La República Perdida 3 (La autocracia)

Por Jorge Villazón *

La amargura de Discépolo en los ’30 lo llevó a decir: “Me he vuelto pa’ mirar y el pasao me ha hecho reír… ¡Las cosas que he soñao, me cache en dié, qué gil!” El autor de esta nota deja traslucir una especie de amargura sobre el pasado. Sin embargo no debe descartarse la cantidad de pequeñas cosas que pueden estar anunciando otro futuro…

En los últimos días de abril de 1983, en medio de la campaña política para volver a la Democracia en la que el radicalismo promovía  a Raúl Alfonsín como el restaurador de la República y el iniciador de 100 años de Democracia, se presentó el filme La República Perdida 1, que de manera documental pero con marcado sesgo político de la historia abarcaba el período de 1930 hasta 1976.

En las palabras iniciales se decía que “la Argentina se está convirtiendo en un país sin memoria y esta película quiere contribuir a la recuperación de nuestro pasado y nuestra historia”. Al finalizar se podía leer y escuchar que:

“La lección que queda es que sólo la unión nacional basada en la verdad y en la justicia podrá devolvernos la salud. Lo que perdimos, lo perdimos todos. Lo que debemos recuperar sólo entre todos podremos hacerlo una vez que hayamos logrado exorcizar a los demonios del miedo, del odio y del autoritarismo”.

Si no fuese que aquellas palabras estaban dirigidas con intencionalidad electoral en contra del peronismo, la contundencia de la lucha contra el miedo, el odio y el autoritarismo era una consigna que terminó movilizando con razón a las mayorías, sobre todo los jóvenes, a acompañar a la UCR en las elecciones de octubre de aquel año.

Quizá la consigna que más y mejor pintaba el momento resultó ser aquella de que “somos un País sin memoria”. Después del triunfo arrasador de 1985 que consolidó al gobierno de Alfonsín, en el ’86 se presentó La República Perdida 2, la que abarcó el nefasto tiempo de 1976 al 1983, aquí las cosas tomaron otro cariz y se obvió, de manera demasiado aviesa, la triste colaboración que los militares lograron de vastos y prominentes sectores del radicalismo que confundieron la oportunidad y colaboraron en la lucha criminal emprendida por el Estado terrorista contra los sectores revolucionarios y progresistas de la izquierda, del peronismo y, aunque resulte paradójico, de los sectores juveniles del propio radicalismo.

Ahora, en nuestro presente, podríamos comenzar a filmar La República Perdida 3. Claro que en esta etapa de la autocracia los radicales pasarían a ser parte de la pérdida y no adalides de la recuperación de la República como lo plantearon en la década del 80 del siglo pasado.

El autócrata Mauricio Macri, que se comporta como tal desde el Gobierno de la coalición Cambiemos, emprendimiento político de la UCR y del PRO, es el promotor de la designación de miembros de la Corte Suprema de Justicia por decreto, es quien manda a acallar a los periodistas opositores, hace listas para enviar a más de 500 argentinos “en un cohete a la luna”, inicia juicios políticos a los jueces que no responden a sus deseos delirantes y señala la necesidad de “jueces propios”, denuncia a los abogados laboralistas como mafiosos y sin distinción de la misma manera a los gremialistas, detiene opositores y los muestras ante los medios cómplices en ropas de dormir y descalzos  o con ridículos cascos, sostiene que en caso de asesinatos de parte de las fuerzas de seguridad no investigará sino que dará como cierta las versiones de los asesinos, presiona a los Gobernadores y a través de ellos obliga a los legisladores a que voten sin convencimiento leyes que agreden los conceptos básicos de la Constitución Nacional.

Mantiene preso a opositores aun cuando tienen sentencia favorable en los organismos internacionales de DDHH y logra que ciertos Senadores hagan públicas sus dependencias con el “Yo Supremo” al explicar que “este proyecto es del Gobierno y lo votamos porque nuestros gobernadores lo avalaron con su firma, ¿está claro?”, tal como dijo el Senador Miguel Pichetto.

Pruebas hay muchas más y quizás más graves, pero éstas son suficientes para iniciar el argumento de otro filme, en donde los paladines de entonces hoy son los villanos porque, la realidad así lo afirma, la única verdad relativa es la realidad mediática y a la mentira hoy le opondremos siempre la verdad real.

La República Perdida 3 es el tiempo de la autocracia del presente. “¡No hay tiempo que no se acabe ni tiento que no se corte!”.

* Jorge Villazón – periodista y analista pòlítico

Fuente: www.diariopuntouno.com.ar– 4-12-17

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