Por Claudia Peiró
La funcionaria que redactó la ley, la titular del Ministerio de (algunas) Mujeres, una socióloga que asesora a Alberto Fernández, el ministro de Salud, legisladores y hasta el propio Presidente de la Nación han sido los nuevos propagadores de falacias ya desmentidas durante el debate de 2018.
UNO
En los fundamentos del proyecto de legalización del aborto, redactado por Vilma Ibarra, Secretaria Legal y Técnica, se dice que en 2018 “se registraron 257 muertes maternas en Argentina, de las cuales 35 se debieron a abortos inseguros, es decir, casi CATORCE POR CIENTO (14%)”. Y sigue: “Si comparamos esa proporción con lo que se estima ocurre a nivel global, donde al menos el OCHO POR CIENTO (8%) de las muertes maternas se deben a abortos inseguros, Argentina está cerca de duplicar el porcentaje”.
El Gobierno manipula sus propias estadísticas o no las conoce. Como lo explicó hasta el cansancio la licenciada Mónica Del Río (Notivida), esas 35 muertes maternas por “embarazo terminado en aborto”, no son sinónimo de aborto clandestino o provocado. “Dentro de esas 35 muertes -explica Del Río- hay: 7 que ocurrieron por ‘embarazo ectópico’, 1 por ‘mola hidatiforme’, 5 por ‘otros productos anormales de la concepción’ y 3 por ‘abortos espontáneos’”, es decir, 16 de esas muertes no tienen ningún vínculo con el aborto procurado “y no variarían con su legalización”.
Quedan 19, por lo que “las muertes por aborto provocado representan a lo sumo el 7,4 % de las muertes maternas”, dice Del Río, un número por debajo de la media global, pero ya vimos con el coronavirus que las comparaciones estadísticas internacionales no son el fuerte del gobierno.
DOS
“La legalización del aborto permite además, como ocurrió en la Ciudad de México o en el Uruguay, que disminuyan los abortos”, dijo el Presidente. Y Vilma Ibarra refrendó: “Generalmente, (los países) donde se ha legalizado tienen tendencia a la baja de abortos”. Aunque algunos lo certifiquen pretendiendo haberlo chequeado, es MENTIRA.
Estamos frente a un clásico de las campañas pro aborto. Una afirmación sin respaldo estadístico y contraria al sentido común.
El único modo de sostener esto es el inflado de las cifras de abortos clandestinos. Repiten hasta el cansancio que en Argentina se practica medio millón de abortos por año, una cifra descomunal, pergeñada; como no hay modo de corroborarla, se la instala por repetición goebbeliana. Una maniobra básica: exageró los números incomprobables para luego poder decir que la legalización redujo la estadística.
En Uruguay, según cifras oficiales, los abortos aumentaron continuamente desde su legalización en 2013: hubo 7.171 en ese primer año; 8.537 en 2014; 9.362 en 2015, y 9.719 en 2016. Recién entre 2018 y 2019 se verificó un leve descenso: 146 casos menos, pero todavía no puede hablarse de una tendencia.
En España sucedió exactamente lo mismo: en 1987, 16.206 abortos; en 2000, 63.756 abortos; en 2006 ya superaban los cien mil: 101.592. La tendencia alcista se revierte recién en 2014, para estancarse desde entonces en una cifra que oscila entre los 94 y los 95 mil. Este descenso no significa menos abortos, sino menos abortos quirúrgicos, debido a la aparición de las pastillas abortivas. Dicho sea de paso, si en España (46 millones de habitantes) se practican unos 95000 abortos anuales, salta a la vista que la cifra de medio millón de abortos en la Argentina (45 millones de habitantes) es directamente grosera.
En Francia, 67 millones, el número de abortos aumentó un 3,7 % en 2019 respecto a 2018: 232.200 abortos. En 2019 hubo hubo 16,1 abortos por cada 1.000 mujeres en edad fértil, frente a 15,5 en 2018.
Como la cifra de medio millón de abortos en Argentina es difícil de sostener, la rebajaron a 370.000. Lo acaba de decir Vilma Ibarra. Pero si en Francia son 230.000, con una población mucho más numerosa que la nuestra, es evidente que estamos frente a otra mentira.
