Por Ricardo Vicente López
Parte VI
(puede leer la parte V, acà)
Aquellos que puedan hacerte creer absurdos,
pueden hacerte cometer atrocidades.
-Voltaire (1694-1778)
Después de un largo recorrido por la historia de los pueblos, con sus avances y retrocesos, que tuvo el propósito de encontrar y divulgar las raíces del mundo actual, globalizado y mediatizado, siendo estos dos aspectos, dos caras de una misma moneda. Estos manejos, manipulaciones, el mundo mediatizado[1], nos ha habituado a pensar en presente: sólo existe este presente, si bien hubo un pasado y, probablemente habrá un futuro, sólo tienen el valor de las fantagorías etéreas. Sin embargo este presente, versionado por la prensa internacional, tiene una larga y dramática historia, cuyo conocimiento desmontaría los armazones teatrales que la televisión ofrece.
Amigo lector, ¿lo incomoda, le produce rechazos, descree de esta introducción? Si Ud. no ha tenido oportunidad de leer las notas anteriores, le agradeceré que haga una rápida lectura para comprender mejor de qué hablo. No olvide que un contenido repetitivo de los mensajes actuales intentan inculcar que volver al pasado es una actitud retardataria que solo puede funcionar como impedimentos a la construcción de este presente desencarnado, tecnologizado, deshumanizado.
Pero no debemos olvidar la sentencia de la sabiduría histórica: “Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetir sus errores“. Pero, por otra parte, el mundo mediatizado es también el resultado de la globalización [2], proceso que se aceleró después de la Caída del Muro de Berlín [3] dado que ya no tuvo la contención del mundo socialista para expandir ese proyecto imperial. La historia que desde ahora voy a proponerle es la de los dos últimos siglos, desde la Primera Guerra Mundial (1914-1918). De los diversos resultados producidos, para el tema que estamos revisando, el más importante fue la aparición de la Rusia socialista: después de varios años de combates internos para derrotar la monarquía zarista, proclamó oficialmente, en 1922, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). El fantasma comunista que recorría Europa se instaló en ese territorio, por lo cual el mundo de posguerra ofrecería muchas novedades.
Hemos revisado las investigaciones realizadas a partir de la Revolución industrial ante la aparición de un fenómeno social nuevo: las masas sociales en los países industriales. Los EEUU se convirtieron en un centro de investigación de este fenómeno que fue llevado adelante, fundamentalmente, por dos personalidades que ya he mencionado antes, y que ahora le propongo un análisis más detallado, le recuerdo que se trata de Walter Lippmann y Eduard L. Bernays.
Analizaré al primero de quien escribe su biografía:
«Walter Lippmann (1889–1974) estadounidense – ingresó a los 17 años en la Universidad de Harvard donde se graduó en tres años, se especializó en filosofía y lenguas (hablaba además de inglés, francés y alemán). Fue un intelectual, periodista, analista político, crítico de medios, centrando su interés en la filosofía política: intentó, por su vocación liberal [4], reconciliar la tensión existente entre la libertad y la democracia en el complejo mundo moderno. Obtuvo dos veces el Premio Pulitzer (1958 y 1962) por su columna Today and Tomorrow [Hoy y mañana]. Fue uno de los más importantes teóricos del liberalismo político de su país».
Lippmann poseía una inteligencia que sobresalía sobre el establishment de su época. En la segunda década del siglo pasado, había pronosticado una reestructuración del mundo a partir de su pronóstico de cómo terminaría la Gran Guerra y de la posible realineación posterior de los países combatientes. De su misión por Europa comprendió, ya en 1917, que la guerra requería la participación de su país ante el riesgo muy probable de la derrota de la Entente. Sus conversaciones con el presidente Woodrow Wilson llegaron a la conclusión de la necesidad de participar en esa guerra, a pesar de haber proclamado la neutralidad.
