenidos. No es ajeno a esto el apoyo que reciben desde el Departamento de Estado de los EEUU. La crisis de los partidos políticos ha abierto un ancho campo para ser ocupado por cierto evangelismo.
Costa Rica se encamina al balotaje presidencial del próximo 1 de abril. El máximo cargo político del país se lo disputan el predicador evangélico Fabricio Alvarado (24,7% de los votos) y el oficialista Carlos Alvarado (21,7%). Según el último sondeo, se registra un empate técnico entre ambos candidatos. La gran sorpresa de la campaña electoral para la primera vuelta fue el rápido ascenso del líder evangélico, apalancado por un discurso conservador que rechaza el matrimonio igualitario, y en un marco de fuerte influencia de las iglesias en la batalla política.
¿Cómo explica el ascenso político de un líder evangélico como Fabricio Alvarado?
– Hay dos causas. Una estructural o de más largo alcance, que tiene que ver con el carácter conservador de la sociedad costarricense. Y otra coyuntural, e imprevista, como fue el pronunciamiento de la Corte IDH diciendo que Costa Rica tiene que permitir el Matrimonio Igualitario y, si no lo hace, estará violando los DDHH. Esto provocó una reacción muy fuerte de parte de las iglesias católicas y evangélicas, quienes hicieron la única manifestación de masas que tuvo la campaña electoral de cara a la primera vuelta. Aseguran que asistieron un millón de personas. La dinámica se centró sobre aspectos no de religión sino más bien de la religión en su aplicación en la ética privada, concretamente en la ética sexual. Y entonces partieron de la falacia de identificar familia con matrimonio. Y todos, más aún quienes estudiamos teología, así como derecho, sabemos muy bien que el matrimonio es un contrato, y que como todos los contratos se puede hacer y deshacer. Esto último es confundido por ellos, creo yo, deliberadamente.
– ¿Qué peso tiene la religión o las iglesias en la política?
– Se han utilizado las iglesias para violar la Constitución Política que establece que debe haber libertad de conciencia y libertad de religión, y que las iglesias como organizaciones religiosas están sometidas a la ley civil. Es decir, no pueden hacer lo que quieren. Y la Constitución Política de 1871, válida en la actualidad hasta en un 80 por ciento, es liberal en el sentido de que prohíbe a las iglesias convertirse en partidos políticos. Y aquí en miles de pequeñas capillas o templos religiosos, los pastores han obligado a los fieles a ir a votar.
– ¿Cómo se llegó a eso?
– Este fenómeno que no solo pasa en Costa Rica -basta ver la derecha conservadora religiosa de los EEUU- se debió a la crisis de los partidos políticos. Ya se hundió posiblemente el bipartidismo, que había sido impuesto por EEUU en su traspatio durante la posguerra. Ahora bien, al terminar la Guerra fría, los partidos políticos comenzaron a debilitarse. Han perdido su ideología. Por caso, la socialdemocracia se volvió de derecha. O el socialcristianismo, que fue reformista en la década del 30 y del 40, se volvió super-conservador. Ahora, se especula con el hecho de que los partidos que formaban el bipartidismo costarricense puedan hacer una alianza conservadora para llevar a Fabricio Alvarado al poder. Esto habla de que las iglesias de alguna manera han sustituido el rol de los partidos políticos. Esto provoca una crisis estructural porque se viene dando desde hace tiempo. En este contexto, el partido evangélico de Fabricio Alvarado es un fenómeno completamente nuevo.
¿Puede decirse que se quebró el bipartidismo y se politizó la religión?
– En realidad lo que se politizó no es tanto la religión, en sí misma, sino las iglesias, que por razones históricas tienen un poder político por naturaleza. La religión es una interpretación metafísica del mundo. Responde a la pregunta sobre qué sentido tiene la vida. Pero sobre esta interpretación del sentido de la vida se monta una organización, llamada iglesia, y representa un poder. Con todo esto que sucede, estamos negando los principios de las revoluciones liberales, como la norteamericana de 1776 y la francesa de 1789. Como se sabe, éstas establecieron un régimen político en el que el Estado no tiene religión y ésta queda en la órbita de la sociedad civil. Los libertadores de América Latina son hijos de la Revolución Francesa y, en parte por eso, se estableció en todos los países la separación entre la Iglesia y el Estado, salvo en Costa Rica donde todavía permanece el artículo 75 de la Constitución Política que le da un carácter confesional al Estado. Se debe suprimir ese artículo para establecer la laicidad del Estado. El fondo del problema es ese. Y tenemos que resolverlo.
– Fabricio Alvarado comenzó a crecer después de que encabezó la oposición al fallo de la Corte IDH que se pronunció a favor del matrimonio homosexual. ¿Por qué en Costa Rica cala tan hondo esta postura?
– Porque todas las leyes afirman que la familia es la base de la sociedad, que la familia es entre un hombre y una mujer, que tiene como fin la reproducción, lo cual choca con lo que pasa en las ciudades. Porque hay que tener en cuenta que todo esto ocurre en un contexto de una gran revolución cultural debido al fin de la cultura agrícola y el predominio de la cultura urbana y este salto también cambia los roles de la sexualidad. Mientras que en el campesinado, la sexualidad implica tener hijos, en la ciudad la relación erótica es una relación de convivencia, no tiene el fin meramente reproductivo. Esto tiene una contrapartida: mientras cada vez se tienen menos hijos y cae la tasa de natalidad, se produce un envejecimiento de la población. Y cuando la población se envejece se vuelve más conservadora, le da miedo los cambios. De ahí que también en este sentido se explique el ascenso de Fabricio Alvarado.
* Cecilia Escudero, de la redacción de NODAL, entrevista a Arnoldo Mora Rodríguez **, filósofo costarricense, Doctor en Filosofía por la Universidad de Lovaina, Bélgica; una extensa carrera docente, de más de cuatro décadas, en las más importantes universidades estatales costarricenses. Ha desempeñado importantes cargos, como Director del Departamento de Filosofía y como Decano de la Facultad de Letras, en la Universidad de Costa Rica.
Fuente: www.nodal.am – 16-2-2018
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