Por Alfredo Jalife Rahme
Israel perdió la batalla de la opinión pública en su Occidente
: manifestaciones multitudinarias por la autodeterminación palestina
en Londres, París y en las entrañas de Nueva York –la mayor ciudad de judíos en el mundo–, donde convergieron las huestes de Black Lives Matter con los adherentes de Palestinian Lives Matter (https://youtu.be/fr7FGtv6eek).
Detecto cuatro consecuencias inmediatas: 1) reconexión de Hamas, agazapada en Gaza –gueto de 2 millones de habitantes que sufre un bloqueo inhumano desde hace siete años por cielo, mar y tierra–, con sus hermanos palestinos en “Jerusalén Oriental (https://bit.ly/3volfyZ)”, con los asombrosos millennials de Cisjordania y con los 6 millones (sic) de refugiados palestinos: esparcidos deliberadamente en Jordania (2.1 millones), Siria (528 mil 616), Líbano (452 mil 669) y Arabia Saudita (240 mil); 2) prodigioso despertar millennial de los palestinos israelíes (sic)
, discriminados como ciudadanos de segunda clase que propenden a una guerra civil
y a la balcanización de Israel, según Shlomo Sand, historiador emérito de la Universidad de Tel-Aviv (https://bit.ly/3fpPVdT). El autor de La invención (sic) del pueblo judío(https://amzn.to/3vmqq2x)” pondera si un Israel dividido se convertiría en Yugoslavia
; 3) fractura del Partido Demócrata: desde Black Lives Matters, pasando por la carta abierta de 500 ayudantes electorales de Biden (https://bit.ly/3hSOaqV), hasta SQUAD que encabeza la millennial AOC en alianza con el admirable judío progresista Bernie Sanders, quien calificó al premier Netanyahu de racista
por su “alianza con Itamar Ben-Gvir y su partido extremista Fuerza Judía –que busca la instauración de un Estado supremacista teocrático judío– en su artículo al NYT (https://nyti.ms/3hT6joA).
La rebelión de la base y de influyentes congresistas del Partido Demócrata no es menor cuando dos israelíes-estadunidenses llevan la batuta conceptual para aplicar la etérea solución de dos estados
: el secretario de Estado Antony Blinken y el asesor de Seguridad Nacional Jacob Jeremiah Sullivan –sin contar que el esposo de la vicepresidenta Kamala Harris es el también israelí-estadunidense Douglas Craig Emhoff, abogado del lobby propagandista de Hollywood y su legendaria Hasbara (publicidad distorsionada)
, y 4) se tambalea el leitmotiv de los derechos humanos de la administración Biden que aplica dos pesas y dos medidas cuando se trata de proteger el apartheid de Israel.
La solución de dos estados
de Biden parece encaminada a lidiar con un contencioso atomizado de refugiados
, de 12 millones de palestinos, que a otorgarles su autodeterminación y sus igualitarios derechos ciudadanos: en el seno de Israel, donde constituyen 20 por ciento, y en los territorios colonizados bajo ocupación ilegal del ejército judío.
El barómetro de los derechos humanos de Biden no será Xinjian (China), sino el devenir de las “cuatro Palestinas (https://bit.ly/3v3h1fW)” y los “cuatro subtipos de palestinos (https://bit.ly/3whsQPX)”.
El Apartheid de Israel no es menor cuando, tras haber sido denunciado tanto por Human Rights Watch (https://bit.ly/3fuMbGy) como por B’Tselem –Centro de Información de Israel para Derechos Humanos en los Territorios Ocupados (https://bit.ly/3umTllN)–, ha sido repudiado por nada menos que el canciller francés, Jean-Yves Le Drian (https://bit.ly/3fO6wXs).
La denuncia de B’Tselem es perturbadoramente demoledora: “un régimen de supremacismo (sic) judío del río Jordán al mar Mediterráneo: esto es apartheid”.
Otra ONG digna de consulta sobre las exacciones supremacistas del gobierno de Netanyahu es Breaking the Silence, compuesta por veteranos del ejército israelí (https://bit.ly/3hWsAls).
¿Cuál será el destino aleatorio de seis millones de palestinos que todavía quedan en la Palestina histórica
desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo?
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