La importancia de estos antecedentes es que allí comenzó el primer gran experimento de manipulación de la opinión pública. Según escribió Noam Chomsky en El control de los medios de comunicación (2007):
«Empecemos con la primera operación moderna de propaganda llevada a cabo por un gobierno “democrático”. Ocurrió bajo la presidencia de Woodrow Wilson (1913-1921). Su lema fue Paz sin victoria, cuando se desarrollaba la Primera Guerra Mundial. Se presentaba un problema: la población estadounidense de entonces era muy pacifista, pero Wilson había decidido participar en el conflicto. Se creó una comisión de propaganda gubernamental, la Comisión Creel, que logró convertir esa población pacífica en otra histérica y belicista que quería ir a la guerra».
El punto de partida de su investigación es la detección, en la sociedad mundial de los noventa de la siguiente de que:
«El papel de los medios de comunicación en la política contemporánea nos obliga a preguntar por el tipo de mundo y de sociedad en los que queremos vivir, y qué modelo de democracia queremos para esta sociedad».
Prestemos atención al punto de partida de su investigación, porque algunos pueden sorprenderse con su afirmación de cuál es el problema más grave del mundo actual, cuyo origen lo ubica en los comienzos del siglo XX. Como queda anunciado en el título de su investigación: el problema actual es el control de los grandes medios sobre lo que podemos llamar la conciencia colectiva o, en otros términos, la opinión pública. Es muy probable que esta afirmación, una vez más, pueda generar sorpresas, rechazos, incredulidad, aunque a esta altura de mis investigaciones, debo suponer que Ud, tiene ya algunas ideas más claras.. Por todo ello le ruego, amigo lector, que tenga un poco de paciencia y vaya leyendo la argumentación y las pruebas que nos ofrece Chomsky, una autoridad académica, cuyo prestigio mundial deja de lado toda duda posible sobre la seriedad, el fundamento de sus conclusiones y su toma de posición política contra los imperialismos.
Seguiré tomando como base la importante investigación ya citada El control de los medios de comunicación. Su contenido nos permitirá profundizar el tema propuesto. Veamos como comienza. El primer paso que nos propone, y acá exhibe sus dotes pedagógicas, es reflexionar sobre en qué mundo queremos vivir. Para lo cual nos ofrece dos definiciones que contienen dos modelos posibles de democracia. La importancia de esta distinción es que nos abre el camino hacia una reflexión del concepto democracia, cuya sacralización de parte de la Academia y de los grandes medios no ha permitido una revisión necesaria. Por esa razón Chomsky afirma:
«Permítaseme empezar contraponiendo dos conceptos distintos de democracia. Uno es el que nos lleva a afirmar que en una sociedad democrática, la gente tiene a su alcance los recursos para participar en la gestión de sus asuntos particulares, y los medios de información son libres e imparciales. Otro tipo de democracia es el que no permite que la gente se haga cargo de sus propios asuntos. Los medios de información son controlados fuerte y rígidamente. Voy a referirme a la forma en que se desarrolla la noción de democracia, y al modo y al problema de los medios de comunicación y la desinformación que se produce en este contexto».
El planteo inicial deja en claro que, según sus investigaciones, la existencia de los grandes medios concentrados ejerce un rígido y severo control sobre la opinión pública. Es decir, es una condición estructural de la sociedad industrial moderna, imperante en el mundo actual. No es una posibilidad entre otras. Es así. Para mostrar esto pasa a analizar cómo comenzó eso en los EEUU en las primeras décadas del siglo pasado, algo que ya anuncié antes.
[1] Se denomina así, “cultura mediática” o sociedad mediatizada a la capacidad que tienen en la actualidad los medios de información, con las nuevas tecnologías, de modelar el conjunto de las prácticas sociales y el conocimiento de ellas. Es el proceso de transformación en la producción de significados mediante las tecnologías y los medios.
[2] La globalización es un proceso económico, tecnológico, político, social y cultural a escala mundial que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo, uniendo sus mercados al servicio de las trasnacionales.
[3] La caída del Muro de Berlín fue una revuelta popular producida en la capital de Alemania Oriental, el 9-11-1989 como consecuencia de la cual quedaron derribadas las fortificaciones defensivas que separaban las dos Alemanias de posguerra.
[4] Es necesario aclarar, por el uso y las acepciones de esta palabra que ha adquirido en las últimas décadas: Liberalismo es una doctrina política, económica y social, nacida a finales del siglo XVIII, que defiende la libertad del individuo y una intervención mínima del Estado en la vida social y económica.
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