La Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) de los EEUU lanzará una advertencia sobre un posible vínculo entre la vacuna contra el Covid-19 de Janssen (Johnson & Johnson) y el síndrome de Guillain-Barré (GBS), un trastorno poco común del sistema inmunológico que causa inflamación del sistema nervioso y puede provocar dolor, entumecimiento, debilidad muscular y dificultad para caminar. Días atrás, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) también advirtió sobre la aparición de este síndrome en personas vacunadas, pero haciendo referencia a la vacuna de AstraZeneca.
Si bien las posibilidades de desarrollar la enfermedad son bajas, parecen aumentar de tres a cinco veces entre los receptores de la vacuna en comparación con la población general de Estados Unidos, según informaron al medio The New York Times fuentes relacionadas con la decisión de la FDA. Los casos detectados de este síndrome se analizarán en la próxima reunión del comité de expertos externos que asesoran a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Hasta el momento, se han registrado unos 100 casos de enfermedad de Síndrome de Guillain-Barré en EEUU entre los receptores de la vacuna de Janssen de acuerdo a un sistema de monitoreo federal.
El síndrome de Guillain-Barré es un trastorno poco frecuente en el cual el sistema inmunitario del organismo ataca los nervios. Los síntomas comienzan como debilidad y hormigueo en los pies y las piernas que se extienden a la parte superior del cuerpo y con el tiempo puede producir parálisis.
Entre los problemas que ha venido presentando Johnson & Johnson, destacan los retrasos en la fabricación de dosis y una pausa de 10 días debido a que se investigaba la relación del fármaco con un trastorno de la coagulación de la sangre, poco común pero grave, detectado especialmente en mujeres. Esa última investigación también determinó que se incluyera dicho problema como advertencia en el prospecto de la vacuna.
Tampoco ayudó a la vacuna de esta compañía el hecho de que la planta de Baltimore que supuestamente suministraría la mayoría de las dosis a Estados Unidos estuviera cerrada durante tres meses debido a violaciones regulatorias.
La fábrica, operada por Emergent BioSolutions, tuvo que tirar cerca de 77 millones de dosis que podían estar contaminadas.