TRES
La Ministra de algunas Mujeres, géneros y otras categorías calzó dos mentiras en un solo párrafo: “Los abortos clandestinos son la principal causa de mortalidad materna en el país, ya que entre 30 y 40 mujeres mueren por año a causa de la clandestinidad de los abortos”.
Hace tiempo que los abortos clandestinos no son la primera causa de muerte materna (muerte de una mujer mientras está embarazada o hasta 42 días después de la terminación del embarazo y por causas vinculadas a él). Las mismas cifras oficiales certifican que en nuestro país hay más muertes maternas por mala atención durante el embarazo y el parto que por abortos provocados.
Hace pocos días, la Ministra repitió que el aborto se lleva “la vida de cientos de mujeres”. Lo reiteró este martes en el inicio del debate: “La legalización va a salvar vidas todos los días”. Para que esto fuese así, matemáticamente, debería haber 365 muertes maternas por abortos provocados en el país cada año y no menos de 20 como en la actualidad.
CUATRO
La ex candidata a senadora porteña Dora Barrancos pretendió negar un dato histórico irrefutable. Según ella, “no hay registro de políticas pronatalistas” en los gobiernos de Perón. Y dice haber hecho una investigación. Ayudémosla con una pista: el gobierno peronista del 73, incluyó el crecimiento de la población como un imperativo de gestión, y adoptó medidas para aumentar la fecundidad, reducir la mortalidad y fomentar la inmigración, en el Plan Trienal (1974-77). Para más datos, se puede leer el trabajo de Karina Alejandra Felitti (UBA-Conicet) que investigó mejor que Barrancos. En “La política demográfica del tercer gobierno peronista”, Felitti menciona el decreto 659, del 28 de febrero de 1974, que establecía un control más estricto de la venta de anticonceptivos y prohibía las campañas de control de la natalidad.
Dora Barrancos era treintañera en los 70. Fue testigo de estos hechos pero tal vez no los recuerde porque en esos años la corriente con la cual se identificaba estaba enfrentando al gobierno de Perón.
Según ella, y así se lo dijo a Alberto Fernández, a quien (mal) asesora en esta materia, no hay constancia de que Perón y Evita estuvieran en contra del aborto… Otra mentirijilla y van… Hay un libro del año 1950, “La Argentina Justa, libre y soberana”, que resume toda la obra del primer gobierno de Perón, con un capítulo referido a la salud pública donde figuran láminas con las consignas “¡protegido antes de nacer!” y “desterrar del país la práctica del aborto criminal”.
Manipular la historia, el pensamiento y la doctrina del peronismo, para sustituir las verdades peronistas por mentiras fernandistas, es deshonestidad intelectual.
Pasan los años pero el entrismo, que caracterizó a ciertas organizaciones de los 70, sigue vigente. Antes creían que al peronismo había que agregarle el calificativo “revolucionario”, como si no lo hubiese sido siempre; ahora, afirman que el peronismo “será feminista o no será”, negando que ese movimiento lleva en su genética la emancipación y participación de la mujer. La misoginia es un rasgo de otros partidos; nunca lo fue del peronismo.
CINCO
Uno de los argumentos preferidos de las promotoras del aborto es que no hablan en su nombre sino en el de las mujeres pobres… En particular las del interior.
Dejemos de lado el tufillo porteñista que ya afloró fuertemente en el debate de 2018. El “interior” sería una suerte de rémora, de lastre, para el progreso del país cuyas claves e instrumentos sólo conocen los esclarecidos representantes de la Capital.
Lo único cierto es que, en las villas de la propia ciudad de Buenos Aires los sondeos no revelaron ningún respaldo a esa postura, sino lo contrario, ni colocaron el aborto entre las prioridades de las mujeres pobres.
Como dijo el padre Pepe Di Paola, “parte de esta hipocresía es plantear que el aborto es una necesidad de los pobres, dicen hacerlo por ellos”.
“El Presidente dice que ha enviado el proyecto al Congreso porque había hecho una promesa y la quiere cumplir. Sería interesante que nos dijera ante quién se comprometió”, dijo Di Paola. “Al pueblo seguramente no. Al pueblo de la villa menos. Al de las provincias tampoco”, aseguró.
