Tras el desastroso desempeño electoral del Frente de Todos, perdiendo a buena parte de sus votantes de hace solo dos años atrás, como consecuencia de resultados económicos que afectaron con dureza a los salarios reales y jubilaciones, con una inflación por las nubes y una canasta básica alimentaria cada día más inaccesible para los sectores más castigados de la población, la coalición que gobierna a la Argentina implosiona en una serie de disputas internas.
Cristina Fernández de Kirchner se enfrenta al desgajamiento del armado político que le permitió volver al gobierno y sabe que de no realizarse cambios drásticos, especialmente en el área económica y el camino de ajuste para pagar la deuda que viene instrumentando el ministro de Economía, Martín Guzmán, tras la catastrófica derrota electoral en septiembre, solo puede esperar en noviembre una caída mucho peor, con la consiguiente pérdida de bancas en el Congreso, el hundimiento final del gobierno y el resurgimiento de la multiplicidad de causas judiciales que la persiguen desde que dejó su segundo mandato en 2015.
Frente a esa situación, y la inacción de Alberto Fernández, que se resiste a pedirle la renuncia a sus ministros más cercanos y cambiar el curso económico de ajuste, Cristina Kirchner optó por vaciar al gobierno, ordenando la renuncia masiva de sus ministros, una forma de presionar por cambios y salvar en lo que pueda a la tropa propia del desastre político.
Pero el ajuste sobre los salarios reales y jubilaciones fue acordado por el ministro de Economía, Martín Guzmán con su verdadera mandante, Kristalina Georgieva, directora del Fondo Monetario Internacional, por lo que sería lo último que Alberto Fernández aceptaría.
Siendo el presidente poco más que la pieza de negociación entre Sergio Massa, que aportó la anuencia con acreedores y sectores del poder económico (algo que volvió a refrendar en su reciente viaje a los EEUU) y Cristina Kirchner, que aportó buena parte de los votos del actual presidente, no tiene en sí la posibilidad de sacar del gobierno a un actor con el aval del FMI, como Guzmán, lo que implicaría romper con el sector de poder al que en realidad él mismo siempre representó.
Desde lo que se ha dado en llamar el “Círculo Rojo” empresario, el mensaje al presidente es claro y se lo hace llegar a través de los medios del Grupo Clarín: “Si Alberto se somete a Cristina, su gobierno termina”. Una idea que el arco mediático hegemónico se encargó de azuzar de manera simbólica con imágenes del presidente yéndose en helicóptero, en clara referencia al caótico final del ex presidente Fernando De la Rúa.
Ante la imposibilidad de torcer el rumbo, y sabedora de la futura derrota, Cristina Kirchner opta por distanciarse del gobierno intentando salvar así lo que pueda de su capital político. Entre sus duras críticas, condensadas en una extensa carta con tono de hartazgo, enojo y decepción, se pueden destacar:
“Señalé que creía que se estaba llevando a cabo una política de ajuste fiscal equivocada que estaba impactando negativamente en la actividad económica y, por lo tanto, en el conjunto de la sociedad y que, indudablemente, esto iba a tener consecuencias electorales. No lo dije una vez… me cansé de decirlo… y no sólo al Presidente de la Nación”.
“Sin embargo ahora, al día siguiente de semejante catástrofe política, uno escuchaba a algunos funcionarios y parecía que en este país no había pasado nada, fingiendo normalidad y, sobre todo, atornillándose a los sillones. ¿En serio creen que no es necesario, después de semejante derrota, presentar públicamente las renuncias y que se sepa la actitud de los funcionarios y funcionarias de facilitarle al Presidente la reorganización de su gobierno?”
“El martes 14 tuvo lugar, otra vez en Olivos, mi última reunión con el Presidente de la Nación. Habían transcurrido 48hs sin que se comunicara conmigo y me pareció prudente llamarlo y decirle que tenía que hablar con él. Deje pasar 48hs deliberadamente, para ver si llamaba (debo decir que de las 19 reuniones, la mayoría fueron a iniciativa mía)”.
“¿Por qué cuento esto? Porque no voy a seguir tolerando las operaciones de prensa que desde el propio entorno presidencial a través de su vocero se hacen sobre mí y sobre nuestro espacio político (…) A propósito de la categoría de funcionarios que no funcionan… el vocero presidencial escaparía a aquella clasificación. Es un raro caso: un vocero presidencial al que nadie le conoce la voz. ¿O tiene alguna otra función que desconocemos? ¿La de hacer operaciones en off por ejemplo? Verdadero misterio (…) Las operaciones son permanentes y, finalmente, sólo terminan desgastando al gobierno. Es increíble que no lo adviertan. Es una pena tanto daño autoinfligido”.
“Sólo le pido al Presidente que honre aquella decisión… pero por sobre todas las cosas, tomando sus palabras y convicciones también, lo que es más importante que nada: que honre la voluntad del pueblo argentino”.
