Por Ricardo Vicente López
(Ver parte V, acá)
En algunas notas anteriores he insistido en no olvidar la importancia histórica que tuvieron las consecuencias de la reconstrucción socio-política de la Revolución industrial inglesa iniciada en los comienzos del siglo XVIII. Una de ellas, que demoró en ser percibida en toda su dimensión por los investigadores. Tiempos después, entre las últimas décadas del siglo XIX y comienzos del siglo XX, se la denominó la sociedad de masas. Esto significó para la sociología, las ciencias políticas, la psicología social, la historia y la antropología social, reestructurar de base los modos de pensar los fenómenos sociales. Tal vez, el sujeto histórico: el actor político, el que definía el curso de los acontecimientos en todas esas investigaciones, era buscado como la clave para pensar los sucesos que estudiaban.
Sin embargo, algo les hacía pensar que todo ello era insuficiente. La Revolución francesa de 1789 o la Revolución socialista rusa de comienzas del siglo XX, imponía la incorporación de las masas sociales como un factor decisivo. Escribí en una nota anterior:
«El surgimiento de la sociedad de masas supuso un punto de giro en el modo de analizar la historia. Esa presencia impuso la necesidad de reconducir a la población por los nuevos parámetros fijados por las elites. Obligó a repensar la Revolución Industrial como un punto de inflexión en la historia de la organización socio-política, lo cual imponía nuevos modos en la tarea de gobernar. Este problema ya lo había detectado tempranamente Nicolás Maquiavelo (1469-1527) y fue analizado en sus consejos al Príncipe. La aparición de las naciones y el Estado monárquico postergó el tratamiento de esta problemática».
Ud. se preguntará, amigo lector, el por qué de volver sobres estas citas. Estamos tratando temas muy complejos, a lo que se le suma el giro necesario de la óptica histórica para desentrañar la complejidad del entramado de las relaciones de las masas con las elites dirigentes. Esa complejidad impone el ejercicio de la relectura de textos clásicos con los pies puestos en los tiempos actuales.
El menosprecio tradicional de los historiadores y politólogos respecto del papel que desempeña la presencia de la masa ante los reclamos de los cambios exigidos, si cumplía algún papel en sus investigaciones, éste era minoritario. Sin embargo la presencia del pueblo en armas no significaba ya una mera insurrección sino que comenzaba a ser la expresión de una demanda de cambios de estructuras mucho más profundos. Lo que era conceptualizada como una insurrección comenzaba a pensarse como una revolución.
El Licenciado Nuño Rodríguez, apoyándose en una lectura actual de los consejos de Maquiavelo le proponía al Príncipe reflexionaba:
«El beneplácito de la población empezaba a ser indispensable para la práctica de gobierno. Por este motivo el surgimiento de las masas y su irrupción en los asuntos políticos es una de las razones principales por las que el estado moderno necesitó de la propaganda. En la sociedad de masas la población conoce a sus líderes a través del sistema mediático. Sistema que medió entre la masa y sus gobernantes, y con la presencia el sistema mediático agravó mucho más el complejo tema de gobernar».
En esa nota anterior cité el rescate que hizo el filósofo francés Jacques Ellul (1912-1994) respecto de la famosa Alegoría de la Caverna de Platón, en la que comparaba a la sociedad humana con un grupo de personas encerrado sin poder salir [1]. Si bien el ejemplo es interesante, la tecnología mediática que se interpone entre los dirigentes y la masa ha demostrado tener resultados no pensados en los comienzos del siglo XX. Creo que alcanza con recordar el desenfado con el que Edward Bernays escribía en el Prólogo de su libro Propaganda (1928). Una especie de advertencia respecto de los manejos del poder y sus consecuencias para con la masa:
«La manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones organizados de las masas es un elemento de mucha importancia en la sociedad democrática. Quienes manipulan este mecanismo oculto de la sociedad constituyen el gobierno invisible que detenta el verdadero poder que rige el destino de nuestro país [EEUU]. Quienes nos gobiernan, moldean nuestras mentes, definen nuestros gustos o nos sugieren nuestras ideas son en gran medida personas de las que nunca hemos oído hablar».