En su mensaje, Alberto Fernández sostuvo que la “estadística nacional oculta, a su vez, las desigualdades al interior de nuestro país”. “Hay provincias que llegan a cuadruplicar la tasa de mortalidad materna nacional”, aseguró, mencionando a Santiago del Estero y Formosa. Mónica del Río recuerda que Formosa, en 2018, tuvo “cuando mucho, una muerte materna por aborto provocado; la misma cantidad que Santa Cruz que tiene la mitad de habitantes, pero no encaja en el relato”.
Más aún, destaca, “en 2018 hubo 15 provincias sin muertes maternas por aborto inducido: Catamarca, Córdoba, Chubut, Entre Ríos, Jujuy, La Pampa, La Rioja, Mendoza, Neuquén, Río Negro, Salta, San Juan, San Luis, Santa Fe y Tierra del Fuego”. “Mientras que la ‘opulenta’ Ciudad de Buenos Aires, que hace abortos en 16 hospitales y 44 CeSACs [centros de salud], registró 3 muertes de gestantes vinculadas al aborto procurado”, remata.
En las villas, desde el año 2018, se formó una red en defensa de la vida. Mujeres que la integran le escribieron una carta al papa Francisco contando que “diariamente desde el 2018 en los centros médicos asistenciales instalados en nuestros barrios (les dicen) frases del estilo: ‘¿Cómo vas a hacer para criar otro hijo?’ ‘En tu situación es irresponsable traer otro hijo al mundo’ o ‘el aborto es un derecho, nadie te puede obligar a ser madre’ (…) Si ésto ocurre en las salitas y en los hospitales de Buenos Aires sin que exista una ley de aborto, ¿qué va a pasar con una ley vigente que le asegura a las chicas desde los 13 años un acceso irrestricto a esta práctica horrenda?”
Digámoslo claramente: la derrota del proyecto de legalización en aquel año, sólo desató una furia abortista de hecho. Recordemos la impresionante compra de Misoprostol, primera medida “sanitaria” tomada por Axel Kicillof al asumir.
SEIS
Lo anterior, desmiente otra falacia oficial: el aborto como lo más urgente a decidir. Ello en medio de una pandemia inédita y de una crisis social sin precedentes con un 40 por ciento de pobres. Hay que tener mucho descaro para poner el aborto en el tope de las prioridades en semejante contexto. Como dijo el senador José Mayans, “el aborto es la causal de muerte (femenina) número 74”.
SIETE
La diputada Cecilia Moreau llamó a “dejar en la puerta del Congreso” las “convicciones religiosas o más personales”, ante el debate sobre la legalización del aborto. Un dislate que ni siquiera es original. La misma necedad viene siendo repetida por los voceros de la legalización desde hace un par de años.
Subyace en esto la intención de reducir la oposición al aborto a un tema religioso. Como si afirmar que existe vida desde la concepción fuese un dogma monoteísta y no una comprobación científica. ¿Es necesario creer en Dios para pensar que la vida es el bien más preciado a custodiar? El propio papa Francisco lo dijo en la carta que envió al padre Pepe Di Paola con motivo de este debate: “El asunto del aborto no es esencialmente religioso. Es un problema humano previo a cualquier opción religiosa”. “El tema del aborto debe ser tratado científicamente y me subrayó la palabra científicamente”, agregó Di Paola.
Alberto Fernández lo sabe, y por eso trata de camuflar el proyecto con otro “de los 1000 días”. Una medida que, como dijo el doctor Fernando Secin, “es esquizofrénica: pretender alimentar al bebé deseado (y) condenar a muerte al otro. ¿Qué pasa? ¿El bebé deseado es un ser humano y el otro un conjunto de coágulos o una bolsa de células?”.
Es evidente que, aunque manden a Ginés González García a decir que “no hay dos vidas”, que sólo está la vida de la madre y “lo otro es un fenómeno (sic)” -¡y es médico!-, saben muy bien lo que está en juego y por eso buscan acallar su conciencia mintiéndole a la gente y mintiéndose a sí mismos.