Sin embargo, quien expresó sin ambajes el hartazgo del sector cristinista para con el gobierno de Alberto Fernández fue la diputada Fernanda Vallejos. La economista calificó en duros términos al Presidente y a su jefe de Gabinete en un audio de WhatsApp que se viralizó en redes sociales, con expresiones del calibre de: “Mequetrefe que no sirve para nada”, “enfermo”, “okupa”, “hipócrita”, “ciego”, “sordo”, rodeado de un “núcleo de inútiles”, “no tiene votos ni legitimidad” y “no lo quiere nadie”, tratando además de “payaso” al Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero:
“Todos esperábamos que el enfermo de Alberto Fernández, que el ocupa de Alberto Fernández, el lunes a las 8 de la mañana estuviera haciendo una conferencia de prensa en un escritorio con todas las renuncias sobre la mesa”
“No lo hizo y no lo quiere hacer, quiere conservar a su núcleo de inútiles, que están ahí de prestado ocupando las oficinas de la Casa Rosada y no han hecho nada. No hay conducción política porque el jefe de Gabinete es un payaso”
“El tipo está atrincherado, como Redrado en el Banco Central, así, atrincherado en la Casa Rosada. Y él es un ocupa porque no tiene votos, no tiene legitimidad, no lo quiere nadie… A la derecha le sobran opciones. Mirá si va a votar a este mequetrefe que no sirve para nada. Y nuestra gente no lo quiere, no lo quiere porque justamente no se subordinó a la política para la cual fue elegido”
“Martín Guzmán hizo un presupuesto donde se partía de la premisa de que en marzo se terminaba la pandemia. Todos sabíamos que era una mentira, pero no sólo eso: cuando ocurrió lo obvio y hubo que endurecer las medidas de cuidado… no hubo medidas económicas que acompañen. Y tenemos prácticamente equilibrio fiscal. ¡Equilibrio fiscal con 50% de pobreza y en medio de una pandemia! Era obvio que la gente no iba a venir aplaudiendo”
“Y nosotros no podemos estar en un Gobierno, y me parece que este es el mensaje que los compañeros están dando, mirando para el costado, no podemos estar en un Gobierno mirando para el costado, que decide no respetar el mandato popular. No lo podemos hacer, porque es nuestro capital político, nosotros lo construimos, no Alberto Fernández marchando con Nisman, no Alberto Fernández yendo a recorrer los estudios de TN diciendo que Cristina era una psicópata y una asesina, y una corrupta y una ladrona; de ella y obviamente de los demás compañeros que hoy están presos políticos, y ni Alberto Fernández ni ninguno de los conchudos que están ahí cobrando el sueldo son capaces siquiera de mencionar”.
“Yo no me voy a poner a hacer interpretaciones, cada uno tendrá la suya, pero claramente el objetivo no es ganar la elección, no es poner de pie la Argentina, no es poner en marcha la economía. El objetivo es otro, porque si los objetivos son esos, los hombres son lo de menos y si tenés a un ministro que no funciona, como dijo Cristina, repiten todos los compañeros, lo sacás porque es una pieza móvil, es un fusible, cuál es la relevancia de Martín Guzmán, o es (Kristalina) Georgieva la que pide que se quede, pero entonces avisame, porque los votos no se los puso Georgieva, se lo pusimos nosotros, a Georgieva no la vota ni magoya acá, en Argentina”.
Por su parte, el arzobispo de La Plata, Víctor Manuel Fernández, muy cercano a Jorge Mario Bergoglio y ex rector de la UCA, hizo pública una carta en la que le asesta furibundas críticas y pases de factura al presidente Alberto Fernández, entre ellas:
“Presidente, queda poco tiempo”.
“A fines del año pasado, mientras los países vecinos estaban comprando vacunas, aquí el Ministerio de Salud se apasionaba en plena campaña por el aborto”.
“¿Quiénes no le perdonarían al Presidente el mal paso de la fiestita de Olivos? El asunto es que él trataba de imbéciles a quienes hacía lo mismo”.
“Lo hemos visto muy entretenido con el aborto, la marihuana y hasta la eutanasia, mientras los pobres y la clase media tenían otras hondas angustias que no obtenían respuesta”.
“A fines del año pasado, mientras los países vecinos estaban comprando vacunas, aquí el Ministerio de Salud se apasionaba en plena campaña por el aborto”.
“Sin embargo, algunos miembros del propio gobierno parecen pensar que la solución está en radicalizarse más, sin ver que eso sería acercarse más al abismo”.
“Muchas mujeres, a las que el gobierno creía responder, estaban viviendo al día, con sus familias despedazadas, sus hijos que habían abandonado el colegio y habían caído en la droga y la delincuencia, y con la plata valiendo cada día menos”.
“En los últimos meses se vio una potente avanzada para imponer un lenguaje “no binario” que en las inmensas barriadas a nadie parece interesarle”.
“De un estratega se espera la capacidad de leer en el momento histórico actual cuales son los verdaderos y más grandes reclamos del pueblo, al margen de los propios gustos.
“Ya hay mucha gente cansada de esperar”.