La psicóloga clínica Doctora Blanca Montoya, especialista en el dominio mediático, le dio a este tema un giro psicoanalítico. En su conferencia sobre El poder de las grandes corporaciones vinculadas al poder político y mediático, afirmó que:
«El poder mediático internacional ha construido ideologías que en nuestra actualidad adquieren una fuerza muy importante, de tal suerte que han logrado que pensemos y actuemos de cierta manera. Partiendo de los impulsos de vida y muerte que tiene el ser humano: los medios de comunicación lo han usado en su favor, adentrándose a la psique de los espectadores principalmente a través del factor miedo».
A partir de este Tesis puede afirmar:
«La guerra mediática procede de los mismos que provocan las guerras convencionales, de los grupos de poder, pues son estos ‘monopolios’ los dueños de los medios masivos de comunicación formados por muy pocas empresas a nivel mundial. Este tipo de guerra que los medios ejercen sobre las poblaciones tienen los mismos elementos que una guerra convencional, pero con aspectos que la hacen aún más poderosa. El atacado no se percata de que lo está siendo, y se coloca de parte del enemigo. No atenta contra la integridad física de las personas pero sí contra su integridad psicológica. De tal forma que su voluntad y hasta su lucha favorecen a su atacante. En pocas palabras, la guerra mediática enloquece al individuo y lo vuelve contra sí mismo. En los métodos de ataque están involucrados grupos formados por sociólogos, psicólogos, antropólogos, economistas y políticos en favor del poder. Si en las guerras militares se apunta al cuerpo y a las construcciones materiales del enemigo, en las mediáticas se apunta a su sistema nervioso o a sus obras intelectuales o artísticas».
Repite una tesis que ella considera vital y que es muy importante: que las personas tengan conciencia del mundo en el que están sumergidas. Los medios masivos de comunicación capitalistas, promueven la violencia, el miedo, el odio, la superficialidad, la ignorancia, la falta de identidad, la inmediatez, el individualismo, el consumismo y la confusión porque eso es lo que conviene a los intereses del sistema político que domina el mundo.
Agrega un aspecto, generalmente, descuidado. Tal vez, es probable, que el ciudadano de a pie no haya leído estudios sobre este tema, y sienta por ello rechazo ante las afirmaciones de la Doctora Montoya:
«En cuanto a la violencia, el miedo y el odio, observamos que la mayoría de los videojuegos, practicados desde la infancia, tratan de persecuciones y de la eliminación de otros; un amplio espacio de las redes sociales está ocupado por insultos o mentiras que instigan al odio y que no pocas veces es obra de mercenarios; y buena parte del entretenimiento argumenta violentos crímenes y masacres. Los medios, el terrorismo y el narcotráfico, además de entrañar valores negativos, violencia, tortura y crimen que generan personalidades temerosas irascibles o psicopáticas, son negocios que reditúan enormes ganancias a las industrias tecnológicas, armamentística y comunicacional. La violencia y el miedo vulneran al yo y lo confunden a tal grado que acepta todo tipo de abuso a cambio de una ilusoria defensa. Por tanto, las características del yo de las personas más afectadas por el ataque mediático y que conforman un sector importante de la población son temerosas, frívolas, ignorantes, poco tolerantes, individualistas, consumistas y sin identidad, es decir, en general, diríamos que poseen un yo infantil fácilmente manipulable para servir al amo que lo degrada y esclaviza».
Creo que no es fácil acceder a este tipo de análisis, pero ello no debe impedir que estos temas se difundan, se debatan. «¡No nos dejemos engañar por el falso placer con juegos que nos están atacando»!
[1] Sugiero la lectura de mi trabajo publicado en la página www.ricardovicentelopez.com.ar cuyo título es De la caverna platónica a la globalización mediatizada para una lectura con más información.
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