La Rusia de Putin. La política hacia el mundo islámico. Parte V.
Por Padre Alfredo Sáenz*
Hablando en general, Rusia no sigue a pie juntillas la política de los Estados Unidos. En su famoso discurso, al que hemos vuelto tantas veces, de septiembre de 2013, Putin ha dicho: “La soberanía, la independencia y la integridad de Rusia son líneas que nadie tiene permitido cruzar”. Un año después, en su conferencia de noviembre de 2014 en el mismo lugar, es decir, Valdai, refiriéndose a la guerrilla musulmana en Irak, Libia, etc., habla de un “polígono de entrenamiento de terroristas”. Y tras alabar a los militares egipcios que hicieron salir del caos a ese país, tan afectado por el terrorismo musulmán, recuerda lo acontecido en Irak. A Sadam Hussein se lo acusó de tener armas letales y por eso se invadió a Irak. Después se vio que no había tales armas. Lo que hubiera correspondido era pedir disculpas al gobierno iraquí. Pero ¿qué se hizo? Lo fusilaron a Sadam Hussein y a varios más. Dicho dirigente político era protector de las minorías religiosas que había en Irak, particularmente de los católicos. Él iba a veces a la misa que celebraba el obispo de Bagdad, sin entrar en el templo, por cierto, y después lo esperaba en la puerta para saludarlo. Pues bien, tras derrocar a Sadam Hussein, los vencedores destruyeron las instituciones estatales, incluido el ejército. “Decenas de miles de soldados y oficiales, antiguos activistas del partido Baaz, arrojados a la calle, integran ahora las filas de los guerrilleros. ¿Puede ser que allí esté la clave de la capacidad del ISIS? Actúan de una manera muy efectiva desde el punto de vista militar, es gente muy profesional”.
Con cierta ironía Putin enrostra así a los políticos norteamericanos: “A veces tenemos la impresión de que nuestros colegas y amigos luchan constantemente con los resultados de su propia política, dedican sus esfuerzos a luchar contra los riesgos que ellos mismos han creado”. Denuncia el dirigente ruso lo que él llama “el mundo unipolar”, dirigido por los Estados Unidos, verdadera “dictadura sobre la gente y sobre los países”. Ellos señalan quién es el enemigo, como se hizo durante la guerra fría, y así practican el derecho al liderazgo, o, si se prefiere, “el derecho al diktat”. Y agrega: “A los aliados de los Estados Unidos se les decía siempre: «Tenemos un enemigo común, es terrible, es el centro del mal. Nosotros os defenderemos a vosotros mismos, nuestros aliados, de ellos, y, por tanto, tenemos derecho a dirigiros, haceros víctimas de nuestros intereses políticos y económicos…»”.
Pues bien, Rusia quiere salvar su idiosincrasia política, sin someterse a los dictados de los Estados Unidos y sus aliados europeos. Putin sabe perfectamente que las proyecciones demográficas de Europa señalan que, de seguir así, en 25 años Europa será islámica. Los musulmanes tienen numerosos hijos, mientras que los europeos tienen uno o dos. De ahí que en un enérgico discurso suyo ante la Asamblea de la Federación Rusa en agosto del 2013 dijo: “¡En Rusia vivid como rusos! Cualquier minoría de cualquier parte, que quiera vivir en Rusia, trabajar y comer en Rusia, debe hablar ruso y debe respetar las leyes rusas. Si ellos prefieren la Ley Sharia y vivir una vida de musulmanes les aconsejamos que se vayan a aquellos lugares donde esa sea la ley del Estado… Rusia no necesita minorías musulmanas, esas minorías necesitan a Rusia y no les garantizamos privilegios especiales ni tratamos de cambiar nuestras leyes adaptándonos a sus deseos. No importa lo alto que exclamen ‘discriminación’. No toleraremos faltas de respeto hacia nuestra cultura rusa. Debemos aprender mucho de los suicidios de América, Inglaterra, Holanda, Francia, etc., si queremos sobrevivir como nación. Los musulmanes están venciendo en esos países y no lo lograrán en Rusia. Las tradiciones y costumbres rusas no son compatibles con la falta de cultura y formas primitivas de la Ley Sharia y de los musulmanes. Cuando este honorable cuerpo legislativo piense crear nuevas leyes, deberá tener en mente primero el interés nacional ruso, observando que las minorías musulmanas no son rusas”. Los miembros del Parlamento, puestos de pie, ovacionaron a Putin durante cinco minutos.
