Isabel Perón: Su resurgimiento en la militancia actual, las claves de su derrocamiento y ocultamiento de su gestión de gobierno

Por La Tríada – Agrupación Doctrinaria

María Estela Martínez de Perón cumplió este jueves 90 años. La primera presidente mujer de la historia argentina y esposa de Juan Domingo Perón. Luego de ser derrocada por la Junta Militar el 24 de marzo de 1976 y arrestada por tres altos oficiales, en representación de las FF.AA., fue encerrada durante casi seis años hasta que finalmente fue liberada en julio de 1981 y decidió establecerse en Madrid (España) hasta la fecha.

María Estela Martínez de Perón, quien prefería ser llamada “Isabelita”, tras enfermarse su esposo, venía desempeñando las funciones de presidente y finalmente asumió formalmente la presidencia un 1 de julio de 1974, fecha en que Juan Domingo Perón falleció.

Isabel, con apenas 20 meses de gestión de gobierno, alcanzó el índice más bajo de la historia en la tasa de desempleo, el 2,7%; nacionalizó las bocas de expendio de combustibles; nacionalizó los recursos minerales; sancionó la ley de represión a la subversión económica, la primera ley de represión al narcotráfico; suspendió el manejo brasileño de nuestra producción siderúrgica; sancionó la ley de contrato de trabajo 20.744, aún vigente; implementó la profesionalización militar; no contrajo ningún empréstito y pagó los intereses de las deudas contraídas por sus antecesores y realizó la primera y única reunión de Gabinete de Ministros en la Antártida, dejando asentado ante el mundo, que ese territorio pertenece a la Nación Argentina, convirtiéndose además ella en la primera mujer en pisar dicho continente en la historia de la humanidad.

Expulsó al embajador británico por comportamiento improcedente ante la protesta argentina tras la navegación ilegal del buque inglés en aguas jurisdiccionales argentinas ordenando un 4 de febrero de 1976 que un buque de la Armada Argentina dispare al buque enemigo quien avanzaba hacia las Islas Malvinas, defendiendo una vez más la soberanía de nuestro país.

El 21 de diciembre de 1973, Perón presentaba el “Plan Trienal para la Reconstrucción y la Liberación Nacional”, plan que Isabel continuaría hasta ser traicionada y encarcelada por la Junta Militar con la venia del Secretario de Estado de los EEUU, Henry Kissinger. Emulando aquel abrazo que Isaac Rojas le dio a Richard Nixon cuando lo recibió para pasearse triunfal por las calles del centro de Buenos Aires en 1958, esas mismas que la Marina había bombardeado 3 años antes.

Isabel estaba al tanto del deseo de los traidores internos, como del enemigo externo: la Sinarquía Internacional que pretendía “destituir al gobierno para voltear las chimeneas que levantó Perón, para desindustrializar al país. Para que volvamos a ser lo que éramos hace 200 años, proveedores de materia prima, con producción industrial y de valor agregado”, diría la Presidente de la Nación a pocos días del golpe de Estado.

María Estela Martínez de Perón fue detenida ilegalmente en la residencia El Messidor, en Neuquén, donde fue sometida a innumerables torturas y maltratos. Raparon su cabeza, y la hicieron pasar hambre y frío. Perdió más de 20 kilos. Le abrieron causas y fue sometida a vejantes interrogaciones. Luego, fue condenada al exilio y aún al día de hoy, se le mantiene una orden de captura internacional y su busto de reconocimiento en la Casa Rosada brilla por su ausencia.

Sufrió múltiples intentos de atentados, como en 1984 cuando la entonces Policía Aeronáutica detectó una carga explosiva en el avión que la iba a trasladar de regreso a Madrid con escala en Rio de Janeiro.

Si bien las figuras de Perón y Evita fueron vapuleadas y menospreciadas por un sector social antiperonista, llama la atención que la figura de Isabel haya sido además ocultada hasta por los “propios”. Aquellos que ensalzan algunos logros de la gestión de gobierno de Perón en sus primeros dos gobiernos y sin embargo intentan olvidar el tercero junto a quien fue la primera presidente mujer de la historia argentina, tras el fallecimiento de su esposo.

El tiempo dirá finalmente que aquellos fueron quienes leyeron sobre Perón, pero no leyeron a Perón. Quienes se dispongan a leerlo comprenderán con la razón, pero más aún con el corazón que su obra integra tanto a la figura de Eva como a la de Isabel por lo que estas dos mujeres hicieron por el pueblo argentino. Ese destrato, ocultamiento y manipulación de la verdad histórica han posibilitado que por ejemplo algunos hoy renieguen de la tercera presidencia de Perón, nieguen los avances de ese proyecto por Isabel, el que fue interrumpido por el golpe de Estado del ’76 y pinten a Eva de color verde.

El resurgimiento en la militancia actual de la figura de Isabel se entiende con el concepto de anticuerpos que explicaba Perón: a mayor tergiversación, resignificación y falsificación histórica de la doctrina peronista y de sus líderes, mayor la necesidad de salir a rescatar esa verdad y de difundirla, para que no sea olvidada y para que los entrismos no confundan a las nuevas generaciones.