Recordemos también el caso de Kosovo, del que Serbia, país cristiano, se vio despojada por influjo de los Estados Unidos y los países de la OTAN, tras 78 días de bombardeos intensivos. Putin entendió que alevosamente ellos arrancaron a ese país eslavo hermano aquella provincia que era históricamente suya, logrando finalmente establecer un nuevo Estado musulmán, independiente desde 2008, hoy en gran parte dominado por mafias kosovares albanesas. Rusia quiso salir al paso de esa prepotencia y despropósito, interviniendo, en 1999, con una unidad de paracaidistas, en las barbas de la OTAN.
En su discurso del 24 de octubre del 2014 ante el Club Valdai dijo el Presidente ruso: “En el curso de nuestras conversaciones con los dirigentes de Estados Unidos y europeos, yo hablaba siempre de la necesidad de luchar juntos contra el terrorismo, de considerarlo como un desafío a escala mundial… Nuestros compañeros expresaban su acuerdo con nosotros pero después de un tiempo nos encontrábamos en el punto de partida. Fue primero la operación militar en Irak, luego en Libia, que ha sido puesta al borde del abismo. ¿Por qué Libia fue reducida a esta situación? Hoy es un oasis en peligro de desmantelamiento y se ha vuelto un terreno de entrenamiento para los terroristas”. Recordemos que Kadafi había sido uno de los dirigentes políticos musulmanes más cercanos al Occidente. A nosotros, los argentinos, nos ayudó dándonos misiles para nuestra guerra de Malvinas. Y mantenía buenas relaciones con Italia y con Francia. A él le mataron un hijo durante un bombardeo y luego él mismo fue vilmente asesinado. Pareciera que eligiesen los más cercanos a nosotros para ser eliminados. En cambio Arabia Saudita, enemiga frontal de los cristianos, no es tocada. Como dice Putin: “Allí no hay democracia, pero nadie les tira bombas”.
En lo que toca a Siria, dicho país está gobernado por un dirigente musulmán que pasó a ser considerado como un gran enemigo de Europa y Estados Unidos. Sus adversarios en Siria son los que adiestran a los terroristas, apoyándolos contra el presunto “tirano”. Pero he aquí que dicho “tirano” es el que protege a los cristianos de rito occidental y oriental, el que exime de impuestos a sus templos, sin por ello abandonar sus propias convicciones religiosas. Putin no vaciló en apoyar a El Assad, empleando misiles contra buques de guerra enviados por Estados Unidos. Las ciudades sirias están hoy reducidas a escombros, los cristianos son pasados a degüello, y grandes muchedumbres hambrientas se ven obligadas a huir al extranjero. En cierta ocasión, Putin ha aludido expresamente al tema de Siria: “Los Estados Unidos y sus aliados han comenzado a financiar y a armar directamente a los rebeldes, permitiendo completar sus filas con mercenarios de distintos países. Permítanme preguntar cómo esos rebeldes obtienen su dinero, sus armas y sus especialistas militares ¿De dónde viene eso? ¿Cómo el Estado Islámico ha llegado a convertirse en un grupo tan poderoso, en los hechos una verdadera fuerza armada?”. Y se demanda si ellos no tendrán que ver con la venta de petróleo y su extracción en territorio, controlados por los terroristas.
En la práctica, las diferentes acciones unilaterales impuestas por los norteamericanos y sus satélites, sea en Irak, en Libia y luego en Siria, fueron un desastre. Hay que destacar que las poblaciones civiles pasaron a ser las primeras víctimas, en particular las poblaciones cristianas, desde que las instituciones gubernamentales que las protegían hasta entonces contra el fanatismo han sido depuestas por los norteamericanos como en Irak y en Libia, o jaqueadas por los rebeldes, como en Siria.
Así la situación. Contrariamente a las expectativas de algunos teóricos, según los cuales la caída del imperio soviético significó “el fin de la historia” (Fukuyama dixit) y la implantación del unipolarismo perfecto, con la guía y el icono modélico de los Estados Unidos, hoy se va delineando un cuadro diferente. La Federación Rusa, nacida de las cenizas de la Unión Soviética, después de un decenio de lógica inestabilidad, va logrando eficazmente confirmar su papel de gigante internacional. Y su jefe de Estado se convirtió en el autócrata enemigo, antítesis de un Occidente progresista y liberal.
* El Padre Alfredo Sáenz es Licenciado en Filosofía y Doctor en Teología por la Universidad Pontificia de San Anselmo, en Roma. Durante 13 años fue Encargado de Estudios en el Seminario Arquidiocesano de Paraná, teniendo a su cargo, la revista cuatrimestral Mikael. Ha estado a cargo de Teología Dogmática y Patrística en la Facultad de Teología de San Miguel, dependiente de la Universidad del Salvador, de Buenos Aires. Autor de numerosos artículos en diversas revistas nacionales y extranjeras, principalmente en Mikael y Gladius. Ha recibido los Doctorados Honoris causa por la Universidad Católica de La Plata y por la Universidad Autonoma de Guadalajara.